El Impuesto a las Transacciones Financieras marca la escena mundial en un momento de crisis

No sé si llamar sorpresivo el anuncio de la canciller alemán, Ángela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, quienes se reunieron este lunes en el marco de las negociaciones para el pacto fiscal en la Unión Europea (en Berlín)

Por Wari

12/01/2012

Publicado en

Actualidad / Columnas

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No sé si llamar sorpresivo el anuncio de la canciller alemán, Ángela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, quienes se reunieron este lunes en el marco de las negociaciones para el pacto fiscal en la Unión Europea (en Berlín).

Su repentino apoyo a la creación de un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) con la finalidad de contribuir a la salida de la crisis económica y más importante aún, a solucionar el trance social que viven millones de personas -cuestión que muchos políticos olvidan- , es el gesto más visible de la profunda grieta que tiene en riesgo el presente y futuro del viejo mundo.

Hace poco más de 40 años (1971), James Tobin, formuló una alternativa para garantizar la estabilidad monetaria mundial –luego de que el entonces presidente Richard Nixon, ordenara no volver a respaldar el dólar norteamericano en oro-. Como era de esperar la iniciativa no prosperó y fueron las principales potencias económicas del mundo, las primeras en sostener que un sistema que grave las transacciones comerciales internacionales constituía un claro obstáculo al libre comercio, cuestión que afectaría –según consideraron- esencialmente a los países más pobres del planeta.

En opinión de Ignacio Ramonet, uno de los personajes más reconocibles de la emblemática editorial Le Monde Diplomatique, quien también ha participado activamente en la formación del movimiento internacional altermundista: “La libertad total de circulación de capitales desestabiliza la democracia. Por ello cabe establecer mecanismos disuasorios”. Uno de los cuales es, por cierto, la Tasa Tobín.

Esta opinión contrasta diametralmente con las declaraciones vertidas por el propio presidente francés, Sarkozy, en 1999, quien en medio de un debate en el que también participaron el dirigente del partido socialista y hoy candidato al Elíseo, François Hollande, el aspirante presidencial y actual presidente del movimiento demócrata francés (ex unión por la democracia francesa), François Bayrou, y el controversial, Robert Hue, quien en ese momento ejercía como secretario general del Partido Comunista; señalara: «El asunto de la Tasa Tobín es un absurdo. (…) Por qué razón nosotros la aplicaremos si ningún otro país lo hará».

Realmente curioso es el giro de tuerca de Sarkozy, quien esta semana afirmó abiertamente: “Mi convicción es que si nosotros no damos el ejemplo (Alemania y Francia), no se hará”, defendiendo la creación de este Impuesto.

Ramonet, explica que con una tasa del 0,1% sobre cada una de las transacciones comerciales y financieras internacionales, se obtendrían anualmente alrededor de 166.000 millones de dólares (más del doble de la cantidad anual necesaria para erradicar la pobreza extrema en dos años).

Sin duda, este impuesto es una alternativa al actual sistema, y así parece empezar a entenderlo la Unión Europea. Personalmente espero, por el bien del ciudadano común, que en Estados Unidos no tengan que volver a vivir una crisis como la de 2008, para dejar atrás el sesgo y credo absurdo, de que el sistema económico ha de primar como un valor absoluto, cuestión que la propia Sociedad Civil, particularmente durante 2011, ha comenzado a poner en tela de juicio.

Por Cristhián G. Palma Bobadilla

 

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