El Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile conmemora el centenario de la Constitución de 1925, un hito que marcó la historia política, social y cultural del país. Este texto constitucional, promulgado el 18 de septiembre de 1925 por el presidente Arturo Alessandri Palma, redefinió el rol del Estado, amplió las libertades individuales y abrió el camino hacia la democratización política en Chile.

La nueva Carta Fundamental puso fin al orden heredado de la Constitución de 1833, que había sostenido un sistema oligárquico con escasa participación ciudadana. Su surgimiento respondió a una profunda crisis social y política, enmarcada en la cuestión social, las huelgas obreras y la incapacidad del sistema semiparlamentario para dar respuestas a las demandas de un país en proceso de industrialización y urbanización.
Uno de los aspectos más innovadores fue la ampliación del rol del Estado como garante del bienestar social. Por primera vez, la autoridad asumió responsabilidades en materia de trabajo, industria, vivienda y protección ciudadana. Además, la separación entre Iglesia y Estado marcó un quiebre con la tradición republicana anterior, mientras que el derecho de propiedad dejó de ser un bien absoluto para estar sujeto a su función social.
Para el académico de la Universidad de Chile, Pablo Artaza, la Carta de 1925 representó una anticipación de políticas modernas: “Es una expresión parcial de una lógica keynesiana en la forma de comprender la sociedad y, sobre todo, el rol del Estado en ella”.
En el plano político, la Constitución consolidó un sistema presidencialista y unitario, pero su mayor legado estuvo en la expansión de la participación ciudadana. La instauración del sufragio universal masculino en 1925 abrió la puerta a transformaciones posteriores, como el voto femenino en 1949, profundizando la democratización del país.
Durante sus 55 años de vigencia, este marco constitucional se mantuvo dinámico, permitiendo reformas decisivas como la Reforma Agraria y la nacionalización del cobre, que demostraron su flexibilidad frente a los desafíos históricos. Sin embargo, su reemplazo en 1980 bajo la dictadura cívico-militar significó un cambio radical hacia un Estado subsidiario y una “democracia protegida” que restringió derechos y participación.
A un siglo de su promulgación, la Constitución de 1925 sigue siendo un referente histórico que transformó la relación entre Estado y ciudadanía, consolidando derechos, ampliando libertades y sentando las bases del desarrollo político y social de Chile.
El Archivo Central Andrés Bello conserva ejemplares originales de esta Carta Fundamental y del Reglamento del Senado de 1926, documentos que permiten reflexionar sobre el carácter dinámico de los procesos constituyentes y el rol que cumplen en la construcción de un país más democrático y justo.
