A casi un año de mandato

Feministas indignadas por incumplimiento de promesas de la presidenta de Honduras

La principal queja de las activistas fue el incumplimiento de una promesa de campaña de legalizar los anticonceptivos de emergencia sin restricciones

Por Anais Lucena

02/12/2022

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En su toma de posesión a principios de este año, Xiomara Castro, la primera mujer presidenta de Honduras, finalizó su discurso con un mensaje a las mujeres.

“Mujeres hondureñas, no les fallaré, defenderé sus derechos, todos sus derechos, cuenten conmigo”, dijo Castro, cuya contundente victoria electoral puso fin a una docena de años de gobierno conservador y generó grandes esperanzas de cambio en un país con una de las tasas más altas de feminicidios y las leyes más restrictivas contra los derechos reproductivos en América Latina.

Ahora, 10 meses después del único mandato constitucionalmente permitido de Castro, muchos están perdiendo la fe en que este momento en la historia traerá los cambios que se les prometieron.

 “En cierto modo estamos perdiendo la esperanza”, dijo Regina Fonseca, activista por los derechos de la mujer en Honduras.

“Yo creo que en algún momento [Castro] posiblemente cumplirá algunas de las cosas, pero la realidad es que ya pasó el 20% de su mandato, y por lo menos en materia de derechos reproductivos no vemos ningún cambio sustantivo en la vida de las mujeres hasta ahora.»

The Guardian habló con 10 activistas en Honduras, casi todos los cuales expresaron un sentimiento similar. Su principal queja fue el incumplimiento de una promesa de campaña de legalizar los anticonceptivos de emergencia sin restricciones.

Honduras es el único país de América Latina con prohibiciones absolutas sobre el aborto y los anticonceptivos de emergencia. Una propuesta reciente para legalizar los anticonceptivos de emergencia en casos de violación provocó indignación.

“Las feministas estamos enojadas, estamos molestas, porque no queremos más de lo mismo”, dijo Jinna Rosales, y agregó que esta pequeña medida dejaría la prohibición existente para la mayoría de las mujeres, ya que solo un pequeño porcentaje de las sobrevivientes de violación buscan atención médica.

Gran parte de la indignación se dirigió al ministro de Salud, José Matheu. Dio a entender que la píldora del día después era un abortivo, no un anticonceptivo. La presidenta Castro podría levantar la prohibición de los anticonceptivos de emergencia con un decreto ejecutivo, como se esperaba que hiciera dentro de sus primeros cien días en el cargo.

“Todos los temas son prioritarios, pero hay algunos compromisos que son más fáciles de cumplir y [el levantamiento de la prohibición] es el más sencillo, porque ni siquiera requiere presupuesto ni genera un costo económico”, dijo Rosales.

Más complicado es el tema de los feminicidios, que según datos preliminares continúa a un ritmo levemente reducido bajo el gobierno de Castro en comparación con el año pasado. Dos proyectos de ley destinados a combatir la violencia contra las mujeres se han estancado hasta ahora en el Congreso.

Uno, diseñado para aumentar la capacidad del gobierno para prevenir la violencia contra las mujeres y mejorar la atención que el sistema de justicia brinda a las sobrevivientes, se esperaba que encontrara resistencia en un cuerpo legislativo dominado por hombres y conservadores sociales. Otro proyecto de ley, más limitado, que cumpliría una promesa de campaña de crear más refugios para sobrevivientes de violencia también languidece.

Castro no es responsable del Congreso, pero hay decepción porque no ha hecho un mayor uso de su púlpito para abogar por causas de importancia para las mujeres.

“Creo que es que evita la polémica, pero al evitar la polémica uno también parece tener esa imagen de débil, entonces yo siento que la gente común en Honduras la percibe como débil, como alguien que no está liderando”, dijo Sandy Cabrera.

Esa percepción ha sido alimentada no solo por la aparente renuencia de Castro a ser el centro de atención, sino también por el machismo y el sesgo patriarcal que impregna la sociedad y, como sugirieron varias feministas, también en su propia familia.

“Si hay algo que perpetúa el patriarcado desde la sede del poder es Mel Zelaya”, dijo Jessica Sánchez, refiriéndose al esposo de Castro, el expresidente derrocado por un golpe militar en 2009.

Durante la campaña, Zelaya estuvo mayormente ausente del lado de Castro. Pero desde la toma de posesión, ha sido un asesor principal con un asiento en la cabecera de la mesa junto a Castro en el gabinete y otras reuniones importantes.

La presencia de Zelaya ha alimentado a los opositores del presidente, lo que ha dado lugar a acusaciones de que él está a cargo y ha irritado a sus seguidores.

No solo las mujeres deben dar un paso adelante y expresar su voz, sino que los hombres también deben hacerse a un lado”, dijo Sánchez.

Sin embargo, las activistas hondureñas recibieron con beneplácito algunos avances bajo la nueva administración, incluida la creación de un ministerio de la mujer, el nombramiento de algunas feministas en puestos importantes y un mayor enfoque en cuestiones de género, nada de lo cual habría sucedido bajo el régimen anterior. Así que queda optimismo de que Castro todavía tiene tiempo de cumplir sus promesas.

“Tenía mucha esperanza para ella, y todavía tengo esperanza para ella”, dijo Cabrera.

Fuente: The Guardian

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