Figura política clave del nacionalismo vasco moderno, Arnaldo Otegi (Elgoibar, País Vasco, 6 de julio de 1958), impulsor decidido del proceso de paz y del silencio de las armas de la organización ETA, en la que militó hasta mediados de la década de los años 80, lleva tres años encarcelado –de una condena a seis años y medio– bajo la acusación de pertenecer a la dirigencia de ETA, sentencia acremente criticada por el nacionalismo vasco, tanto moderado como radical.
Impedido por las autoridades carcelarias españolas de hablar cara a cara con los medios de comunicación, Otegi accedió a responder un cuestionario que La Jornada le hizo llegar por medio de terceras personas. Licenciado en filosofía y letras, casado y con dos hijos, el líder vasco considera que su sentencia sólo puede entenderse si la interpretamos en términos políticos y no jurídicos
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Coleccionista, muy a su pesar, de un sinfín de condenas de los tribunales españoles, Otegi fue condenado en 2005 por el Tribunal Supremo a un año de cárcel por injurias al rey: El rey de España es el jefe supremo del Ejército español, es decir, el responsable de los torturadores y el que protege la tortura e impone su régimen monárquico a nuestro pueblo por medio de la tortura y la violencia
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La sentencia fue suspendida por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y, en 2011, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a su vez al Estado español a pagar 20 mil euros por daños morales al vulnerar la libertad de expresión de Otegi en el caso de las injurias al rey
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-Recientemente el Tribunal Supremo español sentenció a usted y a otros cuatro compañeros suyos a tres años y medio más de cárcel –sumarán seis años encarcelados si el recurso se rechaza– por ser, según los magistrados, los encargados de desmovilizar a ETA y propiciar la opción política del independentismo. ¿Cómo explica esa sentencia?
–Sólo podemos entenderla correctamente si la interpretamos en términos políticos y no jurídicos. En términos jurídicos es una auténtica aberración para cualquiera que cree en el derecho. Por el contrario, desde un punto de vista político forma parte de la agenda que manejan los enemigos de la paz en el País Vasco.
–La justicia española, ¿a qué intereses sirve en este caso?
–En la llamada transición democrática española
no hubo depuración ni petición de responsabilidades a los integrantes de los aparatos del Estado (entre ellos el Judicial), que sostuvieron de manera entusiasta el régimen fascista de Franco. Hoy, algunos componentes de las más altas magistraturas del Estado formaron parte de las estructuras de la dictadura. Así que no puede generarnos ninguna sorpresa el constatar que la mayoría de los integrantes de la judicatura española estén al servicio de los sectores que buscan el colapso del proceso de paz en el País Vasco.
–¿Hay alguna diferencia, en el aparato judicial, en la relación que mantienen con los poderes políticos y económicos?
–La OCDE sitúa el nivel de independencia judicial del Estado español en el puesto 64, justamente entre Egipto e Irán. Así que debemos ser claros al respecto: en España no hay división de poderes y no existe la independencia del poder judicial. Si un Estado así merece el calificativo de democrático es algo que dejo al criterio de los lectores.
–Se habla mucho, especialmente a raíz de la recuperación del poder por el PP, del poder que ejerce la derecha mediática
en la toma de decisiones del presidente Mariano Rajoy. ¿Qué piensa al respecto?
–Mire, yo hago primero una constatación: ¿cómo es posible que en un Estado que ha mantenido un régimen dictatorial durante décadas no exista la extrema derecha al menos de manera oficial? Sencillamente porque está integrada en el PP. Así que en términos intelectuales y como ejercicio para el debate podría conceder que existen sectores mediáticos que condicionan las decisiones de Rajoy… Pero en términos de un análisis político riguroso le digo que si esas decisiones tienen una naturaleza profundamente reaccionaria y conservadora, es sencillamente porque por encima de cualquier otra consideración el presidente español es profundamente conservador y reaccionario.
–¿A quién o a quiénes les interesa que ETA rompa su tregua y retome su actividad?
–A los sectores que estaban cómodos en el escenario anterior y que temen que la paz deje todavía más en evidencia su absoluta falta de argumentos democráticos para seguir negando al Pueblo Vasco sus derechos democráticos.
–¿Ve posible que eso suceda? ¿Usted lo justificaría?
–No va a suceder, pero si ocurriera mostraría mi rechazo frontal en términos políticos.
–¿Qué provocó el surgimiento de ETA, su declaración de tregua permanente?
–ETA nace como organización armada revolucionaria en respuesta a la estrategia de genocidio nacional que plantea el régimen de Franco contra el País Vasco, animada también por acontecimientos históricos como la guerra de Argelia o la propia Revolución Cubana. La decisión de dar por finalizada su campaña armada es fruto de la decisión de las bases sociales y militantes de independentismo de izquierdas de cerrar una fase de nuestro proceso de liberación e iniciar una nueva que debe desarrollarse única y exclusivamente por las vías pacíficas y democráticas.
–En este incipiente proceso abierto tras la declaratoria de ETA, ¿a quiénes corresponde asumir responsabilidades y pedir perdón?
–Todas las partes involucradas debemos asumir nuestras responsabilidades en el dolor que hemos generado con nuestras palabras o acciones. El reconocimiento del dolor causado nos corresponde a todos.
–Usted fue militante de ETA hace más de 30 años. Estuvo encarcelado por esa razón. Al tiempo, ya en libertad, emergió como líder del movimiento independentista político, abierto, dando la cara, tanto que llegaron a compararlo los medios españoles con el irlandés Gerry Adams. ¿Cómo fue esa transición?
–Siempre viví con naturalidad mi compromiso político y fue el encarcelamiento de la mesa nacional de Herri Batasuna lo que me catapultó a la actividad pública. Desde entonces he tratado de ser honesto con los principios que siempre deben guiar a un revolucionario y he trabajado para que el independentismo vasco de izquierdas hiciera una transición hacia posiciones políticas que defendieran el uso exclusivo de métodos democráticos. Pero la primera transición es la que uno necesita hacer en su propia conciencia para después trasladarla al resto, y ese tránsito es duro, difícil y, al mismo tiempo, apasionante, sobre todo si culmina con éxito, como es nuestro caso.
–Lleva tres años tras las rejas. ¿Cómo es su día a día? ¿Con quiénes se relaciona? ¿Cómo ve al mundo desde la cárcel?
–Haciendo un cómputo global de mis estancias en la cárcel, llevo 10 años cumplidos. Mi día a día se estructura (siguiendo los consejos de Nelson Mandela) entre el deporte, la lectura y el estudio, con el objetivo de seguir formándome para el día que recupere mi libertad. En cuanto a mi diagnóstico sobre el mundo, de manera resumida es así: el mundo vive una auténtica crisis de civilización, en la que convergen al mismo tiempo una crisis sistémica del capitalismo (de acumulación), una energética (ya sobrepasamos el pico en la producción petrolera) y una ecológica (cambio climático), que ponen en riesgo el planeta y nuestra especie. Todo esto, además, trae como consecuencia lógica un peligrosísimo escenario de disputa de la hegemonía mundial entre una potencia en riesgo de ser decadente (Estados Unidos) y las potencias emergentes, como China, fundamentalmente. En este contexto, la reivindicación de un orden mundial diferente es una necesidad evidente. O socialismo o barbarie.
–En esa línea, ¿qué opinión le merece la actitud de los militantes de ETA que se deslindaron de la organización desde hace algunos años y han optado por salidas personales?
–Soy crítico en términos políticos con quienes adaptaron esa decisión, aunque la respeto en términos personales. Creo profundamente que las decisiones y propuestas deben ser colectivas, aunque necesariamente después tengan que ser materializadas en términos individuales.
–¿No cree que se adelantaron, de algún modo, a los tiempos?
–No. Al contrario, pienso que se equivocaron en los tiempos y en las formas.
–¿Es eso condenable?
–La condena es una categoría moral que desde mi punto de vista no debe emplearse para definir posiciones políticas. Para mí, su posición es criticable en términos políticos, pero debe ser expresada en términos escrupulosamente respetuosos.
–¿Hay algo de lo que se arrepienta?
–Para un revolucionario (o aspirante a serlo) no debe haber juez más severo que su conciencia. Soy especialmente crítico con algunas cosas que he hecho, así que puedo señalar a modo de ejemplo dos: las declaraciones que he efectuado y que han podido añadir más dolor a las víctimas (aún siendo involuntarias) y el no haber hecho más para evitar la ruptura del último proceso de diálogo que mantuvimos con el gobierno de Rodríguez Zapatero.
–Ya instalados en el hoy político, ¿ve al País Vasco independiente? ¿Eso es posible dadas las condiciones político-económicas que imperan en el mundo?
–En la últimas elecciones celebradas en el País Vasco estuvimos a mil, 2 mil sufragios de ser la fuerza más votada. Así que estoy totalmente convencido de que los vascos seremos un Estado en Europa. En términos económicos, nuestra renta per cápita es una de las más altas del continente (34 mil euros), nuestro tejido industrial es sólido, nuestra geografía envidiable, y frente a nosotros tenemos una España que acaba de ser auxiliada parcialmente y corre grave riesgo de ser rescatada totalmente en los próximos meses. España, como Estado, es un proyecto fallido en términos políticos y económicos. Nuestra independencia es ya también una auténtica necesidad económica.
–¿Qué los diferencia a ustedes, los vascos, de los españoles, de los catalanes, de los gallegos?
–Somos sencillamente un pueblo con identidad nacional diferente a la del resto. Ni mejores ni peores.
–¿Bajo qué premisas debería darse la entente cordiale con Madrid?
–La ecuación para el entendimiento tiene su ingrediente principal en la palabra respeto. Respeto a nuestra condición nacional y a nuestro derecho a decidir pacífica y democráticamente nuestro futuro.
–En su más reciente escrito se despide invocando, entre otros personajes, al Che y a Fidel Castro. ¿Qué es para usted América Latina?
–América Latina, y México en primer lugar, es el continente que acogió a nuestros antepasados cuando abandonaron el país por razones de persecución política o exclusión económica (entre ellos algunos de mis familiares que hoy residen en el DF y a los que envío un gran abrazo).
“Además, es el continente del realismo mágico, de García Márquez y Neruda, de Carlos Fuentes y Galeano, de Diego y Frida, de Carpentier, de Camilo y el Che, del socialismo del siglo XXI, de Zapata y Bolívar, de Allende y Arbenz, de la Repsol nacionalizada. ¡De tantas cosas! Hay continentes que fabrican productos. América Latina, además, es la gran fábrica de sueños libertarios e igualitarios del planeta. Si no existiera deberíamos de inventarla.”
Tomado de Rebelión