Durante la jornada de este miércoles 22 de octubre se declarará el veredicto de la mayor persecución política en Chile de los últimos años. Marco Enríquez-Ominami sería declarado inocente de un número de acusaciones que duraron once años, con un total de diez causas, veintiocho fiscales, seis equipos de la PDI, más de seiscientos testigos y nada menos que 5.000 millones de pesos en fondos públicos (cifra equivalente aproximada a dos SAR modestos, un CESFAM acotado, tres gimnasios municipales, dos jardines JUNJI, 16 buses eléctricos o un parque mediano).
Durante varios años, el candidato se vio obligado a firmar mensualmente y mantuvo arraigo nacional. La imagen de Marco quedó injustamente manchada, muy afortunadamente (para algunos) cuando marcaba 40 puntos en las encuestas.
Pero todos los años de persecución y el dinero fiscal malgastado solo nos llevaron a una sencilla conclusión: Marco Enríquez-Ominami es totalmente inocente.
¿Qué se espera ahora de la izquierda chilena?
La izquierda no solo dio la espalda a Marco, sino que incluso personajes del sector apuntaron y acusaron a Marco directamente. En el mejor de los casos -o más bien dicho, en el menos peor- le cerraron las puertas para representar al oficialismo, como ocurrió con las primarias presidenciales de este año, donde no le permitieron ser candidato. Entonces la gran pregunta que se hacen muchos es ¿quién le pedirá disculpas? Pero más importante ¿cómo se le restituirá el daño causado?
Acá es donde muchos esperan símbolos de buena conducta que no tienen ningún peso más allá de lo simbólico. Una palmadita en la espalda y un “empatizo contigo”, pero que no se traducirán en una alianza estratégica por parte de la izquierda nacional. Alianza tan necesaria ahora cuando la extrema derecha gana tanto peso y camino en todo el mundo. Solo palabras vacías, pero ningún acto concreto. ¿Estaremos equivocados, o es este el único final posible?
Solo nos queda observar al candidato y escucharlo de cara a estas elecciones. Tras más de una década de persecución, demuestra tener las manos limpias, cosa que no se puede decir de toda nuestra clase política. Su slogan de campaña cobra fuerza: la verdad es el cambio. Pero ¿es demasiado tarde para esa verdad y ese cambio?. Marco ya hizo su parte; ahora la izquierda debe hacer la suya. Porque el silencio solo nos convierte en cómplices.