Autorretrato de Max Beckmann alcanza precio récord en subasta alemana

Se prevé que un autorretrato temperamental del expresionista del siglo XX Max Beckmann pintado durante su exilio holandés de los nazis rompa el récord de un precio asegurado en una subasta en Alemania cuando se subastará en Berlín la próxima semana.

Los amantes del arte acudieron en masa primero a Nueva York y luego a Berlín para ver la pintura en proyecciones previas, que ofrecieron una rara oportunidad de ver una obra maestra que siempre ha estado en manos privadas.

Es poco probable que un museo lo compre en la venta del 1 de diciembre debido a su precio astronómico, pero en su lugar podría ir a otro coleccionista individual, lo que significa que es posible que no sea posible volver a verlo.

Selbstbildnis gelb-rosa (Autorretrato Amarillo-Rosa), pintado entre 1943 y 1944, está valorado entre 20 y 30 millones de euros, la etiqueta de preventa más alta para una obra de arte en Alemania, en lo que los expertos del mercado sugieren que puede presagiar una nueva y prestigiosa era para las subastas de arte alemanas.

La casa de subastas Villa Grisebach ha estado durante años a la sombra de sus competidores más conocidos de Nueva York y Londres, como Christie’s y Sotheby’s. La directora de Grisebach, Micaela Kapitzky, dijo que agradecía la atención que la venta, el resultado, dijo, de años de generar confianza con el propietario de la pintura, ahora estaba brindando al mercado del arte de Alemania.

“Es una gran señal de confianza en el mercado alemán, y esto marca una oportunidad única para los coleccionistas que no volverán a aparecer”, dijo. Después de haber tenido el privilegio, dijo, de tener la pintura en su propia oficina antes de que fuera exhibida, dijo: “Quien tenga la suerte de poseer esto reconocerá la presencia agradable que es. A pesar de las difíciles circunstancias en las que fue creada, la figura emana una fuerza y ​​una calidez increíbles. Está siempre presente, ayudado por su tamaño más grande que el natural, y no te deja ir”.

Beckmann se fue de Alemania a Amsterdam en 1937 un día después de escuchar a Adolf Hitler pronunciar un discurso condenando a los artistas «degenerados». Posteriormente, las autoridades confiscaron 500 de sus obras de los museos. Beckmann y su esposa, Mathilde, conocida como Quappi, nunca regresarían y emigraron a los EE. UU. una década después, donde murió en 1950.

Cuando Amsterdam fue invadida por las tropas alemanas en 1940, dejó de ser un refugio seguro y se retiró a su estudio en un antiguo depósito de tabaco junto al canal, donde su pintura, en particular sus autorretratos, se convirtió en la clave de su supervivencia, o como el crítico de arte Eugen Blume dijo, “expresiones emblemáticas de la crisis espiritual que soportó”. La década que pasó en la ciudad holandesa se convirtió en su etapa más prolífica.

“Beckmann tuvo que ver impotente cómo los ocupantes alemanes internaban a judíos holandeses, entre ellos amigos personales suyos, en el campo de concentración de Westerbork”, según Blume. Beckmann evitó por poco ser llamado a filas debido a una enfermedad cardíaca, pero vivía con el temor constante de que lo arrestaran o confiscaran sus pinturas. “Retirarse a su taller… se convirtió en una obligación autoimpuesta que lo protegía de derrumbarse”, dijo Blume.

El artista escribió en su diario: “Muerte silenciosa y conflagración a mi alrededor y, sin embargo, sigo vivo”.

Según Kapitzky, Beckmann “le regaló varios de sus autorretratos a Quappi, y luego se los quitó para dárselos a sus amigos o venderlos. Pero a este se aferró y nunca lo soltó hasta su muerte en 1986.

“Muy posiblemente esto se deba a lo que representaba”, agregó. “Se ha pintado a sí mismo como un hombre joven y está lleno de vitalidad y una fuerza interna y desafío, su voluntad de superar este momento difícil, y también está su sonrisa tranquila y enigmática”.

Los historiadores del arte están sorprendidos por el uso inusual que hace Beckmann de colores brillantes en el trabajo, especialmente la tela amarilla y el ribete de piel viva de lo que posiblemente sea una bata, o un guiño a sus representaciones de lo que él llamó la figura de su «rey artista», que expresa soberanía. sobre sí mismo, en un momento en que a menudo se sentía atrapado.

Esta imagen se vería cada vez más eclipsada por su condición de refugiado, y Beckmann describió la figura que encarnaba como “buscando su patria, pero habiendo perdido su hogar en el camino”.

La obra la vende la familia de un abogado mercantil de Bremen que había vivido en Suiza hasta su muerte en 2006, que la había adquirido a la familia Beckmann. El autorretrato fue considerado el objeto más preciado de su colección de arte, que incluía otros gráficos de Beckmann y Pablo Picasso, algunos de los cuales ya han sido subastados en Nueva York.

Martin Krause, de Grisebach, que llevará a cabo la subasta, dijo que la estimación del precio de hasta 30 millones de euros era realista. Otra pintura de Beckmann, Bird’s Hell, se vendió en Christie’s en Londres hace cinco años por 36 millones de libras esterlinas (41 millones de euros en ese momento), su precio inicial es mucho más bajo que la pintura actualmente a la venta. Su Autorretrato con trompeta se vendió en una subasta en Nueva York por 22,5 millones de dólares hace más de dos décadas.

Fue otra pintura de Beckmann, El egipcio, de 1942, la que en 2018 alcanzó lo que actualmente es el precio más alto jamás recaudado en una subasta alemana: 4,7 millones de euros, más del doble de su estimación de 2 millones de euros.

“A juzgar por las subastas anteriores de Beckmann, y debido a la rareza de este trabajo, esperamos una gran cantidad de compradores potenciales, en la sala, en línea y por teléfono, y que la competencia sea bastante feroz y ferviente. ”, dijo Krause. “Mi trabajo será mantenerme tan tranquilo como pueda en el fragor del drama”.

Fuente: The Guardian