Realizaron perturbadores experimentos con este bebé y nadie se hizo responsable

En 1920, la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (pionera en investigación en los EEUU), sufrió uno de los escándalos más comentados de la época, cuando le retiraron todo tipo de financiación para sus investigaciones y expulsó a uno de sus más prestigiosos especialistas: el psicólogo John Broadus Watson

Realizaron perturbadores experimentos con este bebé y nadie se hizo responsable

Autor: Andrea Peña

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En 1920, la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (pionera en investigación en los EEUU), sufrió uno de los escándalos más comentados de la época, cuando le retiraron todo tipo de financiación para sus investigaciones y expulsó a uno de sus más prestigiosos especialistas: el psicólogo John Broadus Watson.

Los responsables de la institución universitaria tomaron la radical decisión tras enterarse que su ilustre investigador de 42 años de edad, llevaba unos meses manteniendo una relación sentimental con su ayudante y estudiante de postgrado Rosalie Rayner, veinte años menor que él.

El romance entre el psicólogo y su ayudante acaparó toda la atención en la época y  dejó prácticamente en el olvido uno de los experimentos psicológicos más polémicos, perversos y controvertidos que se han llevado a cabo.

Seis meses antes de la polémica, la pareja conformada por  Watson y  Rayner desarrrolló lo que se conoce como el «Experimento del pequeño Albert» (The Little Albert experiment), que buscaba  demostrar  la ‘teoría del conductismo’ implantada por Watson y que le había llevado a la fama en los círculos psicológicos internacionales.

La famosa teoría propuesta por Watson, buscaba  demostrar que cualquier comportamiento humano podía lograrse a través de marcar pautas y conduciendo a cualquier individuo hacía un objetivo. Según el psicólogo, una persona pacífica si era correctamente condicionada podía convertirse en violenta.

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En la búsqueda de demostrar  la veracidad de su teoría, el sicólogo desarrollo un polémico experimento con un bebé de meses (la mayoría de fuentes apuntan que tenía nueve meses, aunque hay alguna que señala que tenía once) y al que se le asignó (para tal investigación) el nombre de Albert.

Quería demostrar que los seres humanos nacemos sin ningún tipo de miedo y que éste lo vamos adquiriendo a raíz de diferentes situaciones que vamos viviendo. Por tal motivo cogió a un bebé de muy pocos meses (parece ser que era hijo de una madre soltera que trabajaba para la institución universitaria y que necesitaba el dinero del experimento) y tras comprobar que el pequeño no tenía miedos ‘adquiridos’, intentó crearle diferentes fobias, condicionándolo a que relacionase un determinado animal o situación con algún ruido.

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En las primeras sesiones puso al pequeño Albert en contacto con una rata blanca, un conejo, un pequeño mono, perros de diferentes tamaños y al propio John B. Watson con una máscara de Santa Claus. El niño los tocaba e incluso parecía divertirse ante la presencia de éstos, los cuales acariciaba o quería abrazar.

El siguiente paso fue el intentar vincular un sonido molesto y estridente cada vez que intentase interactuar con alguno de los animales u objetos.

Cuando el pequeño Albert volvió a ver a la rata blanca e intentó acariciarla, Watson se colocó detrás del niño y golpeó fuertemente con un martillo a una barra de hierro. El pequeño reaccionó con sorpresa y susto  por el ruido. A continuación cada vez que intentaba tocar al animal el psicólogo o su ayudante volvían a dar un martillazo. Repitieron la operación varias veces hasta que llegó un momento en el que la sola presencia de la pequeña rata ante Albert provocaba que éste se pusiera a llorar desconsoladamente preso del pánico… vinculó el animal con ese sonido que le aterraba.

 John B. Watson  presentó cuánto antes los resultados de su experimento a sus compañeros de profesión en un congreso de psicología que se celebraba ese mismo año en la ciudad de Nueva York.

Así fue como el espeluznante y cruel experimento que hoy en día sería condenado por el mundo,  en aquel momento (1920) se convirtió en toda una sensación para los investigadores, que aplaudieron y alabaron el trabajo realizado por Watson y su ayudante Rosalie Rayner.

Sin embargo, fueron duramente condenados cuando se hizo pública su relación sentimental y el psicólogo fue señalado como inmoral y depravado.

Tras el escándalo Watson y Rayner contrajeron matrimonio y tuvieron dos hijos.

Sobre el paradero del pequeño Albert y qué fue de su posterior vida no se supo nada hasta que en 2009 se investigó sobre el tema y salió a la luz el experimento.

Algunos investigadores apuntan a que se llamaba realmente Douglas Merritte y que falleció en 1925 a los seis años de edad a causa de una  hidrocefalia provocada por una meningitis.

Otras investigaciones apuntan a que su verdadero nombre fue William Barger, que vivió hasta los 87 años de edad (murió en 2007) y fue consciente durante toda su vida que había sido objeto de dicho experimento.

 


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