Dirigenta territorial y profesora Elisa Rojas critica la inacción de la izquierda y el populismo penal de la ultraderecha, y propone a la organización ciudadana como la vía contra la delincuencia y la corrupción.
Este jueves 2 de octubre Elisa Rojas, profesora y dirigenta social de la zona norponiente de Santiago, expuso en el programa “La Mañanera” de Canal Ciudadano sus críticas, detallando cómo el movimiento Salvemos Chile al que representa, busca llevar una perspectiva territorial a la política. La entrevista se realizó en un contexto de creciente debate sobre la seguridad en sectores populares, donde Rojas, —quien es candidata a diputada por el distrito 8—, utilizó la plataforma para instalar la necesidad de medidas concretas que respondan a las problemáticas que viven día a día los vecinos de comunas como Pudahuel.
La dirigenta dudó en señalar que en las comunas populares: «todavía no hay una crisis desatada como en otros países”, pero efectivamente hay un importante problema de seguridad. Enfatizó que la institucionalidad «queda absolutamente corta», por ello, la propuesta central del Movimiento Ciudadano Salvemos Chile es la organización vecinal con recursos directos del Estado para invertir en la seguridad cotidiana, junto a la creación de una Contraloría Social para fiscalizar a las instituciones y policías dentro de la comuna.
Rojas describió el movimiento Salvemos Chile como una agrupación transversal de vecinos y vecinas que están absolutamente indignados con toda la crisis de corrupción que hay en este país, según sus palabras. La dirigenta amplió la mirada, señalando que la indignación abarca la corrupción política y judicial, las mafias criminales, la colusión de empresas y el abandono a los adultos mayores e infancias. En este sentido, criticó a la clase política por coludirse para «saquear igual el erario nacional», viendo un patrón de privilegios y olvido de los políticos elegidos una vez que llegan al poder, afirmando que: “Más allá de izquierdas y derechas, este es un problema estructural de país”.
Desde su experiencia como profesora, la candidata abordó la crisis de seguridad como un problema de pobreza estructural que se agrava por la falta de inversión en prevención y educación, lo que ella considera un error en la política de seguridad chilena. Por ejemplo, asegura que la problemática de la infancia es dramática debido a la invisibilización y la falta de espacios seguros. Señaló hechos preocupantes, como la alta tasa de depresión y obesidad en menores de 6 años, así como el abandono escolar, y fue categórica al indicar que: “el 70% de los jóvenes —infractores de ley— abandonaron el sistema escolar, la mayoría antes de los 15 años”, sentenciando que no se está llegando a tiempo para evitar estas situaciones.
Finalmente, sobre el panorama político, Elisa Rojas se desmarcó de las principales candidaturas presidenciales, al no sentirse representada por opciones que ella cataloga como «más de lo mismo» ni por la «charlatanería política». Lo que sí es que manifestó su preocupación por el ascenso de la ultraderecha, calificando sus propuestas de seguridad como «populismo penal puro y duro» el cual no ataca el problema estructural. En ese sentido, advirtió que el peligro de dar banda ancha a las policías sin fiscalización ciudadana, generaría riesgo de corrupción y violaciones a los Derechos Humanos, especialmente ante mafias internacionales que, según la dirigenta, tienen recursos y poder para comprar a las fuerzas de seguridad, fortaleciendo el crimen organizado en vez de la protección ciudadana.
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