A 30 años del levantamiento zapatista: El movimiento que sembró la digna rebeldía

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional celebra el aniversario del levantamiento que sacudió el statu quo mexicano

30 años del levantamiento zapatista

Miles de personas participan de las  actividades en el estado de Chiapas, sureste de México, para conmemorar el 30° aniversario de su levantamiento.

Las actividades fueron convocadas por comunidades zapatistas y el EZLN, extendida a personas, grupos, colectivos, asociaciones, organizaciones y movimientos firmantes de la llamada Declaración por la Vida, a los pueblos originarios acuerpados en el Congreso Nacional Indígena, a la Sexta Mundial, a las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos y, “especialmente, a quienes tienen en la creación artística su destino, a la celebración del treinta aniversario del inicio de la guerra contra el olvido”, señalaron.

Ver: Miles celebran 30 años de insurgencia zapatista en Chiapas (La Jornada de México)

La jornada de México reportó: “Miles celebran 30 años de insurgencia zapatista en Chiapas. Con un festejo multitudinario y multigeneracional, conmemoran tres décadas del alzamiento armado del EZLN. Llegaron miles de bases de apoyo de todas las regiones bajo su influencia, además colectivos y organizaciones de México y una veintena de países, principalmente de Europa. El mensaje fue contundente en el Caracol “Resistencia y Rebeldía: Un Nuevo Horizonte”,  en el poblado de Dolores Hidalgo, Ocosingo: “La propiedad debe de ser del pueblo y común, y el pueblo tiene que gobernarse a sí mismo”.

Ver también:  Especial, 30 años levantamiento zapatista

El levantamiento zapatista

  En la madrugada del 1 de enero de 1994, el mundo presenció el despertar de un movimiento que resonaría a lo largo de la historia: el levantamiento zapatista en Chiapas, México. Este acto de resistencia fue impulsado por la profunda desigualdad social, la marginación de las comunidades indígenas y  los continuos asesinatos: “Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada”, es una de las freses íconos del movimiento.

 El Subcomandante Marcos, líder carismático y enmascarado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), encabezó la rebelión que buscaba la justicia social, el reconocimiento de los derechos indígenas y la democratización del país. Hoy, Marcos, es capitán.

El EZLN eligió la fecha simbólica del 1 de enero para iniciar su lucha, marcando el aniversario de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ante el temor que aumentaría la explotación económica y la pobreza en las comunidades indígenas

Este levantamiento zapatista no solo fue un acto de rebeldía, sino también un llamado a la construcción de un mundo más justo y equitativo. La imagen de los zapatistas, con pasamontañas y rifles, pero también con palabras de esperanza, resonó en la conciencia global, inspirando movimientos sociales y despertando la atención sobre las desigualdades sistémicas.

El 1 de enero de 1994 marcó el inicio de una lucha persistente y la promesa de un futuro donde los derechos indígenas y la justicia social fueran pilares fundamentales de la sociedad mexicana.

Un mensaje con historia: Cuarta Declaración de la Selva Lacandona en 1996

No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.

Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada.

Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.

Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos.

Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia.

Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio.

Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios.

Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergenzas.

Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro.

Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos.

Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas.

Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.

Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido.

Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras.

Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas fueron nuestras banderas en la madrugada de 1994. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias.

Nuestra sangre y la palabra nuestra encendieron un fuego pequeñito en la montaña y lo caminamos rumbo a la casa del poder y del dinero. Hermanos y hermanas de otras razas y otras lenguas, de otro color y mismo corazón, protegieron nuestra luz y en ella bebieron sus respectivos fuegos.

Vino el poderoso a apagarnos con su fuerte soplido, pero nuestra luz se creció en otras luces. Sueña el rico con apagar la luz primera. Es inútil, hay ya muchas luces y todas son primeras.

Quiere el soberbio apagar una rebeldía que su ignorancia ubica en el amanecer de 1994. Pero la rebeldía que hoy tiene rostro moreno y lengua verdadera, no se nació ahora. Antes habló con otras lenguas y en otras tierras. En muchas montañas y muchas historias ha caminado la rebeldía contra la injusticia. Ha hablado ya en lengua náhuatl, paipai, kiliwa, cúcapa, cochimi, kumiai, yuma, seri, chontal, chinanteco, pame, chichimeca, otomí, mazahua, matlazinca, ocuilteco, zapoteco, solteco, chatino, papabuco, mixteco, cuicateco, triqui, amuzgo, mazateco, chocho, izcateco, huave, tlapaneco, totonaca, tepehua, popoluca, mixe, zoque, huasteco, lacandón, maya, chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal, mame, teco, ixil, aguacateco, motocintleco, chicomucelteco, kanjobal, jacalteco, quiché, cakchiquel, ketchi, pima, tepehuán, tarahumara, mayo, yaqui, cahíta, ópata, cora, huichol, purépecha y kikapú. Habló y habla la castilla. La rebeldía no es cosa de lengua, es cosa de dignidad y de ser humanos.

Por trabajar nos matan, por vivir nos matan. No hay lugar para nosotros en el mundo del poder. Por luchar nos matarán, pero así nos haremos un mundo donde nos quepamos todos y todos nos vivamos sin muerte en la palabra. Nos quieren quitar la tierra para que ya no tenga suelo nuestro paso. Nos quieren quitar la historia para que en el olvido se muera nuestra palabra. No nos quieren indios. Muertos nos quieren.

Para el poderoso nuestro silencio fue su deseo. Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos. Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la memoria y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido.

Hablando en su corazón indio, la Patria sigue digna y con memoria.

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