Golpe de Estado parlamentario y migración

Las consecuencias del golpe de Estado parlamentario del viernes 22 de junio de 2012, en Paraguay, comenzaron a manifestarse en los días preparatorios del golpe, más exactamente en relación a la matanza de Curuguaty ocurrida el viernes inmediatamente anterior

Por Wari

03/07/2012

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Las consecuencias del golpe de Estado parlamentario del viernes 22 de junio de 2012, en Paraguay, comenzaron a manifestarse en los días preparatorios del golpe, más exactamente en relación a la matanza de Curuguaty ocurrida el viernes inmediatamente anterior.

Este texto no pretende ser exhaustivo, sino más bien dar cuenta de algunas lineas discursivas (y políticas) que se han estado desplegando tanto en la militancia migrante paraguaya como en lo relacionado a ello en el interior, durante el tiempo que va desde el golpe de estado parlamentario hasta hoy 3 de julio de 2012.

Ocurrida la matanza de Curuguaty, el despliegue migrante paraguayo de solidaridad y preocupación fue inmediato. Los mensajes, emails, llamadas y consideraciones alcanzaron niveles de alta intensidad esos primeros días, considerando incluso que fue un fin de semana. La noticia tuvo eco internacional y eso redundó en la preocupación de la militancia migrante paraguaya, especialmente en aquella con más vínculos con la vivencia y los movimientos campesinos. Surgieron, rápidamente, comunicados muy razonados de parte de la migración militante paraguaya, diferenciándose y poniéndose en contraposición al sostenido ataque contra el movimiento campesino que la derecha y sus medios masivos de creación de opinión realizaban en ese momento. Aspectos como solidaridad, unidad, investigación y pésame fueron centrales en las opiniones emitidas entre la migración militante paraguaya, además de responsabilizar de los hechos a los tres poderes del estado. Factores que no eran tomados en cuenta por el sector que más presionaba por acciones en ese momento: la derecha. Ésta, aprovechaba la situación y la prensa para criminalizar, condenar y juzgar mediáticamente al universo campesino y culpabilizar solamente al poder ejecutivo. Esta única responsabilidad se materializó en la exigencia de juicio político contra el Presidente de la República.

También las organizaciones migrantes se preocuparon de expresar la justicia de la lucha por la tierra y de vincular la problemática de la tierra y su propiedad con las causales de fondo de la migración paraguaya.

Este posicionamiento tuvo poca repercusión en la prensa paraguaya, aunque sí fue ampliamente difundido en las redes y medios vinculados a la situación campesina y a la izquierda y progresismo en general. De todos modos, los sectores golpistas estuvieron atentos a la movilización y respuesta rápida de la militancia migrante paraguaya y prepararon una discursividad ad hoc.

Una vez consumado el golpe de estado parlamentario se despliega una febril actividad de la migración militante paraguaya que se hace carne en una serie de manifestaciones ante embajadas y en plazas y puntos de encuentros que encuentran amplia repercusión en la prensa paraguaya, en consonancia con la presión internacional sobre Paraguay, en especial en los foros regionales de la OEA, Mercosur y Unasur. La voz democrática y antigolpista de la migración paraguaya se convirtió, a través de las imágenes, en la muestra tangible de la oposición internacional al golpe de Estado.

Las acusaciones sobre las falencias del juicio político, la inestabilidad que surgía de este golpe de Estado y sobre manera las referencias a su ilegitimidad, así como la preocupación por las represalias que este golpe de Estado parlamentario tendría sobre sus vínculos con el interior, marcaron la actividad post golpe en el exterior, y la denuncia, crítica y la vuelta a los viejos clichés de legionarios y vendepatrias a quienes se oponían al golpe marcaron la respuesta de la derecha, ya en el poder, en el interior.

La vieja monserga colorada para referirse a la migración paraguaya volvió a la palestra, retomando fuerza un discurso discriminador, violento y estigmatizador, que hasta hace poco se pensaba en camino de disolución. La derecha incluso llegó a decir que la concesión del voto a los y las migrantes había sido un error. Y al mismo tiempo usaba como calificativos para definir al antigolpismo los conceptos de legionarios, vendepatrias y otros similares. Términos de vieja data cobraban actualidad cambiando de espacio geográfico referencial: los legionarios y los vendepatrias estaban ahora en el interior y son, en cualquier caso, los contrarios. Pareciera ser que en la estricta separación entre golpistas y antigolpistas, el deseo del exilio y la expulsión del enemigo se hace presente, actualidad. Discursos polarizantes que concluyen en la necesidad de expresar que el “otro” se vaya, por referencia implícita a la experiencia fundadora de la migración política paraguaya : el lopismo y el exilio preliberal. Paradójicamente, un gobierno liberal, el primero después de siete décadas, pone en ejercicio estas referencias condenantes.

El uso en la contienda discursiva política, en especial en los espacios de discusión virtual, por parte de golpistas y antigolpistas, da cuenta de la fuerte impronta cultural política que el coloradismo ha hegemonizado en los usos y el léxico político imperante en el Paraguay. En ese sentido esa es una derrota más del “proceso de cambio” que aventuró la izquierda paraguaya siguiendo el carril luguista: el proceso de cambio no afectó a la referencias clásicas de la dictadura estronista para designar al enemigo interior vinculado al exterior, dentro y fuera del país. El asunto es entonces cómo, en medio de esta disputa, se pone en cuestión y en disputa también el lenguaje de referencia política, que hoy por hoy solo reproduce y dirige nuestro pensamiento-acción al imaginario retrógrado y violento de la derecha heredera del estronismo.

Por Pelao Carvallo

Julio 3 de 2012

Asunción del Paraguay

Fuente fotografía

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