Las urnas no solo definieron quiénes llegan al Congreso: también dejaron a 13 partidos políticos al borde de desaparecer por no cumplir con las exigencias mínimas que fija la ley. El golpe alcanza a colectividades históricas, fuerzas nuevas y partidos que apostaron a instalarse como alternativas en la derecha y el centro político.
De acuerdo a la Ley Orgánica Constitucional (N° 18.603) los partidos políticos se disolverán «por no alcanzar el 5 por ciento de los sufragios válidamente emitidos en la última elección de diputados, en cada una de a lo menos ocho regiones o en cada una de a lo menos tres regiones geográficamente contiguas, en su caso«. La ley también establece una segunda vía para mantenerse con vida: «siempre que elija un mínimo de cuatro parlamentarios en, a lo menos, dos regiones distintas, sean diputados o senadores».
Con los resultados del Servicio Electoral (Servel) sobre la mesa, el balance es negativo para 13 colectividades: Acción Humanista, Federación Regionalista Verde Social (FRVS), Partido Radical, Demócratas, Evópoli, Amarillos por Chile, Partido Social Cristiano, Partido de Trabajadores Revolucionarios, Partido Popular, Partido Humanista, Igualdad, Alianza Verde Popular y Ecologista Verde. Todas quedaron por debajo de los umbrales requeridos o sin el número de escaños suficientes para evitar el proceso de disolución.
Cuáles son los 13 partidos políticos al borde de desaparecer
La situación de Acción Humanista y la Federación Regionalista Verde Social (FRVS) era un riesgo anunciado. Ambas colectividades optaron por ir en una lista separada del resto de la izquierda, agrupada en Unidad por Chile, y sabían que eso podía costar caro. Finalmente, Acción Humanista solo logró un escaño en la Cámara, con la reelección de Ana María Gazmuri.
La FRVS, en tanto, consiguió tres nombres: Jaime Mulet, René Alinco y Miguel Ángel Calisto, este último llegando ahora al Senado. Sin embargo, esa cosecha no alcanza para cumplir con los requisitos que exige la ley para seguir existiendo como partido nacional.
El Partido Radical corrió una suerte similar. De sus 23 candidaturas, solo Marcela Hernando y Consuelo Veloso lograron imponerse, obteniendo apenas el 1,99% de los sufragios a nivel nacional. La eventual disolución del PR es más que un dato administrativo: marcaría la crisis terminal de uno de los partidos con más tradición en la historia política chilena, que llegó tres veces a La Moneda y gobernó durante 14 años en el siglo XX.
Demócratas y Evópoli: balances amargos en el centro y la derecha liberal
En Demócratas la foto tampoco es alentadora. El partido de centro logró dos escaños: Joanna Pérez, que consiguió su reelección por el Distrito 21, y Enrique Lee, que debutará en el Senado por la circunscripción de Arica y Parinacota. Pese a eso, la colectividad no alcanza los requisitos mínimos para evitar quedar entre los 13 partidos políticos al borde de desaparecer.
En Evópoli las malas noticias son dobles. No solo la candidata presidencial que apoyaban, Evelyn Matthei, quedó fuera de la segunda vuelta, sino que el partido de la derecha liberal tampoco logró asegurar su continuidad legal. Con alrededor del 70% de los votos escrutados, Evópoli consiguió solo dos cupos en la Cámara de Diputados, con Jorge Guzmán y Tomás Kast, y no sumó ningún senador. Un resultado muy por debajo de las expectativas de una colectividad que aspiraba a ser bisagra en el sector.
También Amarillos por Chile terminó golpeado por las cifras. Ninguno de sus siete candidatos a la Cámara Baja resultó electo y el partido obtuvo apenas el 0,72% de los votos a nivel nacional, lejos del 5% que exige la ley para mantenerse en pie.
El caso del Partido Social Cristiano y otras colectividades
El Partido Social Cristiano logró una bancada de tres diputados: Sara Concha, Francesca Muñoz y Roberto Arroyo. Sin embargo, esos tres escaños no bastan para cumplir con la exigencia de elegir al menos cuatro parlamentarios en dos regiones distintas, por lo que también entra en la lista de partidos que arriesgan disolución.
En la misma situación se encuentran colectividades más pequeñas, que a pesar de su presencia en protestas, campañas sectoriales o redes sociales no lograron traducir esa visibilidad en votos: el Partido de Trabajadores Revolucionarios, el Partido Popular, Igualdad, Alianza Verde Popular y el Ecologista Verde tampoco alcanzaron el mínimo legal.
Con este cuadro, el mapa político chileno se encamina a una poda masiva de siglas: menos logos en la papeleta, menos franjas propias y, en teoría, un sistema de partidos menos atomizado… al menos en el papel.
Fusión o muerte: qué opciones quedan para los partidos en riesgo
La ley no solo fija umbrales; también abre una puerta de salida: la fusión. Una manera de evitar la disolución es que dos o más partidos decidan unirse en una sola colectividad. Eso fue lo que ocurrió en 2024, cuando Convergencia Social y Revolución Democrática optaron por fusionarse en un único partido llamado Frente Amplio.
Ante la amenaza de que 13 partidos políticos al borde de desaparecer queden fuera del registro del Servel, ya se escuchan voces que plantean reordenamientos mayores. El senador Luciano Cruz-Coke (Evópoli) y el diputado y senador electo de RN Andrés Longton han deslizado en entrevistas que no verían con malos ojos que los partidos de Chile Vamos terminen confluyendo en un solo gran conglomerado.
La idea, sin embargo, está lejos de ser consenso: el presidente de la UDI, Guillermo Ramírez, la descartó de plano en declaraciones públicas, defendiendo la identidad propia de su partido frente a cualquier intento de “partido único” de la derecha.
Por ahora, la pelota está en la cancha de las directivas y de sus militancias: o buscan pactos de fusión que les permitan seguir en el tablero, o se resignan a que la próxima contienda electoral traiga un sistema de partidos con menos siglas y, quizás, con menos posibilidades para proyectos pequeños que no logran superar el umbral del 5%.

