Por Javier Souza Casadinho y María Elena Rozas, Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina, RAP-AL
Ante un nuevo 3 de diciembre, fecha en que recordamos tristemente la tragedia, ampliamente advertida, de Bhopal en la India, en la que se incendia una fábrica de la empresa estadounidense Unión Carbide causando la muerte de miles de personas y otros seres vivos, y la contaminación del agua, aire y alimentos, desde RAP-AL reclamamos la inmediata prohibición de los plaguicidas comenzando por los Altamente Peligrosos y su reemplazo, no por nuevos químicos, sino por estrategias, prácticas y tecnologías agroecológicas.
Los plaguicidas altamente peligrosos, dadas sus características químicas, físicas y toxicológicas, poseen un notable efecto socioambiental ya que pueden producir impactos negativos en la salud humana originando anomalías en los sistemas inmunológico, nervioso, reproductivo, endocrino y generar cáncer y otras enfermedades.
También afectan a la avifauna y a las abejas, indispensables en la polinización de numerosas plantas de las cuales nos alimentamos y con las cuales co-evolucionamos. Y a su vez, afectan a otros seres vivos dada, por ejemplo, su capacidad de acumularse en sedimentos.
La problemática socioambiental asociada a los plaguicidas altamente peligrosos va más allá de la fase de su utilización en las actividades agrarias y a nivel de las viviendas familiares (plaguicidas domisanitarios), ya que en las fases de fabricación, almacenamiento, transporte y desecho de envases se pueden producir incendios, derrames y otros accidentes, como lo demuestran los innumerables casos sucedidos en toda Latinoamérica,
Si bien la eliminación de los plaguicidas altamente peligrosos requiere de la investigación, adaptación y adopción de prácticas agroecológicas, también se hace necesaria la voluntad política para prohibir estos plaguicidas.
Una voluntad política no solo para reconocer el efecto de estos tóxicos sino para generar políticas tecnológicas, alimentarias, crediticias y de tierras que posibiliten a productores/as una transición hacia agroecosistemas sustentables, resilientes, y viables tal como fue demostrado en el trabajo realizado por RAP-AL dentro de PAN Internacional y que fuera presentado en la Conferencia de las Partes, COP30 de Cambio Climático de la ONU.
La reciente creación de la Alianza Global sobre Productos Químicos Peligrosos, (GAHHP por sus siglas en inglés) integrada por actores de la sociedad civil, gobiernos, universidades para trabajar sobre los plaguicidas altamente peligrosos, constituye un aliciente, un camino propicio para generar discusiones.
Pero a su vez creemos que será insuficiente si no somos capaces como ciudadanos de incidir en nuestros gobiernos a fin que se tomen las decisiones acertadas, comenzando por aceptar que el efecto socioambiental de los plaguicidas, incluidas sus consecuencias sobre el cambio climático, son parte de una realidad incontrastable que requiere del accionar coordinado de todos los gobiernos y de la sociedad civil.
Por último y atendiendo a los magros resultados de las discusiones y decisiones tomadas en la reunión de Cambio Climático realizada recientemente en Brasil, las que resultan insuficientes para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, reclamamos tomar medidas inmediatas tendientes a cambiar los modelos productivos agrarios basados en la deforestación, uso de semillas transgénicas y editadas genéticamente, fertilizantes y plaguicidas, por el paradigma agroecológico donde, desde los suelos y plantas saludables promovemos el buen vivir de todos los seres que habitamos este único planeta tierra.
Javier Souza Casadinho y María Elena Rozas
Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina, RAP-AL.-


