El entramado financiero detrás del litio chileno y la invasión de Palestina

Los vínculos de SQM con BlackRock y el genocidio en Gaza

A medida que el genocidio israelí sobre Gaza continúa generando condena internacional, los focos comienzan a apuntar no solo al frente político o militar, sino también al financiero. Detrás de cada dron, misil o sistema de vigilancia empleado en Palestina, existe una red de capital global que lo hace posible. En el centro de esa red aparece un actor recurrente: BlackRock, el mayor gestor de activos del planeta, con más de 10 billones de dólares bajo su administración.

Los vínculos de SQM con BlackRock y el genocidio en Gaza

Autor: El Ciudadano

A medida que el genocidio israelí sobre Gaza continúa generando condena internacional, los focos comienzan a apuntar no solo al frente político o militar, sino también al financiero. Detrás de cada dron, misil o sistema de vigilancia empleado en Palestina, existe una red de capital global que lo hace posible. En el centro de esa red aparece un actor recurrente: BlackRock, el mayor gestor de activos del planeta, con más de 10 billones de dólares bajo su administración.

En Chile, dos preguntas clave están dando de qué hablar. ¿Cuál es la relación entre SQM y BlackRock? y ¿Cuál es el vínculo entre BlackRock y el genocidio en Gaza?

Documentos públicos de mercado muestran una prueba irrefutable. BlackRock figura como accionista institucional relevante de la Sociedad Química y Minera de Chile S.A. SQM. Declaraciones regulatorias y resúmenes de tenencias registran millones de dólares en ADRs (American Depositary Receipts) de SQM en manos de BlackRock en trimestres recientes. Esto convierte a BlackRock en un inversor institucional con exposición financiera directa al desempeño de SQM.  

El capital invisible tras el litio chileno

La Sociedad Química y Minera de Chile, una de las mayores productoras mundiales de litio y otros minerales estratégicos, no solo es un actor clave en la economía chilena, sino también un activo codiciado por los fondos de inversión internacionales.

Detrás de sus cifras récord de exportación y del auge del mercado del litio, impulsado por la electromovilidad y la transición energética global, se encuentra un entramado de propiedad que incluye a uno de los conglomerados financieros más poderosos del planeta: BlackRock Inc.

Según datos publicados por el portal financiero Investing.com, al 31 de agosto de 2025, BlackRock figura como el tercer mayor accionista institucional de SQM, con una participación aproximada del 3,27 % del total de acciones.

Esa participación, valorizada en torno a US$ 404,7 millones, convierte al fondo estadounidense en un actor relevante dentro del grupo de controladores indirectos de la minera no metálica.

Un informe anterior del mismo portal, correspondiente a febrero de 2025, ya situaba a BlackRock con una participación incluso mayor, cercana al 3,59 %, lo que sugiere que el fondo ha mantenido una posición estable en la propiedad de la compañía chilena durante los últimos trimestres.

En el caso de SQM, su presencia se materializa principalmente mediante las acciones ADR que cotizan en la Bolsa de Nueva York bajo el símbolo SQM.

Los datos de Investing.com muestran que BlackRock es uno de los mayores tenedores de estos ADRs, junto a otros inversionistas institucionales como Vanguard Group y Capital Research Global Investors, en un esquema de propiedad altamente internacionalizado.

Aunque su participación directa no otorga control decisivo sobre la gestión de SQM, su peso financiero y su influencia en los mercados globales hacen que sus decisiones de inversión tengan un impacto significativo. Cada movimiento de BlackRock, por mínimo que parezca, repercute en la percepción de estabilidad, gobernanza y proyección internacional de las empresas en las que invierte.

SQM y el nuevo oro blanco

El interés de BlackRock en SQM no es casual. El litio es considerado el “nuevo petróleo” del siglo XXI, y Chile, junto con Australia y China, concentra más del 80 % de las reservas globales económicamente explotables.

SQM, con operaciones en el Salar de Atacama, ha sido objeto de intensos debates sobre el uso del agua, los impactos ambientales y la distribución de las ganancias de este recurso estratégico, además del financiamiento ilegal de políticos de diversos partidos chilenos, por lo cual ha sido sancionada en Estados Unidos.

La empresa mantiene además una alianza público-privada con CORFO, y espera firmar un nuevo contrato con Codelco, la estatal chilena, para explotar el Salar de Atacama hasta el año 2060 duplicando su cuota de producción, con evidentes y graves consecuencias para el fisco y el medio ambiente.

En este contexto, la presencia de BlackRock representa más que una simple inversión pasiva: forma parte de una estructura de poder financiero transnacional que condiciona la estrategia futura de la industria del litio en Chile.

Entre la rentabilidad y la geopolítica

Las inversiones de BlackRock en SQM deben entenderse también desde una lógica geopolítica. El litio es un insumo crítico para las baterías de vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento energético, sectores en los que Estados Unidos y la Unión Europea buscan reducir su dependencia de China.

El control, directo o indirecto, de fuentes de litio en América Latina se ha convertido, por tanto, en un objetivo estratégico de largo plazo.

En ese tablero global, BlackRock opera como un actor financiero con enorme capacidad de influencia en decisiones de inversión y financiamiento. Su participación en SQM no solo busca rentabilidad: contribuye a asegurar acceso a una materia prima esencial para la economía verde que las potencias occidentales aspiran a liderar.

Silencio institucional y falta de transparencia

Ni BlackRock ni SQM han emitido declaraciones públicas detalladas sobre el alcance de esta relación accionaria. Tampoco hay evidencia de comunicación directa o coordinación entre ambas partes más allá de la participación bursátil.

Sin embargo, los registros de Investing.com, que recogen datos de fuentes regulatorias y bursátiles, confirman que el fondo estadounidense figura entre los cinco mayores tenedores institucionales de SQM a nivel global.

En Chile, los informes entregados a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) no lo listan entre los principales accionistas locales, lo que sugiere que su participación se concentra fuera del país, a través de los ADR que representan las acciones serie B de la compañía.

La falta de transparencia en la información consolidada sobre los accionistas internacionales de SQM dificulta establecer con precisión qué porcentaje real del control económico de la empresa se encuentra en manos de fondos extranjeros.

La doble cara del capital verde

Resulta paradójico que SQM, una de las empresas más asociadas a la “transición energética” y a la promesa de un futuro sostenible esté cada vez más controlada por fondos de inversión que también poseen importantes participaciones en compañías de combustibles fósiles y armamentísticas.

BlackRock, pese a su discurso público sobre responsabilidad ambiental y criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), ha sido objeto de críticas por invertir simultáneamente en industrias de alto impacto ambiental y en armamento.

Esa dualidad expone las tensiones del capitalismo verde: mientras se promueve la electromovilidad como solución al cambio climático, los beneficios económicos se concentran en los mismos conglomerados financieros que han financiado históricamente a las industrias responsables de la crisis ecológica.

El litio chileno bajo la lupa global

La participación de BlackRock en SQM no es simplemente una nota de pie de página financiera. Representa un síntoma de cómo los recursos estratégicos chilenos están integrados a redes globales de capital que operan más allá del control nacional.

En un contexto de creciente disputa por el litio, la soberanía sobre los recursos naturales y la regulación del capital extranjero vuelven a estar en el centro del debate político y económico en Chile.

BlackRock y el genocidio en Gaza

En junio de 2025, la Relatora Especial de la ONU para los territorios palestinos, Francesca Albanese, publicó un informe que mapea compañías que, según la investigación del despacho, participan en la “economía de ocupación” y podrían estar contribuyendo a mantener la invasión militar israelí en Gaza. El documento y la cobertura posterior nombran a más de 60 empresas, mayoritariamente fabricantes de armamento, proveedores de tecnología y entidades financieras, e instan a una diligencia debida más exigente y, en algunos casos, a restricciones legales o sanciones. La mayoría de los grandes medios internacionales dieron amplia cobertura al informe de la ONU.

Al mismo tiempo, organizaciones de derechos humanos y centros de seguimiento han ampliado el escrutinio a gestores de activos por sus inversiones en fabricantes de armamento y en deuda o activos israelíes. Algunos de estos informes y llamadas a la acción han citado a gestores como Pimco y Vanguard; medios y ONGs han cuestionado también a otros grandes gestores por no responder a pedidos de aclaración.  

¿Qué vínculos tiene BlackRock con el genocidio en Gaza?

Como gestor de activos, BlackRock decide dónde invertir dinero de fondos e inversores. Aunque BlackRock no fabrica armas, sus decisiones de inversión determinan en buena medida qué empresas reciben flujo de capital global. Entre ellas se encuentran dos pilares de la industria militar israelí: Elbit Systems Ltd. y Rafael Holdings.

Elbit Systems Ltd.: el rostro corporativo del poderío militar israelí

Elbit Systems es el principal contratista privado del ejército israelí. Desarrolla desde drones y sistemas de control de fuego hasta cascos de visión avanzada para los pilotos de los F-35. Es, además, un actor central en la vigilancia fronteriza y en la construcción de la infraestructura militar en los territorios ocupados.

Según registros financieros del segundo trimestre de 2025, BlackRock posee más de 110.000 acciones de Elbit Systems Ltd., equivalentes a aproximadamente 49,7 millones de dólares. Esa cifra representa más del 12 % de las acciones que están en manos de instituciones financieras, lo que la convierte en uno de los principales inversores globales de la compañía.

Estos datos provienen de informes de BusinessQuant y Simply Wall St, ambos coincidentes en el volumen y valor de la posición.

La magnitud de esa participación coloca a BlackRock en una posición estratégica dentro del accionariado de una empresa cuyos sistemas han sido utilizados en operaciones sobre Gaza y Cisjordania. Elbit fue señalada por Amnistía Internacional y Human Rights Watch por su papel en el desarrollo de armas “probadas en combate” en territorio palestino.

Rafael Holdings: una inversión menor pero simbólica

El segundo caso es el de Rafael Holdings, empresa matriz con vínculos históricos con Rafael Advanced Defense Systems, compañía estatal que produce misiles, sistemas antiaéreos y tecnología de defensa utilizada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

De acuerdo con registros de Fintel, al 30 de junio de 2025 BlackRock poseía 394.026 acciones de Rafael Holdings, valoradas en unos 681.000 dólares, cifra que representa un aumento del 68 % respecto al trimestre anterior. Aunque el monto sea menor en comparación con Elbit, la tendencia ascendente sugiere interés institucional en el sector de defensa israelí.

Rafael es responsable de sistemas como el Domo de Hierro (Iron Dome), que protege el espacio aéreo israelí y, en ocasiones, forma parte de las ofensivas sobre Gaza. Su expansión corporativa ha atraído a fondos extranjeros que buscan exposición en un sector tecnológicamente avanzado y de alta rentabilidad.

El patrón más amplio: ETFs y exposición indirecta

BlackRock también aparece como emisor del ETF iShares MSCI Israel (EIS), un fondo que replica el índice bursátil israelí. Dentro de este instrumento, Elbit Systems figura entre las principales participaciones, junto con empresas tecnológicas como NICE Ltd. y Check Point Software, ambas vinculadas al ámbito de la ciberseguridad y la vigilancia.

Esto implica que miles de inversores globales, incluso sin saberlo, participan de manera indirecta en la financiación de compañías israelíes del sector militar al invertir en ETFs administrados por BlackRock. La exposición es legal, pero plantea una pregunta de fondo: ¿puede una gestora global declararse “neutra” cuando sus carteras se benefician de industrias implicadas en conflictos armados?

La línea ética: inversión o complicidad

Elbit Systems ha sido excluida en años recientes por varios fondos soberanos europeos, entre ellos el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega, precisamente por su rol en la fabricación de armamento usado en territorios palestinos. Sin embargo, BlackRock no figura entre las instituciones que hayan adoptado medidas de exclusión similares.

La empresa sostiene que sus fondos “siguen los índices globales” y que sus inversiones no suponen apoyo político o moral a las compañías subyacentes. Críticos, en cambio, argumentan que esa neutralidad es ilusoria: el capital no es neutro cuando financia la producción de sistemas utilizados en un conflicto que Naciones Unidas describe como “catástrofe humanitaria”.

Una red de capital sin fronteras

La relación entre BlackRock y las empresas de defensa israelíes ilustra cómo el poder financiero global opera por encima de las fronteras políticas.

Mientras los ataques sobre Gaza continúan, el dinero fluye sin interrupción hacia corporaciones que producen los sistemas que sostienen el conflicto.

BlackRock no dispara misiles, pero es uno de los engranajes del sistema que los hace posibles. En la arquitectura del poder contemporáneo, la guerra también se libra desde los portafolios de inversión.

SQM en tanto, no solo es controlada por el clan Ponce Pinochet, sino que tiene como uno de sus principales accionistas institucionales a BlackRock, vinculado directamente al financiamiento del genocidio en Gaza.

El presidente Gabriel Boric se ha expresado firme contra el genocidio en Gaza a la vez que apoya el acuerdo SQM-Codelco que deja en manos de los Ponce Pinochet la más lucrativa fuente de litio del planeta hasta el año 2060. Como queda demostrado, el litio chileno en manos de SQM, definitivamente está manchado de sangre palestina. 

Ahora, está en manos del presidente Boric desvincular una de las mayores riquezas de todo el pueblo de Chile de la familia del dictador Pinochet y del genocidio del pueblo palestino.


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