Hará todo lo posible por evitar cambios que afecten la rentabilidad de las empresas

El “bajón” económico de noviembre afina el perfil neoliberal de Rodrigo Valdés

El estancamiento que vive la economía chilena desde hace largos meses, ratificado ayer por un Imacec que arrojó una expansión de sólo 0,8 por ciento, inquieta al hombre de Hacienda y llama a hacer “todo lo posible” por revertir esta situación, que, de paso, tiene más componentes externos que internos. Valdés, un oficiante de los grandes mercados, volvió a confirmarnos cuál es su formación y devoción, la primera escrita como epílogo neoliberal globalizante, en tanto la otra es una simple fruición por sus amos y amigos en las corporaciones.

Por paulwalder

06/01/2017

Publicado en

Economí­a / Portada

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rodrigo_valdesEl Banco Central (BC) entregó este jueves el IMACEC de noviembre del 2016, cifra que marcó un 0,8 por ciento de aumento respecto al mismo mes del año anterior. El guarismo, aun cuando no es negativo, como en octubre pasado, estuvo muy por debajo de las expectativas de los actores económicos, que esperaban un alza de hasta 1,9 por ciento, y confirma el ciclo de estancamiento económico iniciado desde finales del 2013. La economía chilena, admitió más tarde el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, “está pasando por un bajón”, que, agregó, “todos debemos revertir”.

Las estadísticas divulgadas están en línea con las diferentes proyecciones trazadas por el mismo BC, los inefables organismos financieros internacionales y la gran mayoría de agentes privados, tales como banco de personas o de inversiones. En todos los casos, el cierre que tendrá la economía chilena para el año recién pasado estará en torno al dos por ciento, aun cuando la tendencia presiona a la baja. La OCDE, por ejemplo, estima que el PIB nacional no aumentará más que un 1,5 por ciento, cifra también compartida por el mismo BC de Chile.

Para el año en curso, las proyecciones son levemente más altas aun cuando no alteran la escena de estancamiento que se arrastra desde hace varios años. Tanto el Banco Central como la OCDE dilatan un poco más la actividad económica, la que podría alcanzar un aumento de hasta 2,5 por ciento. Este crecimiento, que sin duda no cambia de forma estructural las condiciones económicas, estaría influido por cambios más bien coyunturales basados en la reacción de los mercados ante algunas declaraciones y anuncios del presidente electo de Estados Unidos. En el mediano y largo plazo no hay claros indicios de un cambio en el panorama económico ni comercial.

La economía chilena no sólo está estancada en sus grandes números, sino que éstos son la consecuencia de una serie de otros factores. Las exportaciones han caído en torno a un 15 por ciento menos que el año anterior, en tanto las mineras más de un 18 por ciento. El desempleo, aun cuando no se ha elevado a cifras de anteriores décadas golpeadas por crisis globales, está contenido por la creación de trabajos por cuenta propia, informales y precarios. Muchos de ellos son actividades de comercio ambulante o a través de redes sociales.

Durante el punto de prensa de ayer, Valdés admitió que la cifra tiene otros ingredientes aún más complejos. En noviembre, aun cuando la minería aumentó un 2,2 por ciento, las actividades no mineras, desde el comercio a las manufacturas, creció sólo 0,6 por ciento.

Valdés, junto con expresar su desilusión por el desempeño económico, lanzó un mensaje muy coherente con su trayectoria y perfil pro empresarial. «Tenemos que trabajar más en el gobierno corporativo y en suma tenemos que seguir perseverando», señaló en un punto de prensa esta mañana, para agregar que «tenemos que hacer desaparecer ruidos innecesarios para que las empresas puedan tomar decisiones”.

¿Cuáles son los ruidos que escucha Valdés? Todo aquello que afecta el devenir y la comodidad empresarial para acumular utilidades. Cualquier demanda que venga desde los trabajadores y la ciudadanía, como ocurrió durante aquel mismo mes de noviembre con el congelamiento del reajuste a los funcionarios públicos en un 3,2 por ciento.

 

Esta vez Valdés fue bien concreto. Apuntó que “una moción parlamentaria aprobada en la Cámara sobre las sanitarias considera cambios sustanciales a las reglas del juego de una industria regulada” en tanto agregó que “el Gobierno no apoyará temas como los referidos a rentabilidad mínima, entre otros”.   Aun más: dijo que personalmente hará “todo lo posible para que esos cambios no se materialicen. La incertidumbre regulatoria cuando no es bien estudiada, cuando hay cambios que llevan incertidumbre, es bien dañina”.

En el clásico discurso neoliberal que hemos venido oyendo durante las dos últimas décadas, nos recordó que esta situación “requiere atención del mundo político” en cuanto a modificar los incentivos y cambiar reglas, ya que “más allá de las buenas intenciones, todo tiene efectos colaterales”.

En cuanto a la reforma al Código de Aguas, que sólo afectaría a un diez por ciento de las aguas, Valdés dijo que “se está trabajando para que los cambios impulsados no tenga efectos retroactivos”.

 

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