Como hace 80 años

Europa vuelve a necesitar de los inmigrantes como motor económico y para rejuvenecer su población

Sin embargo, Europa lleva décadas cerrando las fronteras a decenas de miles de migrantes

Por Anais Lucena

20/12/2022

Publicado en

Actualidad / Mundo

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Europa se enfrenta al mayor flujo migratorio desde la II Guerra Mundial. Desde el inicio de la guerra de Ucrania, ha acogido, con los brazos abiertos a más de 4 millones de refugiados del Este. 

Sin embargo, lleva décadas cerrando las fronteras a decenas de miles de migrantes que vienen del sur. Igual que hace 80 años, Europa vuelve a necesitar a los inmigrantes por razones económicas y, esta vez, también para rejuvenecer a una Europa muerta, desde el punto de vista demográfico.

Migración o la historia de Europa

El continente no sería lo que es hoy sin el trabajo de millones de inmigrantes que, con el sudor de su frente, ayudaron a reconstruir una Europa destruida por la II Guerra Mundial. Huyendo de la miseria o de las dictaduras, italianos, griegos, españoles, portugueses y turcos dejaron sus países para emigrar a otros más ricos donde conseguir un futuro mejor. 

Fueron el motor del desarrollo y del crecimiento económico. Con su esfuerzo y dedicación, contribuyeron a lograr la Europa próspera que hoy conocemos, como hizo la familia de Kutlu Yurtseven en Alemania, adonde emigró desde Turquía en los años 60 del siglo pasado. «Nuestros padres se han dejado la piel en este país, pero nos siguen diciendo que tenemos que integrarnos», se lamenta Kutlu. Aun siendo alemán, se siente diferente.

Como él, Kostas Zahariadis también vivió durante su niñez en este país. Alemania buscaba mano de obra y sus padres abandonaron Grecia para ir a trabajar allí. En la calle escuchó un día a unos alemanes decir «ahí están esos griegos de mierda» y, años después, en el trabajo también dice haber sido víctima de racismo. De vuelta a Grecia, ahora es agricultor, pero paradójicamente, colabora con la Guardia Fronteriza para evitar que entren inmigrantes ilegalmente en su país. «No podemos seguir así. Ya hay demasiados», dice, mientras pone a punto su rifle.

«Cerrar las fronteras es la primera solución que se le ocurre a la gente», asegura Andreas Tölken, periodista y fundador de la ONG «Be an angel» que trabaja en Alemania por los derechos de los emigrantes.

Una fosa común llamada Mediterráneo

Los que han conseguido atravesar las fronteras de la Unión saben lo que se han jugado. Desde la caída del muro de Berlín, los estados miembros han levantado más de 1.000 km de vallas de alambres de púas, concertinas, cemento y metal por todas las puertas de Europa.

Europa ha seguido construyendo muros tras el de Berlín

Miles de migrantes que vienen huyendo de las guerras de Siria, Afganistán, Etiopía o Yemen se topan con estas barreras de acero en tierra. Muros, que lejos ser los únicos cerrojos, se complementan con los satélites y drones que rastrean e identifican a los migrantes en las zonas alejadas de las aguas europeas. Entre 2014 y 2021, más de 20.000 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo, una tragedia a la que, obscenamente, nos hemos acostumbrado.

La paradoja: Europa los necesita

Si todo va bien, los afortunados que logran llegar con vida a Europa trabajan en unas condiciones que recuerdan a los tiempos de la esclavitud: mano de obra ilegal, sin derechos y mal pagada. «Todos los que recogen la fruta son inmigrantes. Están aquí sufriendo, para que lo sepáis», afirma con rabia Seydou Diop, un senegalés que llegó a España en patera, después de pasar por Libia. «Es una vergüenza», sentencia.

Trabaja en una explotación agraria en Andalucía y dirige un centro de asesoramiento para inmigrantes y un albergue con capacidad para 40 personas.  El 20% de los trabajadores agrarios en España son extranjeros. Las cifras son similares a las de otros países europeos.

Como hace ocho décadas, los inmigrantes vuelven a ser la columna vertebral de la economía del continente europeo. Pero, además, son la fuerza viva de una Europa que languidece demográficamente. Los expertos advierten de que, en poco tiempo, no tendremos suficientes jóvenes para garantizar y mantener la sociedad del bienestar de la que hoy disfrutamos. Y añaden que, en 40 años, tan sólo habrá dos personas trabajando por cada jubilado. La bomba demográfica está a punto de estallar.

Según las estimaciones de los especialistas, si Alemania quiere preservar su sistema de protección social, deberá acoger a 400.000 inmigrantes al año. «Siempre digo que estáis todos aquí para pagar mi pensión», comenta Andreas a algunos de los inmigrantes que hacen prácticas de trabajo en su ONG. «Si la inmigración no existiera, Bruselas desaparecería», sostiene Oana Bogam, una arquitecta rumana que emigró a Bélgica cuando terminó sus estudios y que ahora contribuye al desarrollo económico europeo desde Bruselas.

Los demógrafos no dejan de insistir en que Europa debe replantearse su política migratoria. Hace tan solo unos pocos meses, con la crisis ucraniana, ha demostrado que puede y sabe hacerlo con eficiencia.

Fuente: RTVE

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