«Las ruinas de nuestros hogares y nuestras vidas»: el regreso al norte de Gaza, plagado de pérdidas para decenas de miles de personas

En medio de un frágil alto el fuego, la población palestina desplazada que regresa a la ciudad de Gaza se encuentra con que sus hogares han sido sistemáticamente destruidos, enfrentándose a un paisaje de escombros totales y una desesperada falta de refugio, lo que ha convertido el esperanzador viaje hacia el norte en una experiencia devastadora para muchxs.

«Las ruinas de nuestros hogares y nuestras vidas»: el regreso al norte de Gaza, plagado de pérdidas para decenas de miles de personas

Autor: El Ciudadano

Cientos de miles de palestinxs desplazadxs regresan a la ciudad de Gaza solo para descubrir que sus hogares han sido arrasados intencionadamente por las fuerzas israelíes, dejando la gran mayoría de las estructuras de la ciudad en ruinas. Mientras que algunxs encontraron hogares parcialmente reparables, otrxs regresaron a meros escombros. El regreso está plagado de peligros y futilidad, ya que las tropas israelíes siguen ocupando gran parte del enclave y amenazan a quienes se acercan a las zonas militares. Con un 83 % de las estructuras dañadas, sin viviendas temporales disponibles y una ayuda críticamente insuficiente, el viaje de regreso se ha convertido en una revelación traumática de la destrucción total causada por la guerra.

«Ojalá no hubiera regresado» fue lo primero que dijo Emad Azzam, una de las cientos de miles de personas que regresaron a la ciudad de Gaza, cuando Mada Masr habló con él.

Lxs palestinxs comenzaron a regresar al norte de Gaza después de que entrara en vigor un nuevo alto al fuego el 10 de octubre. Las fotos aéreas mostraban a miles de personas caminando hacia el norte por la carretera costera de la franja.

Pero para Azzam y muchxs otrxs, el regreso a la que fuera una próspera metrópoli ha supuesto volver a hogares que son una sombra de lo que fueron, ya que, desde mediados de agosto, Israel ha arrasado intencionadamente la mayor parte de los barrios del norte, este y sur de la ciudad con demoliciones controladas y bombardeos.

Cuando Azzam llegó al lugar donde antes se encontraba su casa, lo único que encontró «fue un montón de escombros», según contó a Mada Masr.

A pesar de las escenas de regreso, tanto triunfales como trágicas, muchxs palestinxs que han sido desplazadxs en los últimos meses no pueden o no quieren regresar. Las tropas israelíes siguen estacionadas en la mayor parte del enclave costero, la ocupación ha amenazado a cualquiera que se acerque a las zonas militares designadas y la magnitud de la destrucción conocida ha hecho que el viaje de regreso sea inútil para algunxs.

Azzam fue desplazado por la fuerza de su barrio de Sheikh Radwan, en el norte de la ciudad de Gaza, cuando las tropas israelíes comenzaron a entrar en las calles circundantes en septiembre. Era la segunda vez que era desplazado desde que comenzó la guerra hace dos años.

«El segundo desplazamiento fue mucho más duro que el primero», dijo Azzam. «Nos costó mucho reunir el dinero necesario [para ir al sur] y fue muy difícil abandonar nuestra casa una vez más».

Él y su familia reunieron sus pertenencias y se trasladaron unos 20 kilómetros al sur. Como innumerables otras personas, tuvieron que arreglárselas en Khan Younis, una ciudad superpoblada y con pocos servicios. Tan pronto como comenzó el alto el fuego, hicieron las maletas, sin tener en cuenta el costo del regreso.

«Contábamos las horas y los minutos que faltaban para nuestro regreso, con la esperanza de encontrar nuestra casa aún en pie», continuó. «No podía evitar tener esperanza».

Pero Azzam sabía que esa esperanza iba en contra de la razón. Era consciente de que el ejército israelí había pasado semanas utilizando explosivos controlados para destruir casas y tiendas, bloque por bloque.

«En el fondo, sabía que mi casa y la de mi familia habían sido destruidas», dijo Azzam después de ver los escombros en los que se había convertido su hogar.

Para algunxs, las condiciones eran menos desoladoras. Saady Mhanna regresó solo para ver cómo estaba la casa de su familia en Tal al-Hawa, más al sur de la ciudad.

«Encontré la mayor parte de la casa destruida», dijo a Mada Masr, «pero, gracias a Dios, parte de ella se puede reparar, por lo que podemos vivir allí hasta que comience la reconstrucción».

Le dijo a Mada Masr que planea regresar a Khan Younis para traer a su familia a casa.

Es difícil calcular el grado de daño que ha sufrido la ciudad, que en su día albergó a un millón de personas. Pero Mahmoud Basal, portavoz de la Agencia de Defensa Civil de Gaza, estimó que la mayor parte de los barrios del norte y del este de la ciudad están casi completamente destruidos. Basal declaró a Mada Masr que la campaña que comenzó a mediados de agosto ha arrasado decenas de miles de viviendas.

Las Naciones Unidas han declarado que un análisis preliminar muestra que el 83 % de las estructuras —unas 81 000 viviendas— de la ciudad de Gaza han sufrido daños.

Para quienes han regresado y se han encontrado con escombros, los recursos para refugiarse y sobrevivir en el norte también son escasos.

Basal, que calcula que alrededor de 300.000 personas ya han emprendido el viaje de regreso al norte, afirma que no hay ningún lugar donde alojarse. Actualmente no hay tiendas de campaña ni viviendas temporales disponibles, dijo, ya que el ejército israelí aún no ha permitido el paso de suficientes tiendas de campaña o casas prefabricadas por los cruces.

Lxs residentes de la ciudad de Gaza que intentaban salir de la ciudad en medio de la operación israelí tuvieron que recaudar fondos para comprar tiendas de campaña por un mínimo de 1000 dólares cada una, además de pagar cientos de dólares al mes por el alquiler del terreno donde instalarlas.

Un texto filtrado del acuerdo de alto el fuego establece que la ayuda debía comenzar el viernes, cuando entró en vigor el alto el fuego, en cantidades iguales a las establecidas en el breve alto el fuego de enero.

La ONU ha dicho que 600 camiones deberían entrar diariamente en la franja para proporcionar ayuda alimentaria suficiente a los dos millones de personas que la necesitan y atención urgente a unas 200.000 personas que sufren malnutrición.

Hay aún más personas que no han regresado en absoluto. La familia de Um al-Abd al-Hamalawy no ha abandonado su tienda de campaña en la zona de Zuwayda, al oeste del centro de Gaza. «Nuestras casas en el campamento de Jabalia, en el norte, están destruidas y no hay ningún lugar donde alquilar», dijo Hamalawy.

Hamalawy describió la idea de regresar como inútil: «Caminamos a pie desde el sur hacia el norte, solo para ver las ruinas de nuestros hogares y nuestras vidas».

Miles de palestinxs más no pueden inspeccionar sus hogares. El ejército israelí sigue desplegado en la mayor parte de la franja. Sus fuerzas siguen impidiendo a lxs residentes de Beit Hanoun, Beit Lahia y Shujaiya regresar o acercarse a sus hogares.

Antes de que entrara en vigor el alto al fuego, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump publicó un mapa con una «línea de retirada inicial» marcada en amarillo. Según los medios de comunicación israelíes, el ejército de ocupación ha comenzado a retirarse de acuerdo con el mapa.

El plan discutido en Sharm el-Sheikh consistía en que las tropas israelíes se retiraran de alrededor del 35 % del 85 % de Gaza que ocupaban solo después de la primera fase del intercambio de prisionerxs, en la que Hamás debía entregar a unos 20 prisionerxs vivxs y un número desconocido de cadáveres.

La retirada permitirá a Hamás recoger los restos de lxs prisioneros israelíes que murieron durante los dos años de guerra, según declaró un funcionario egipcio a Mada Masr la semana pasada.

En el sur, el ejército israelí ha amenazado a lxs residentes que se acerquen a las zonas que ha designado como «puntos de concentración de tropas» en Khan Younis o cerca del paso fronterizo de Rafah y el corredor de Filadelfi.

Desde el 18 de marzo, cuando se rompió el alto al fuego implementado a principios de este año, más de 1,2 millones de personas en total han sido desplazadas, según la ONU.

Y mientras el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner, celebró el «fin de la guerra» en unas declaraciones desde Tel Aviv el sábado por la noche, para muchxs en Gaza no solo dudan de que el alto al fuego se mantenga.

«¿Qué guerra ha terminado?», preguntó Hamlawy. «Estamos viviendo mil guerras. Nos quitaron nuestras vidas y nos dieron una tienda de campaña, y quieren que estemos felices porque han detenido la matanza y la destrucción».

*Foto destacada: Mada Masr.

*Artículo publicado originalmente en Wire


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