¿Son los ejércitos necesarios en el mundo del futuro?

Lamentablemente los ejércitos siempre han sido fuente de violencia entre los pueblos

¿Son los ejércitos necesarios en el mundo del futuro?

Autor: Arturo Ledezma

ejército colombia

Lamentablemente los ejércitos siempre han sido fuente de violencia entre los pueblos. Independientemente de la razón por la cual hayan empuñado las armas siempre han dejado un reguero de muerte y desolación.

Si analizamos la historia de la humanidad desde sus tiempos más pretéritos, la casta guerrera se ha encargado de defender a su pueblo de la invasión de los guerreros del pueblo extranjero. Incluso desde el comienzo de la historia de la humanidad, las tribus organizaban la defensa de su territorio o el ataque a otros, en busca de más agua, mejores suelos o más animales para el bienestar de su pueblo. Estas incipientes organizaciones militares son las que dieron origen posteriormente a las castas guerreras y luego a los Ejércitos.

Una vez organizados en ejércitos, éstos se dedicaron a combatir contra los ejércitos de otros reinos, a colonizar continentes enteros a sangre y fuego, apoderándose de sus riquezas naturales, y aumentando así el patrimonio del reino.

Indudablemente no han sido siempre los militares organizados en ejércitos los que han liderado los ataques, muchas veces han sido instrumentalizados por la realeza, sin embargo los reyes siempre actuaron como comandantes de sus ejércitos, por lo que cabe considerarlos como militares de facto, así como también muchos personajes de la nobleza, e incluso del clero.

La modernización del armamento hizo de los ejércitos, instituciones militares cada vez más mortíferas y destructivas, capaces de provocar daños cada vez más considerables a sus enemigos, a sus instalaciones militares, pero también a sus ciudades, incluídas escuelas y hospitales.

Todos los pueblos se vieron en la necesidad de tener su propio ejército, dada la desconfianza existente de un ataque del pueblo vecino, o de un invasor distante. Y así tuvieron que vivir durante centurias hasta nuestros días, invadiendo o siendo invadidos. Las disputas territoriales se sucedieron interminablemente durante toda la historia de la humanidad. Y una vez que comienza un conflicto, puede existir una tregua, un armisticio o un tratado, pero el conflicto nunca se termina.

Han pasado siglos desde que los ejércitos se constituyeran formalmente y los sociólogos, cientistas políticos, historiadores y otros estudiosos no se han cuestionado la necesidad real de los ejércitos, al parecer porque son como parte del paisaje al cual están tan acostumbrados que su ausencia les resultaría extraña.

La falta de una mirada crítica del rol de los ejércitos en la historia denota que no ha habido un cuestionamiento real de sus objetivos, de su fundamento como estamento político, y lo que es peor, de las consecuencias de su accionar sobre la sociedad civil. Muchos historiadores destacan la gallardía, la valentía y la habilidad de sus soldados sin cuestionarse siquiera la tragedia humana que dejaban tras su paso. Grandes héroes condecorados con muchas medallas como premio a la ruina y a la mortandad que dejaron como saldo de sus hazañas.

Es que a nadie le importa la vida y el bienestar de los seres humanos?  Sin duda que a muchos sí, pero las castas militares ven en todos los extranjeros potenciales enemigos  de quienes hay que desconfiar. Si además vemos el trato que tienen con sus “enemigos” durante un conflicto, con toda su lacra de torturas, ejecuciones y genocidios, nos damos cuenta de que ni siquiera existe el más mínimo respeto por sus vidas y su integridad. Los únicos verdaderamente valiosos son los compatriotas, la vida de los enemigos no vale nada. Pero cuidado, que los compatriotas valen en la medida de que sirven a los altos intereses de la nación, sino tampoco valen nada y se puede arrasar con su vida sin mayores cuestionamientos éticos. Esto nos da a entender que el valor del ser humano para los militares es relativo a su patriotismo, a su apego a las normas constitucionales, pero que no tiene valor intrínseco por el hecho de ser persona.

Los ejércitos son necesarios en la medida en que haya desconfianza, disputa, tensión entre los pueblos, pero si existe la confianza propia del respeto mutuo, del reconocimiento del otro como su igual, con el cual se trabaja conjuntamente por el progreso, el crecimiento y el desarrollo de sus pueblos, los ejércitos dejan de ser necesarios como elementos de ataque o disuasión armada.

En un mundo en donde reine un ordenamiento estadual basado en la primacía del Derecho Internacional y en donde los Estados hayan acordado por consenso acatar sagradamente los fallos de la Corte Internacional de Justicia, los Ejércitos dejan de ser necesarios, pierden su sentido y caen en la obsolecencia.

Ese es el escenario que los humanistas demandamos para construir una nueva civilización, una nueva humanidad centrada en el respeto a los derechos humanos, en donde los Estados sometan  sus diferencias  a la Justicia Internacional y encaucen su política exterior al fortalecimiento de las confianzas y a la cooperación internacional para resolver conjuntamente los acuciantes problemas que la humanidad debe enfrentar en el futuro.

Centro de Estudios Humanistas (CEHUM)


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