La columna de Libertad: La mitad más uno está fracturada

No quiero ser más parte de este silencio cómplice. No quiero que se sigan sumando. No quiero que nunca más alguien sienta que puede arrebatar la vida a una mujer.

La columna de Libertad: La mitad más uno está fracturada

Autor: El Ciudadano


Por Pamela, Silvana, Ámbar y tantas más, cuyos nombres podrían ser el nuestro.

Muertas a manos de la violencia machista, que directa o indirectamente se llevó sus cuerpos, sus anhelos y esperanzas. Suicidadas a manos de una sociedad que calla, porque reconocer la propia mierda asquea, pero esconderlas debajo de la alfombra no basta porque el olor siempre termina saliendo. Y como a diario se suman, a diario las evitamos.

No son «enfermos», son victimarios sanos, hijos del patriarcado, que siguen sus vidas sonrientes y limpios. Impolutos. Con nueva vida y seguro, rápidamente, nueva novia; con menos años y menos peso, incluso podrían decir. Porque ellos siguen viviendo, sonriendo, gozando del aire que bajo la tierra ya no llega, donde los dolores se acumulan y las lágrimas se absorben.

Porque con o sin paridad el techo de cristal importa poco, diría Silvia, para las q no comen. Porque por mucho q luchemos seguimos siendo de segunda categoría. Porque hasta para morir hay q dar explicaciones «y sus hijos» y «por qué no denunció» … y así hasta un exasperante infinito de culpa a las víctimas.

Porque al final las preguntas siguen siendo hacia nosotras: las muertas, las violadas, las golpeadas, las insultadas, las que se esconden debajo de las hojas secas en un cementerio cualquiera. Y aún así seguimos sosteniendo y cuidando, criando y acompañando, incluso sanando y alegrando.

No quiero ser más parte de este silencio cómplice. No quiero que se sigan sumando. No quiero que nunca más alguien sienta que puede arrebatar la vida a una mujer.

De verdad es tan difícil? No somos sólo víctimas de la violencia machista, nos menosprecian, sin embargo, las tareas de cuidados producen harto más porcentaje del PIB que otras áreas de la producción, porque nuestro trabajo doméstico importa y tiene precio. El trabajo de cuidar 24/7 tiene un precio. Lamentablemente ese precio es nuestra salud mental y la carencia y dependencia económica. Y quienes trabajamos y cuidamos hipotecamos las horas de sueño para un descanso futuro que nunca llega o tal vez sí, pero en la tumba.

Nada de esto es justo, tal vez por eso deseé tanto tener un hijo y no una hija (entendía todo en binario en aquella época), no es sencillo ser mujer en sociedades tan profundamente desiguales.

La pobreza nunca terminará mientras quienes somos la mitad más uno estemos sujetas a los vaivenes del ánimo de un otro que tal vez se enoja porque no encontró su marca de vienesas favoritas o porque creyó que tu mirada lo estaba desafiando o no estaba puesto el programa a tiempo y no hay comida y tiene hambre o siente que no le pones suficiente atención a sus palabras.

Ellos tienen la prerrogativa de la razón. Sentados en sus sillones-trono, donde las cenicientas nos movemos alrededor para asear. O ese «joya» que en el puerperio desapareció porque la actividad sexual se fue, mientras la mujer sostiene una vida nueva a costa de la suya propia.

Ni todos ni todas ni todes. Lo tengo claro. Esto no es de blancos ni negros, porque esos todos los ven. Hablo de la cantidad de grises que se acumulan y se siguen llevando vidas o siguen martirizando a diario. Hablo del gris lavado de imagen de las reconciliaciones falsas y los perdones vacíos, esos que con el moretón aún marcado dicen te amo/ te quiero, esto pasa porque tú lo provocas. Esto pasa porque no te fijas. No (me) pones atención. Esto pasa porque no me quieres lo suficiente. Lo hago porque te quiero y te cuido… el maldito círculo de la violencia donde se termina culpando a las víctimas por no denunciar; sin entender lo profundo del daño, tan profundo que trasciende generaciones. Tan profundo q ni la muerte ni la lluvia ni una tonelada de gris logran cubrir ni tapar.

Es una herida abierta en nuestra América (no conozco otros continentes) pero sé que de México a nuestro sur se oye el grito de las que injustamente callaron. Son tantos nombres, son tantos que se simplifican en números para algún show gubernamental. No basta con nada de lo que hemos hecho hasta ahora. Debemos comenzar con les niñes y adolescentes, con educación sexual integral y crianzas con respeto e igualdad. Educación sobre el consentimiento dentro y fuera de la pareja… Hay tanto que hacer, tanto por gritar, denunciar, dar justicia y reparar.

Pero el sistema judicial sólo nos escupe. Tanta revictimización que cuando una niña de 4 años ha sido víctima de abuso lo primero que se hace es ignorarla o cuestionarla. Cuando una niña de 6 dice que la golpean, nadie se mete, porque son sus padres y ellos saben. Cuando la niña de 10 guarda silencio ante una tocación indebida a estos asquerosos les parecerá que les gusta?. Cuando a los 15 tiene relaciones obligadas ni siquiera se plantea el hecho de que es una violación si ella no lo desea. Cuando a los 17 aborta escondida es porque es una asesina y el típico “prostituta y quizás con cuántos andaba.”. Cuando a los 21 denuncia una golpiza y con 2 crías llega a la comisaría, se burlan de ella.

Nadie se mete, nadie hace algo. Todes somos cómplices del silencio. No bastan fotos de autoridades o famosxs entre codazos para salir adelante en las marchas ni pañuelazos entre las mismas. No bastan las declaraciones que leemos, las de siempre. Acciones concretas en las vidas de nuestras vivas para que no amanezcan muertas o desaparecidas o con un nuevo moretón o quiebre del alma.

Lo personal es político dicen, aún no lo entiendo, porque lo personal se sigue quedando dentro de la casa con esas murallas, que suenan cuando te empujan contra la pared, pero que del otro lado nunca hay nadie que escuche esa bulla.

Nos siguen matando, invisibilizando, insultando, desapareciendo, violando y golpeando. Y con todo seguimos trabajando, cuidando, maternando y apoyando a otras. Nunca olvidaré el comentario: «no parece q la hayan violado si se saca esas fotos así de contenta». Pero no hay justicia sin dinero en un país donde el asesino con plata se ofende y el que vende cds se muere.

Por eso no basta con rezar ni con gritar. Vamos a cambiarlo todo para parar con esto, aunque hoy duele más y me hago a un lado porque a veces el dolor inmoviliza las caderas y la mente. Yo hoy no puedo, pero sé que hay compañeras que estarán por todas. Porque cuando desaparecemos también en esa partida una parte de nosotras se va y cuando sanamos también lo hacemos juntas.

Por ti querida y por todas las que llegamos tarde a abrazar, que nuestras acciones encuentren utilidad en cada una de las trincheras donde damos cara y que alguna vez la política nos permita construir una mejor realidad.


Por Libertad Méndez, médica ginecóloga y candidata a constituyente por el Distrito 13 (El Bosque, La Cisterna, Lo Espejo, Pedro Aguirre Cerda, San Miguel, San Ramón).


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