Por Enrique Condés Lara
El pasado 23 de octubre, la nueva Rectora de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez, dijo en una entrevista: “Yo encontré una universidad muy estable, en lo económico, en lo académico y también en lo político.”
Qué bueno que así sea. Nadie en su sano juicio puede desear una institución universitaria sumida en el caos y el desconcierto, lo cual no significa guardar silencio o hacerse de la vista gorda ante problemas importantes que hay en la BUAP, algunos ampliamente conocidos, y sobre los que ya no se dice ni fu ni fa. Veamos algunos:
1. ¿Qué pasa con Lobos BUAP? ¿Quedará impune la ilegal privatización que se hizo del equipo en perjuicio de la Universidad? ¿Ya se olvidaron de los negocios, concesiones, utilización de dineros, espacios e instalaciones de la BUAP que indebidamente se hicieron alrededor de Lobos BUAP? ¿Perderá la Universidad su equipo de futbol y todos los recursos que se le invirtieron? ¿Qué se va a hacer al respecto?
2. La expedición de facturas falsas por más de 260 millones de pesos en los años recientes que llevó a la Auditoría Superior del Estado a denunciar ante la Fiscalía General del Estado a cinco funcionarios universitarios de primer nivel, el 21 de octubre de 2020: Alfonso Esparza Ortiz, rector; Rosa Isela Ávalos Méndez, abogada general; Mayela Martha Delong Carsolio, contralora general; Héctor Granados Rodríguez, contralor también; Óscar Gilbón Rosete, tesorero general. ¿Qué va a hacer la BUAP frente a tan bochornosa situación?
3. Las irregularidades en adquisiciones y manejo de las farmacias Fleming de la BUAP. ¿Se actuará contra los involucrados y se corregirán los problemas? ¿Cuándo y cómo?
4. Son un escándalo público las concesiones que se han otorgado a empresas, restaurantes y negocios fifís en espacios e instalaciones universitarias, sin que se rindan cuentas claras sobre las condiciones, ventajas (si es que las hubiere) y utilidades que aportan a la BUAP. En esta nueva etapa de la Universidad, ¿se continuará con esos mal disfrazados negocios particulares? De ser sí, ¿por qué?
5. No son pocos los universitarios que se preguntan, inquietos, si se pondrá un alto a los derroches y dispendios en la BUAP, específicamente si continuarán gozando, directores y altos funcionarios, de camionetas del año, con chofer incluido, a su servicio; ¿se mantendrán las partidas para “gastos de representación” y los fondos revolventes que tienen a su disposición? Bastante ahorrará la Universidad si aplicara una sana tijera en estos renglones.
6. Hace tres años, por un berrinche, un capricho o algún motivo inconfesable (vaya usted a saber), Alfonso Esparza Ortiz desconoció, sin dar explicación alguna, tal y como acostumbran los pequeños tiranos, un compromiso que suscribió para publicar y distribuir entre los profesores y estudiantes de la BUAP, el libro colectivo Asalto al Cielo. Lo que no se Ha Dicho del 68 que, con motivo del 50 aniversario del movimiento estudiantil de 1968 que conmocionó al país y ha tenido tantas repercusiones en el México actual, la institución brindaría gratuitamente a sus integrantes. Desde entonces, están embodegados 67 mil ejemplares de Asalto al Cielo que la BUAP, es decir la pasada Rectoría, se negó a reconocer a pesar de que firmó un contrato con los autores, la obra cuenta con ISBN tramitado por la misma institución ante la Dirección General de Derechos de Autor de la SEP y el texto de presentación del libro es –no lo va usted a creer— del propio Alfonso Esparza. ¿Existe ahora la voluntad para resolver el problema y resarcir los daños ocasionados a fin de que, pronto, los profesores y estudiantes de la BUAP reciban su ejemplar de Asalto al Cielo?
7. Los convenios con los medios informativos buenos, regulares y malos de radio, tv y prensa escrita, de mucha, regular o nula circulación o audición, que se establecieron para promocionar la imagen, léase “hablar bien”, de la Universidad, específicamente del Rector en turno, ¿continuarán? Si así fuera, ¿para qué? La BUAP no los necesita, ni los ha necesitado. A quienes sirvieron, quienes lo necesitaron, fueron los Rectores pasados para sus personales proyectos políticos extra-universitarios.
Por muchísimas razones, los ciudadanos de este el país con frecuencia tenemos la sensación de que estamos pintados, pintados de invisible; que para los políticos, o somos invitados de piedra o nos ven como masa de maniobra a la que prometen unas cosas pero hacen otras, o no le cumplen; que en las altas esferas, en “lo oscurito”, o en ámbitos fuera del alcance y conocimiento de la ciudadanía, se tejen acuerdos y entendimientos, o también, por el contrario, desencuentros y fricciones. Todo siempre al margen y distantes del conocimiento de los mortales, de los ciudadanos de a pie.
Estaremos los universitarios de la BUAP ¿pintados de invisible?
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