¿Participación Ciudadana para unos pocos?

La participación ciudadana, ha sido  un tema de debate durante los últimos años por parte de los partidos políticos, Gobierno, ONGs, opinión pública, entre otros

La participación ciudadana, ha sido  un tema de debate durante los últimos años por parte de los partidos políticos, Gobierno, ONGs, opinión pública, entre otros.

No es una sorpresa que la ciudadanía adquiera lentamente espacios para participar en la toma de decisiones públicas. De a poco las autoridades comprenden que decisiones participativas generan una mayor legitimidad de los actos y una corresponsabilidad en los procesos y resultados.

La participación ciudadana ya no tiene vuelta atrás, y esto se justifica si entendemos que la democracia (como sistema político) a medida que va madurando, requiere de una sociedad  civil activa en su participación dentro del sistema político. En palabras de Cohen y Arato (1992), la sociedad civil se considera como fuente de legitimidad del orden social y político, entonces la participación en la comunidad política se impone como una necesidad de toda sociedad para ser considerada democrática.

El diagnóstico es claro, y de no mediar pequeños matices, es  compartido por todo el espectro político que recorre el eje izquierda-derecha.

Sin embargo hay un fenómeno que ocurre más habitualmente de lo imaginable. Este fenómeno puede denominarse como la “Elitización de la participación ciudadana”.

Generalmente quienes intentamos especializarnos en la temática de la participación ciudadana no profundizamos más allá de la generación de los espacios para la participación ciudadana. Olvidamos lo fundamental que resulta que esos espacios de participación que tanto exigimos, sean efectivamente utilizados, que exista entonces un empoderamiento ciudadano de los espacios de participación.

Ese empoderamiento, en rigor sí existe, porque la ciudadanía utiliza los espacios. El problema es qué tipo de ciudadanía es la que efectivamente utiliza los espacios de participación ciudadana que se han logrado generar.

Nos encontramos en muchas ocasiones, que las organizaciones ciudadanas, o bien ciudadanos a pie que se empoderan de los espacios de participación, son los que han tenido un comportamiento de participación histórico, reconocidos por las autoridades y con un mayor acceso a la información que emana desde las instituciones. Finalmente ocurre que una “elite ciudadana” termina por utilizar los espacios de participación, cerrando la posibilidad -de manera involuntaria o quizás de manera voluntaria-  de participar a la mayoría de los ciudadanos.

Frente a lo anteriormente expuesto, surgen voces que sugieren que hay un desinterés manifiesto de la ciudadanía por participar, y que resulta entonces imposible convencer al “resto de la ciudadanía” a utilizar los espacios de participación (“no podemos obligarlos a participar”). Como consecuencia se termina perpetuando el fenómeno que denomino “Elitización de la participación ciudadana”.

El desinterés por participar no debe ser planteado como una “causa”  para la no participación, ya que eso lo transforma en una variable imposible de abordar. El desinterés debe entenderse como un efecto de la desinformación y fundamentalmente a los mínimos niveles de cultura cívica-política que existe en la ciudadanía chilena.

Si el desinterés es un efecto (tal como pretendo mostrar en este documento) debemos atacar las causas ya citadas.

La desinformación se debe revertir diversificando las estrategias de difusión que emanen desde los organismos públicos. No basta con la entrega de dípticos a directivas de organizaciones de la sociedad civil que suelen participar en las convocatorias. Debe apuntarse a toda la ciudadanía, utilizando la mayor cantidad de herramientas, fortaleciendo la transparencia activa, acercando la institucionalidad a los barrios, utilizando fuertemente las TICs [Tecnologías de Información y Comunicación].

Los mínimos niveles de cultura cívica-política de los ciudadanos, son la causa fundamental del desinterés y debe ser abordado con una política de largo plazo. Educación cívica en las escuelas y liceos, que fomenten el deseo de participar, de conocer sus derechos y deberes ciudadanos, de conocer la política y su importancia en la sociedad, de conocer la función de las autoridades, de conocer los canales existentes para participar y ser parte de la gestión del territorio en el que se habita.

Con certeza se requiere de una sociedad con individuos informados e interesados en participar, que tengan acceso igualitario a los espacios de participación.

Se requiere, por tanto, de una sociedad con un fuerte contenido político.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones