¿Un pueblo extinto? La negación e invisibilización de Los Chonos en canales y fiordos de Chiloé y Aysén

La extinción del pueblo Chono es puesta en duda por evidencia genética y cultural. Estudios de ADN, como el de Moraga (2013), identifican descendientes en Chiloé, como en Laitec a modo de ejemplo. Su legado pervive en diversas manifestaciones culturales, en la toponimia y embarcaciones. Mientras, el Estado no los reconoce, generando una paradoja frente a su herencia viva.

¿Un pueblo extinto? La negación e invisibilización de Los Chonos en canales y fiordos de Chiloé y Aysén

Autor: Seguel Alfredo

La sombra viva de los chonos: entre el olvido oficial y la evidencia que persiste

En el extremo sur de América, el pueblo Selk’nam demostró que los decretos de extinción pueden ser tan falibles como aquellos que los proclaman. Mientras el Congreso chileno deliberaba hace unos años un homenaje póstumo a un pueblo que consideraba desaparecido, sus descendientes emergieron para reclamar su lugar en el presente. El 4 de septiembre se aprobó el proyecto de ley que modificó la Ley 19.253 (“Ley Indígena”), otorgando reconocimiento legal al Pueblo Selk´nam (boletín 12.862-17).

Este caso no es aislado; plantea una pregunta incómoda y urgente en los archipiélagos de Chiloé y Aysén: ¿Está realmente extinto el pueblo Chono, tal como afirman académicos y diversos textos históricos? La respuesta desafía la narrativa oficial, entrelazándose con genética, cultura viva y una lucha política contemporánea.

El legado que nunca se fue: huellas culturales en el alma chilota

Aunque declarados extintos, los Chonos habitan cada día en las prácticas esenciales de Chiloé. Su herencia no es un mero recuerdo en un museo, sino un componente activo de la identidad local. Según la tesis de José Marcelo Bravo Sánchez, «La Cultura Chilota y su expresión territorial» (2004), resaltado por Historias de Quellón,  son legado chono técnicas de navegación como el uso del «sacho» (una ancestral ancla de madera y piedra), la construcción de dalcas y, de manera protagónica, el «curanto», método de cocción en piedras calientes que perdura como un símbolo gastronómico regional.

“Otra actividad legada por los Chonos y presente en la Cultura actual de Chiloé es el llamado “curanto”, cocción de alimentos a través de un sistema de piedras calientes. También se debe agregar que existen topónimos que poseen el vocablo chono, ellos corresponden a los que llevan la terminación “ec”, ejemplo: Nalcayec, Chalacayec, Chaulinec, entre otras», resalta la publicación.

La misma publicación de Historias de Quellón, destaca al investigador David Nuñez: «También son chonos la mayoría de topónimos terminados en ao, dad, lad o tad, y en ac. También los que llevan las sílabas (quizá palabras) ach, lin, tao, en, on, uk.»

La información Chona proviene de cronistas, navegantes y misioneros con breves descripciones de la forma de vida y de embarcaciones, siempre desde una óptica occidentalizada.

Algunos nombres de toponimia en Chiloé de origen Chono: Achao, Chacao, isla Apiao, isla Laitec, isla Quenac, isla Tac, Isla Chaulinec, Isla Tahuenahuec, isla Meulín o Chelín; y sectores costeros como Manao, Terao, Ichuac.

La evidencia física también ha sido reconstruida. Alberto Trivero Rivera, en su obra «Horizonte Chono. Los canoeros ausentes», destacó sobre un hito relacionado a la reconstrucción forense a partir de un cráneo de las Guaitecas, revelando el rostro de un pueblo de baja estatura, dolicocéfalos y con una adaptación milenaria a un entorno hostil, resalta también Historias de Quellón.

Estos vestigios, sumados a los numerosos conchales –depósitos de conchas y restos de más de 6.000 años de antigüedad esparcidos por todo el archipiélago–, documentados por la Corporación Aikén (2018), son testimonio mudo de una ocupación continua y profunda.

En noviembre de 2021, Defendamos Chiloé publicaba en sus redes sociales: “Un saludo al ancestral PUEBLO CHONO que aún vive. Chono  cuyo territorio involucra  archipiélagos de Chiloé, archipiélago de los chonos (Aysén), hasta la Península de Taitao y el Golfo de Pena, con 12 mil a 15 mil años”.

El ADN de la resistencia: la prueba científica de una presencia ancestral

La ciencia genética da cuenta de numerosas personas habitantes de Chiloé, descendientes de chonos. Un estudio pivotal de 2013, dirigido por el genetista Mauricio Moraga de la Universidad de Chile y publicado en medios como La Tercera, analizó ADN mitocondrial de restos chonos. Los resultados fueron extraordinarios: no solo confirmaron que eran una cultura genéticamente distinta de los Huilliche o Kawéskar, sino que portaban el haplogrupo D4h3a, una secuencia genética de los primeros pobladores de América, hace 12.000 a 15.000 años. «Las variantes de ADN mitocondrial que ellos portan son las mismas que tenían los pobladores que llegaron a la zona hace 12 o 15 mil años», sostuvo Moraga.

Esta herencia genética no está confinada al pasado. Una investigación publicada en la Revista Chilena de Historia Natural (2004), liderada por Francisco García y el propio Mauricio Moraga, estudió a la población actual de Chiloé. El hallazgo más revelador se dio en la isla Laitec, donde más del 95% de los habitantes tiene origen ancestral materno y su perfil genético actúa como un «reservorio genético», mostrando una afinidad más cercana a los pueblos fueguinos que a los Huilliches del norte de Chiloé, destaca asimismo, una publicación de Historias de Quellón. Estos datos convierten la «extinción» en una categoría política, no biológica.

La paradoja del reconocimiento: crear etnias nuevas mientras se ignora al pueblo vivo

En un giro paradójico, mientras el Estado chileno mantiene a los Chonos en la negación, invisibilización y ocultamiento, sin reconocimiento mediante la Ley Indígena, ni ningún acto de reparación, operadores políticos promueven activamente el reconocimiento de un nuevo «Pueblo Huilliche» separado del Mapuche. Sin embargo, esta iniciativa es rechazada por expertos y por una amplia cantidad de comunidades williche de Chiloé y de otros territorios Williche, quienes la señalan como una «maniobra divisoria«. El historiador Jamadier Esteban Uribe Muñoz, en una publicación titulada: Consideraciones sociohistóricas respecto a las mociones legislativas que buscan la secesión del pueblo Mapuche,  argumenta que este proyecto «ofrecen argumentos parciales y errados», mientras que el fallecido escritor chilote Renato Cárdenas era categórico: «Sólo la geografía los dividía. Por eso hoy, cuando se habla de MAPUCHE-HUILLICHE, es para reforzar esta entidad en un solo discurso«.

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Una de los grandes referentes mapuche williche en el Archipiélago de Chiloé fue don José Santos Lincoman Inaicheo (1910–1984). El Apo Ülmen o lonko, fue un activo defensor de la unidad Mapuche Huilliche, de su llamado a la “lucha unitaria, llena de amor por defender la tierra… la lucha unitaria de los Mapuche”,  como destaca un inédito audio emitido por la radio La Voz de la Costa de Osorno en 1983, recordado por Füta Willi Mapu.

Esta tensión revela una doble vara. Por un lado, se ignora la autodeterminación de un pueblo con evidencia histórica, genética y cultural como los Chonos, cuya desaparición, como señalan algunos fuentes históricas, fue más un proceso de «aculturación» y «amestizamiento» que una desaparición física. Por otro, se intenta forzar una división en otro pueblo, el Mapuche, vulnerando el principio de integridad cultural consagrado en la Declaración de la ONU sobre Derechos de los Pueblos Indígenas. La pregunta entonces ya no es solo si los Chonos están extintos, sino por qué persiste tanto empeño en mantenerlos en ese estatus, negando su legado y a sus descendientes, mientras se gastan energías en debates que sus propios afectados consideran espurios.


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