Uno podría pensar que las relaciones personales de la gente son algo complejas. Y sí, lo son. Pero a veces también pasa que hay cosas que irremediablemente se repiten y podrían haberte pasado a ti:
- Matemáticas: El teorema del queso cheddar.
¿Nunca les ha pasado que en una época determinada de tu vida te ha dado por comer x cosa un número de veces incontroladas y en todos sus estados? Es como si en ese punto de tu vida sólo existiese ese maravilloso elemento y por alguna forma tu psiquis solo quiere eso, es casi un capricho. Me pasa con el queso: Maruchan de queso, caracoquesos, subway con extra queso cheddar y si ya es mucho triple hamburguesa con queso porque lo único que quiero hacer es comer queso. Cualquier cosa es buena si tiene queso, porque es maravilloso y nada más importa – hasta que llega un momento – ese único momento en que ya no quieres ver nada que tenga que ver con eso. Lo aborreces por un buen tiempo y necesitas una distancia de él.
Hay gente a la que le pasa esto con el queso, con la palta (que es la más común de todas) o con cualquier cosa. Y hay gente a la que también le ocurre esto en sus relaciones: Empiezas con él (o ella) y todo él está hecho de queso. Te gusta tanto que pasas de conocerlo a imaginar un futuro y de ahí en adelante no hay freno, quieres hacer todo con él. Él se ilusiona y entra en ese espiral del que difícilmente va a poder salir y le sale queso hasta por las orejas. Se acabó. Te aburriste de él o él se aburrió de ti.
Es la ley de la vida, todos los extremos son asquerosos. Y es verdad que a veces cuando las cosas se demoran se disfrutan más.
- Física: Los polos opuestos se atraen. (Pero no siempre se quedan juntos)
Como frase está la raja y es cierto. A veces conoces a una persona que es tan distinta a ti en tantos aspectos que te encanta lo exótico del escenario. También pasa que después que pasan los días te vas dando cuenta de que es una pega bien dura intentar entablar una relación con alguien cuando tu pareja es el día y tú eres la noche. Porque va a llegar ese momento terrible en el que te vas a dar cuenta de que no es que busques un alma gemela pero un compañero que sea similar al menos en algunas cosas a ti: desde cosas tan banales como que un día te acuestas a ver una película y él quiere ver Rápido y furioso, mientras que tú estabas esperando ver el fabuloso destino de Amelié Poulain, hasta cosas más importantes como el hecho de que a ti si te es un poco más difícil llevar una relación abierta, mientras que a él no. O viceversa. Va a pasar, espero que no. Pero pasa.
- Ciencia: Pavlov y el reflejo condicionado.
Bueno, para qué entrar en el hecho recontra sabido por todos que Pavlov era otro conductista que realizó el famoso experimento en donde sonaba una especie de campanita justo antes de darle comida a un perro. Cuando el perro oía la campanita (que en realidad no era una campanita, pero esta no es una nota de curiosidades científicas) comenzaba a salivar. Aunque la comida no estuviese ahí y el perro no tuviese hambre.
Cambiemos la campanita por el sonido de un whatsapp. Ese sonido que estás esperando cuando alguien te gusta. Por ejemplo: si todos los días a la misma hora escribes algo breve y divertido a una persona y resulta que un día dejas de hacerlo, por condicionamiento clásico clasiquísimo, lo va a esperar con ansias.
Crea estímulos que provoquen respuestas.
- Química: El roce hace el cariño.
Cuantos artículos transitan por las profundidades y superficialidades de la red haciendo gala de lo beneficioso que es tener sexo todos los días de tu vida con tu pareja, de lo beneficioso que es dormir juntos y es que todo el pegamento que mantiene a esto junto es la irrefutable verdad de que mientras más te conectas de forma física y positiva con alguien, más química tienes.
Esta es la razón por la que simplemente “– no es lo mismo- cuando no es contigo.” Es así y a veces es muy cierto.