Eso de andar de hombre

Salgo a la calle con mi traje de hombre, voy andando seguro, exitoso, ganador, registro los carteles que me alientan a sentirme más hombre: ponla, hazlo, acaba con ella… Registro perfumes que sirven para cazar, calzones que producen escozor, coches que me prometen la felicidad completa al instante… pastillas que me rodean y me anuncian […]


Autor: Director

Salgo a la calle con mi traje de hombre, voy andando seguro, exitoso, ganador, registro los carteles que me alientan a sentirme más hombre: ponla, hazlo, acaba con ella…

Registro perfumes que sirven para cazar, calzones que producen escozor, coches que me prometen la felicidad completa al instante… pastillas que me rodean y me anuncian que podré con todas, no importa cuántas sean.

Tomo el Transantiago; subo, paso mi tarjeta, me miran y miro…

Llego al trabajo, allí saben respetar a un hombre de verdad, grito y todos me obedecen; hago un chiste obsceno y todos se ríen… me festejan… me hacen sentir más hombre…

Vuelvo a casa… está todo en su lugar… ella se encargó, es bien mujer… prendo la tele y ahí están todas ellas ofreciéndome que sea su hombre definitivamente, que les dé todo lo que otros hombres no supieron darle, que no le tenga piedad…

Me aburro, decido salir a tomar algo en el bar de la esquina… entro, somos todos hombres… el televisor incluido.

Cervezas, piscos y vinos rodeados de hombres… hablo de política, de qué buena que está esa… y de goles son amores…

Vuelvo a paso mareado… me acuesto… mañana será otro día de hombre.

Es hora ya, mis sueños de hombre estuvieron en su lugar, dinero y mujeres fueron pasando en ellos, marcándome el camino de alimentarme hombre.

Tomo mi café, bien negro de hombre, fumo mi primer cigarrillo del día, bien de hombre; mientras me visto, me afeito antes de puro hombre que soy… camisa y nudo de corbatas… a lo más hombre… suena el teléfono, preguntan por un hombre, me ofrezco mientras salgo… no tengo otra opción, ciertas veces me da dolor ser tan hombre…

Toda la semana andando de hombre…

Eso sí, el sábado… tardecito cuando cae el sol, me saco mi oficio de andar de hombre y vuelvo a ser yo. En ese instante me crece una sonrisa y soy feliz…

por Hugo Huberman
Educador y Facilitador de Género, Paternidades y Familias


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