Rebekah O’Brien es una mujer inglesa de 26 que trabaja en un teatro, y se mudó a Kenia para casarse con un guerrero Maasai, aunque su historia terminó dando un gran giro.
La joven confesó que le había atraído Rempesa Ole Kirkoya, de 40 años, luego de que él y parte de su grupo de danza tribal viajara a hacer algunas presentaciones en el Reino Unido. Ahí ambos se conocieron, hace ya 3 años, al pasar por el teatro en el que ella trabajaba. Rempesa, por su parte, era el carnicero del pueblo del que provenía.
A pesar de que ninguno podía comprender lo que decía el otro, Rebekah dijo sentir una química instantánea entre ambos. Así que después de un tiempo decidió ir a visitarlo, y se quedó por nueve semanas en una tienda. En el pueblo no había agua potable, electricidad ni muchas otras cosas.
Tampoco importó que Rempesa ya tuviese una esposa en la villa donde vivía. El romance comenzó junto a su «mujer» (quien ayudaba a traducir las conversaciones) y los 5 niños que tenían.
«Como mujer occidental en Kenia, muchos sospechaban de mí, pero Rempesa era tan amable, comprándome comida y bebida y siempre tenía tiempo para mí, lo que me hizo sentir bienvenida y especial», comentó la inglesa.
Cuando volvió a su país, el hombre la siguió al poco tiempo. Fueron a un hotel a tener relaciones y después acordaron volver a África y casarse. Aún si Rempesa seguía viviendo con su esposa, decía que su matrimonio estaba acabado.
Los amigos de Rebekah le decían que ella estaba loca por lo que hacía, se iba a ir a vivir a un pueblo donde no había nada, con su nuevo amor y su antigua esposa e hijos. Pero la joven no tenía muchas expectativas de los hombres en su país, así que decidió que quería cambiar su vida… aunque no fue como esperaba.
Primero, la esposa de su enamorado, Joyce, murió. A pesar de que había dado la bendición a Rempesa para su nuevo matrimonio, los vecinos culparon a la nueva habitante del pueblo de esto.
Finalmente, la boda se llevó a cabo. Apenas se casó quedó embarazada, pero terminó con su reciente esposo antes de que el hijo naciera, para volver a Inglaterra. El bebé murió trágicamente a las seis semanas, y Rebekah volvió a Kenia.
Todos pensaban que se iba a reconciliar con su marido y que volverían a intentarlo, pero en vez de eso la mujer tuvo un amorío con Lawrence, su hijastro de 19 años, quien aún es un estudiante.
Ambos se volvieron muy cercanos, pero la relación volvió a tomar un giro inesperado. Rebekah volvió a quedar embarazada, esta vez del hijo de su esposo, y viajó a Inglaterra para dar a luz en las mejores condiciones y cerca de su familia.
La mujer confiesa que espera que Lawrence venga pronto a su país para visitar a su hijo, Kito, aunque el joven no tiene recursos para ayudarla a mantener al bebé. Lo más extraño de todo: cree que el adolescente aún la ve más como a una madre que como a su «novia», por lo que las cosas podrían volverse aún más complicadas.