Las “fake news” y la acción anti sistémica de hoy

Sin entrar en los detalles referidos a la propiedad sobre los medios de comunicación de masas en Chile, la TV abierta se concentra en cuatro grupos que controlan alrededor del 95 % de la sintonía

Por Director

07/01/2019

Publicado en

Columnas

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Sin entrar en los detalles referidos a la propiedad sobre los medios de comunicación de masas en Chile, la TV abierta se concentra en cuatro grupos que controlan alrededor del 95 % de la sintonía. En materia de medios impresos, un porcentaje similar de captura de destinatarios se distribuye en sólo dos grupos: COPESA y EL Mercurio, todos ellos unificados en su naturaleza ideológica.

 

En los últimos años se ha observado una fuerte tendencia a la disminución en el consumo de medios impresos y el aumento permanente de la demanda de los sistemas audiovisuales y medios informáticos virtuales.

 

Entre estos medios virtuales, se abren camino una cantidad interesante de espacios no alineados al perfil ideológico dominante de la industria, no obstante sus posibilidades de masificación e incidencia son marginales para competir con los colosos de las comunicaciones, que desarrollan esfuerzos arrolladores de colonización de dichos espacios, generando una presencia imposible de ser minimizada o relativizada por estos medios alternativos.

 

En un estudio de 2015, refiriéndose a los canales de acceso a la información, CADEM señala que: “…en cuanto al medio favorito de los encuestados… es liderado por la TV abierta con 35%, seguido por Facebook con 17%, Radios 15%, TV por cable 14%, diarios y portales digitales 12%. Twitter 3% y diarios impresos 3%. (1)

 

“Por grupo etario, los diarios y portales digitales en el tramo 18-34 ocupan el tercer lugar con 19%, mientras que en el tramo 35-54 alcanzan el quinto lugar con 10%. En tanto los diario impresos, solo alcanzan el 2 y 3% en ambos tramos” (ídem).

 

El simple sentido común y la observación directa, sugieren que se mantiene una tendencia progresiva en el estilo de consumo de información, aumentando las preferencias por la información a través de Internet, con enganche creciente a las redes sociales virtuales, lo que estaría en directa proporción con el mayor y mejor acceso a Internet, con la cantidad de información disponible en este medio y con el aumento proporcional de nativos digitales.

 

El Diario La Tercera apunta: “Un estudio de Halpern señala que Chile tiene uno de los mayores niveles de penetración de Facebook entre universitarios a nivel mundial, con el 96,4% de estos estudiantes usando esta red. Su uso es mayor que en países como EE.UU., España y Canadá”.(2) Según se señala en este mismo artículo, los usuarios de esta red, en nuestro país, que en el 2007 eran solo 39 mil, alcanzan hoy a 13 millones, siendo el 90 % de los usuarios de smartphones los que interactúan con esta red. Esto implica que más del 74%de la población total usa este medio de interacción social y de información. Si excluimos a la población menor de 10 años y mayor de 75, que representan un 18,35 % de la población total de Chile (3 millones, 225 mil habitantes) los 13 millones representan el 90,6% de los 14 millones, 349 mil habitantes que tienen entre 10 y 75 años.

 

Cabe destacar que según el mismo estudio citado de CADEM, Facebook alcanza el 30% en referencia al medio preferido de información, en la población entre 18 y 34 años y la tendencia al alza proporcional es evidente: quienes estamos en contacto con grandes grupos de jóvenes, podemos observar con claridad que la conexión a internet se ha ido transformando, de una circunstancia casual y focalizada en ciertos momentos y espacios, a una conexión permanente en todos los espacios del cotidiano, invadiendo incluso los contextos más íntimos de convivencia, generándose un reposicionamiento jerárquico de los agentes socializadores, y una redistribución del peso específico de los que Althusser denominara los Aparatos Ideológicos del Estado, (3) entendiendo que además se evidencian hoy los claros vasos comunicantes entre los intereses del poder económico privado y los poderes estatales.

 

Se agrega a lo anterior que casi la totalidad de la información que es producida y es accedida a través de medios como la TV Abierta, la TV-cable y la prensa escrita, es también accedida a través de las redes sociales y en otros espacios de las plataformas virtuales. Se establece así una relación entre estos canales de información y la conciencia de masas, esencial en la evaluación del escenario en que se desenvuelven las fuerzas anti sistémicas y que ha acompañado y dado forma a las últimas grandes transformaciones políticas de la historia universal.

 

Aun cuando estos datos son lapidarios y sus efectos evidentes se manifiestan en los comportamientos ciudadanos, los movimientos anti sistémicos no han teorizado ni han puesto en práctica estrategias coordinadas, a fin de enfrentar el crecimiento descomunal de esta variable de control social, dominadas por el continuismo de los poderes hegemónicos.

 

El capitalismo experimentó, durante el siglo recién pasado, fuertes derrotas que implicaron la desestabilización de su capacidad de control sobre el comportamiento histórico de la humanidad en su conjunto. Los procesos liderados por la fuerza antagónica fundamental a la burguesía, le obligó a re-teorizar sus diseños estratégicos. En este empeño, ha debido evidenciar la identidad que subyace entre Estado y capital, retrotrayendo la dinámica del control político a la necesaria rectoría de clase del diseño estatal, puesto en marcha con la revolución francesa. Retira al máximo posible del esqueleto institucional, la presencia de los intereses populares y hace retroceder los espacios ganados por ellos como consecuencia de los procesos socialistas, que no supieron consolidar suficientemente sus posicionamientos geopolíticos.

 

No obstante lo señalado, una significativa arista del escenario del siglo XXI es también el ensanchamiento potencial del campo activo antagónico del capital, en respuesta a su misma expansión, que despliega un esfuerzo neocolonial de magnitud global. Esta realidad, que suma, además, efectos críticos sobre el ecosistema, es también una plataforma-material-transversal para sus contradicciones fundamentales: la globalización se ha transformado en la base objetiva para el surgimiento de un natural lenguaje común, facilitador de una nueva conciencia de clase, más compleja y multiforme, que sin duda puede y debe ser articulada, al tiempo que la economía depende crecientemente de trabajadores altamente especializados, de profesionales, científicos y técnicos, que se posicionan estratégicamente en los tendones del modelo dominante, con competencias para el manejo de información cada vez más compleja.

 

Se puede aumentar significativamente las zonas de la realidad psicológica, social, cultural, política e histórica, para medir el paño que cortar, pero finalmente quiero señalar el asunto al que he querido referir esencialmente y que cristaliza en una pregunta esencial, pero no sin antes señalar que no es posible una transformación radical, sin el ensamble del mundo axiológico de los trabajadores: las estructuras y contenidos valóricos, son el soporte necesario para el nexo fundamental entre las concepciones intelectuales de la estrategia y la táctica y el quehacer histórico.

 

La pregunta entonces es: siendo el control de la información -en todos sus contextos- la actual herramienta de dominación ideológica más importante ¿cuál o cuáles son las consideraciones que los movimientos anti sistémicos deben tener presente, respecto de este escenario estratégico de acción sobre la conciencia de masas?

 

En este sentido, mi respuesta seguramente se aleja de la convención moralista, que suele estar contaminada de universalismos burgueses. Tiene que ver con la condición objetiva en que se debate la lucha ideológica, que para el campo popular, se define hoy como una incursión permanente en un territorio hostil, controlado en términos casi absolutos, por las fuerzas conservadoras y reaccionarias.

 

El mundo mediático de masas es –definitivamente- un escenario en donde los grandes poderes económicos, ejercen hoy su más absoluta soberanía ideológica, dirigiendo y generando en la conciencia, una ilusión monolítica sobre un archipiélago inconexo de mundos diversos.

 

Ante ello, sostengo que existen a lo menos, dos tareas urgentes:

 

  • Establecer diseños de redes de información virtual para coordinar la difusión e interpretación de los hechos, que permitan generar constructos coherentes con la condición necesaria para ejercer la acción anti sistémica.
  • Atacar la operatividad y los márgenes de confiabilidad de los poderes mediáticos del oficialismo, a fin de minar al máximo posible su capacidad de manipulación de conciencia, obstaculizando sus medios o canales de transmisión de mensajes y la construcción de su hegemonía.

 

Ambas tareas implican muchas consideraciones prácticas y suponen la pérdida del asco a ciertas prácticas que muchos, absurdamente, envuelven en una lógica moral disfuncional, que obstruye el combate en estos territorios del oficialismo capitalista, que no duda en desarrollar estrategias que atentan en contra del derecho al progreso y a la vida de las grandes mayorías del planeta y esto, definitivamente, ya no es un imaginario paranoico, es la evidencia de la cuerda floja que pisa el grueso de la humanidad.

 

Las prácticas comunicacionales y el combate de la información, se tornan hoy un campo de acción que debe ser concienzudamente organizado en tácticas sistemáticas, dirigidas en virtud de su peso estratégico para el control del poder y se transforman en un componente sin el cual no será posible generar las condiciones para conducir los cambios que requiere materializar el campo popular.

 

Si el acceso a la información significó una importante herramienta para el impulso de la conciencia de clase del mundo trabajador y para el avance de las fuerzas populares en las experiencias políticas del siglo XX, hoy, en el siglo XXI, tanto el bloqueo de los mensajes de la subversión de la conciencia popular, como la canalización de los mensajes orientados a reconstruir la conciencia anti sistémica, se tornan determinantes para ganar los espacios de poder necesarios.

 

Se requiere una estrategia integral y compleja. Esto que expreso, puede ser entendido como un llamado urgente a las organizaciones anti-neoliberales, a generar las instancias de debate necesarias, a fin de coordinar criterios teóricos y prácticos para desenvolverse en estos nuevos escenarios. ¿Cuál es el tipo de batallas que se pueden ganar? Es también un llamado a ejercer las acciones requeridas para viabilizar la fuerza política transformadora: Internet y las redes sociales se han transformado en espacios de gravitación fundamental para direccionar el curso histórico y al parecer -ante la asimetría sobre las posibilidades de control de dichos canales- la incidencia que ejercen estos espacios no resulta favorables para los intereses populares. Hay que hacerse cargo de ello, más allá de seguir fundando medios, lo que -dicho sea de paso- está muy bien.

 

 

 

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