Henry Kissinger: ¡Infelices 100 años, genocida! El derrotero criminal del ángel de la muerte [Columna]

"No veo por qué tenemos esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo"

Frase de Henry Kissinger, junio de 1970, unos meses antes del triunfo electoral del socialista Salvador Allende.

Autor: Jorge Molina Araneda

El genocida Henry Kissinger cumplió  un siglo de vida

El genocida Henry Kissinger cumplió este 27 de mayo un siglo de vida. Su existencia ha estado marcada por ser un desvergonzado ideólogo y verdugo intelectual de cientos de miles de vidas humanas cuyo único “delito” fue pensar distinto a las directrices del Deep State estadounidense.

Ver tambièn / ¿Quién es Henry Kissinger?

El epígrafe de este artículo lo pronunció durante una de las sesiones del Comité 40, una organización considerada de alto nivel entre la institucionalidad estadounidense para atender los problemas relacionados con el avance del comunismo en el mundo.

Henry Kissinger, político y diplomático estadounidense, fue nombrado por Richard Nixon asesor para asuntos de seguridad nacional en 1968 y secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores) de EE.UU. en 1973, siendo mantenido en su cargo por el presidente Ford hasta 1977, incluso tras el escándalo Watergate, que le costó el puesto a Nixon.

Según algunos expertos, sus méritos en la política internacional durante esos años son “extraordinarios”, ya que impulsó el reconocimiento de la Unión Soviética como interlocutora y partícipe de la hegemonía mundial, acercó a EE.UU. a la República Popular China y logró la apertura de relaciones con multitud de países.

Sin embargo, su negativa a devolver el Premio Nobel de la Paz (Kissinger y Paz constituyen un oxímoron), que le fue concedido tras el alto al fuego en la Guerra de Vietnam y que posteriormente se rompió, así como los numerosos hechos comprobados de colaboración y promoción de regímenes dictatoriales, fundamentalmente en América Latina (como los de Pinochet y  Videla), de impulsar acciones terroristas en diferentes partes del mundo y de otras violaciones graves de los derechos humanos que pesan sobre él, hacen de este personaje una figura oscura, controvertida y duramente criticada, tanto por políticos como por intelectuales de todo el mundo.

El fantasma comunista lo obsesionaba, por eso viajó al Cono Sur a conocer a los dictadores a quienes les confirió la comandancia de la “lucha contra la subversión. En uno de esos viajes, en junio de 1976, participó de la VI Asamblea General de la OEA, en Santiago de Chile. Allí estuvo con el dictador Augusto Pinochet y también con el canciller argentino, vicealmirante César Guzzetti. Kissinger avaló el papel de la dictadura al señalarle al canciller militar que hay que “terminar rápido con el terrorismo”. Otras fuentes indican que el mensaje fue más directo y que le habría dicho así: “Si van a matar, maten pero háganlo rápido”. En ambos casos era una luz verde para la dictadura argentina.

Veamos ahora el derrotero criminal de este centenario exterminador:

Chile

Transcripciones de llamadas telefónicas de esa época, hechas públicas por el Archivo de Seguridad Nacional de EE.UU., revelan la preocupación de la administración de Nixon antes de que Allende asumiera el poder.

En una de las conversaciones, Kissinger le comenta al entonces director de la CIA, Richard Helms, que Washington «no dejará que Chile se eche a perder».

En otro intercambio, el entonces secretario de Estado William Rogers le dice a Kissinger que Washington deberá «tomar una decisión a sangre fría y ejecutarla», añadiendo que deberá realizarse «discretamente, para que no salga el tiro por la culata».

El 11 de septiembre de 1973, aviones y tanques del ejército chileno destruyeron el Palacio de La Moneda en Santiago dando fin a la corta primavera socialista de Allende.

Se afirma su participación en la organización del golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende. Se lo acusa además de haber organizado la denominada Operación Cóndor, un plan sistemático de eliminación de opositores dirigido a «combatir el comunismo» en Latinoamérica. Además, fue sometido a proceso en Estados Unidos por el asesinato del comandante en jefe del Ejército René Schneider, fallando en 2006 la Corte Suprema de ese país que su responsabilidad había sido política mas no criminal.

Argentina

En ocasión del golpe de Estado de Argentina, el 24 de marzo de 1976, a Kissinger se le critica por haber alentado y apoyado a la Junta Militar a que tomara el poder, además de haberla respaldado tras el golpe y, de paso, por haberla utilizado como herramienta para fortificar la influencia de Estados Unidos sobre el Cono Sur mediante torturas y asesinatos. Igualmente, ha sido acusado de complicidad y del estímulo en la eliminación y desaparición sistemática de miles de opositores (30.000 de acuerdo a algunas fuentes), cometidas por la dictadura militar del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional o «guerra sucia» según han denominado varios historiadores. La aceptación de la «guerra sucia» argentina por parte de Kissinger (quien en aquel momento era secretario de Estado de Estados Unidos) ha sido confirmada oficialmente por archivos desclasificados el Archivo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos.

Colombia

Durante el mandato del Frente Nacional, ayudó a la posterior extensión del mismo en la presidencia colombiana, aparte de que desde su puesto logró promover la asesoría militar al ejército de esta nación por medio de asesores de la CIA en la enseñanza de técnicas de tortura y asesinato encubierto a líderes sindicales de la oposición local, en el marco de la muy célebre y odiada Operación Cóndor.

Indonesia

Kissinger apoyó al régimen indonesio del general Suharto, acusado de la invasión y genocidio contra la población de Timor Oriental. Además, sirvió a dicho gobierno como Asesor General de Gobierno, otra acción que le ha sido tremendamente criticada.

Vietnam, Laos y Camboya

A mediados de la década de 1960 Kissinger pasó sin escalas de enseñar diplomacia en las aulas de Harvard hasta Vietnam.

Después de tres visitas y la venia del gobierno de Richard Nixon, comenzó una serie de intentos para alcanzar la paz entre Washington y Hanói.

Sin embargo, el entonces consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. se vio envuelto en episodios que van más allá de las tratativas de paz para poner fin a la guerra de Vietnam.

Archivos desclasificados soviéticos y estadounidenses dan cuenta de la participación de Kissinger en los bombardeos sobre Laos y Camboya para cortar las vías de suministro del ejército norvietnamita.

Se estima que las fuerzas estadounidenses arrojaron 6.700.000 toneladas de explosivos sobre Vietnam. A esta técnica de combate se la denominó Operación Ranch Hand, que incluyó una enorme cantidad de armas químicas entre las que se destacan el napalm, un combustible que ardía más persistentemente que la gasolina; y el agente naranja, un producto químico altamente tóxico que actuaba como herbicida.

Las bajas se contaron de a millones. Se cree que murieron 1.100.000 soldados del Vietcong.

Asimismo, se conoce su implicación directa en los bombardeos secretos de Laos y Camboya, ordenados sin permiso del Congreso. Dichos bombardeos sirvieron para que los jemeres rojos, de Pol Pot, accedieran al poder, del que se servirían para asesinar a más de dos millones de personas, en el tristemente célebre hecho histórico conocido como “genocidio camboyano”.

Sáhara Occidental

Kissinger asesoró y preparó a los marroquíes para la Marcha Verde (1975), y auspició las negociaciones entre los representantes marroquíes y el Gobierno español, que concluyeron con la retirada del Ejército español del Sáhara y la entrada al territorio por Marruecos y Mauritania. Estados Unidos proporcionó a Marruecos logística y armamento, y Arabia Saudita aportó grandes sumas de dinero para esta operación, que favorecía (y aún hoy favorece) a los intereses estratégicos y comerciales de los Estados Unidos. El conflicto del Sáhara Occidental aún no se ha resuelto.

Operación Cóndor

Fue una campaña de represión política y terrorismo de Estado orquestada y respaldada por Estados Unidos, específicamente por Kissinger, que incluía operaciones de inteligencia y el asesinato de opositores políticos a las dictaduras militares sudamericanas. Fue implementado oficialmente el 28 de noviembre de 1975. El Plan nació en Santiago de Chile. Los representantes de las Fuerzas Armadas de Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay fueron convocados por la Dirección de Inteligencia Nacional chilena (DINA). La invitación explicaba que el objetivo de la reunión era “promover la coordinación y establecer algo similar a lo que tiene la Interpol en París, pero dedicado a la subversión”. Ahí se fraguó un sistema cooperativo entre las dictaduras latinoamericanas para controlar a sus respectivas oposiciones: las distintas agencias de inteligencia compartirían información para vigilar, perseguir y hasta asesinar a los disidentes políticos. No consta la firma de ningún representante de Brasil en esa reunión, pero el país, bajo la dictadura militar, participó activamente en el Plan.

Cóndor reprodujo la misma gama de violaciones de derechos humanos llevadas a cabo por estos regímenes dentro de sus fronteras, pero con un ingrediente adicional… la naturaleza transnacional de los crímenes. Esto se puede ver en tres aspectos:

1.El intercambio de información entre al menos dos países (a veces incluso más): el país de origen de la/s víctima/s buscada/s, y el lugar donde se encontraban.

2.La realización de operativos conjuntos por grupos de trabajo internacionales integrados por agentes del país donde se encontraba la víctima y por sus contrapartes del país de origen de la misma (a veces, incluso de otros países interesados).

3.Los traslados clandestinos de personas detenidas en un Estado hacia su país de origen.

En Chile

El asesinato del general Carlos Prats y Sofía Cuthbert, su cónyuge, en Argentina, y del exministro del gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier junto a secretaria Ronni Moffitt, en Estados Unidos, fueron parte de la operación; además del atentado para asesinar en Roma a Bernardo Leighton, organizado por el terrorista italiano Stefano Delle Chiaie, quien era un miembro de la Operación Gladio. Quien accionó la ametralladora que hirió gravemente a Bernardo Leighton y a su esposa, fue el terrorista de origen cubano Orlando Bosch Ávila. En Madrid intentaron secuestrar a líderes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); mientras que en Roma operaron contra disidentes políticos argentinos.

Los agentes de la Operación Cóndor actuaron tanto en países de América Latina como en Estados Unidos y Europa. Con Vincenzo Vinciguerra, el italiano Stefano Delle Chiaie ha hablado sobre los asesinatos de Prats y Letelier; según él, participó en las dos operaciones el ciudadano estadounidense Michael Townley exagente de la CIA. El terrorista cubano-estadounidense Luis Posada Carriles también participó en la reunión en la que se decidió asesinar a Orlando Letelier, quien se había exiliado en Estados Unidos. Además, según investigaciones actuales, puede ser que Eduardo Frei Montalva haya sido asesinado por toxinas creadas en Colonia Dignidad.

Finalmente, entre detenidos desaparecidos, ejecutados políticos, torturados, mujeres violadas  y exiliados se estima una cifra de 40.000 personas que padecieron la violencia estatal propalada por Augusto Pinochet.

En Argentina

La dictadura militar ejecutó un plan de exterminio de miles de ciudadanos opositores para establecer una política económica neoliberal. La mayoría de las víctimas fueron estudiantes, trabajadores, sindicalistas, docentes y militantes políticos.

El número exacto de personas desaparecidas, asesinadas, violadas, torturadas y objeto de crímenes de lesa humanidad es materia de discusión: los organismos de derechos humanos, tradicionalmente, han estimado la cantidad de “desaparecidos”, en general, en unos 30.000; y, hasta 2007, la Subsecretaría de Derechos Humanos tenía registradas aproximadamente quince mil víctimas del delito de desaparición de personas. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), en 1985 documentó 8.961 casos. Listas en poder de la embajada de Estados Unidos en la Argentina dan cuenta de 22.000 asesinatos hasta 1978.

En Brasil

No hubo necesidad de una actuación o intervención destacada de Estados Unidos en Brasil… solo hubo asistencia técnica y logística. Esta dictadura se afincó en el poder desde Castelo Branco, pasando por los años más represivos con Emilio Garrastazu Médici, hasta la apertura democrática realizada hacia el final de la dictadura de João Figueiredo en 1985.

En este país la Comisión Nacional de la Verdad, creada por la Ley 12528/2011 con la finalidad de investigar graves crímenes contra los Derechos Humanos, en el período que abarca desde el 18 de septiembre de 1946 al 5 de octubre de 1988, en el marco de la Operación Cóndor, examinó un conjunto de documentos, obtenidos de archivos de Brasil, Argentina, Estados Unidos y Paraguay que confirman la participación de órganos y agentes de la dictadura brasileña que sirvieron para la preparación de operaciones clandestinas que resultaron en graves violaciones de derechos humanos de ciudadanos brasileños en el exterior, así como de extranjeros en Brasil.

La dictadura que vivió Brasil desde 1964 hasta 1985 dejó cifras escalofriantes, como 20.000 personas torturadas y 434 asesinadas o desaparecidas.

El evento con mayor reconocimiento internacional fue la represión llevada a cabo por agentes uruguayos en suelo brasileño, en un evento que ocurrió en noviembre de 1978 y, más tarde conocido como la «O sequestro dos uruguaios”, es decir, «El secuestro de los uruguayos». En aquella ocasión, bajo el consentimiento de la dictadura militar brasileña, altos oficiales del ejército uruguayo viajaron en secreto con dirección a Porto Alegre, capital del Estado de Rio Grande do Sul. Allí secuestraron a una pareja de militantes de la oposición política uruguaya, Universindo Rodríguez Díaz y Lilian Celiberti, junto con sus dos hijos, Camilo y Francesca, de 8 y 3 años de edad respectivamente.

En Paraguay

La extensa dictadura de Alfredo Stroessner se convirtió en coetánea de los dictadores Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet. Los Archivos del Terror de Paraguay de 1992 constituyen una de las evidencias más poderosas de la represiva dictadura paraguaya.De acuerdo a estos archivos, descubiertos por Martín Almada, en la ciudad de Lambaré, Paraguay, en 1992, el Plan Cóndor dejó un saldo en tierras guaraníes de 50.000 muertos, 30.000 desaparecidos y 400.000 presos.

En Uruguay

Como gobernante de facto, Juan María Bordaberry se autonominó dictador prohibiendo al resto de los partidos políticos su existencia. En este país el golpe de Estado se dio en el año 1973 y la dictadura perduró hasta 1985, lapso en el que se asesinó, torturó, encarceló, secuestró y desapareció a una gran cantidad de personas, bajo el argumento de la lucha contra la «subversión». Previo a 1973, ya existían agentes de la CIA asesorando a las fuerzas de seguridad uruguayas, cuyo ejemplo más conocido fue Dan Mitrione, quien enseñó métodos de tortura a la policía charrúa. Previamente había enseñado estos métodos a los comandantes militares sudamericanos en la Escuela de las Américas situada en Panamá. Con relación a su población, Uruguay fue el país que tuvo mayor número de presos políticos durante la Operación Cóndor. La CNT del Uruguay (Central Nacional de Trabajadores) mantuvo una huelga general por 15 días a raíz del golpe de Estado.

Hacia mediados de 2022, frente a la falta de avances en la investigación y el esclarecimiento de los hechos, el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias instó a las autoridades de Uruguay a que establezcan a la brevedad «una política de Estado que rompa el silencio y contribuya a mejorar la recolección de información tanto de fuentes humanas como documentales» y señaló que «Es imperativo que el Estado asuma su responsabilidad y revierta inmediatamente» la inacción en el tema.

En Uruguay hubo 31.400 víctimas directas del accionar ilegítimo del terrorismo del Estado, de ellas unas 198 son víctimas de desaparición forzada y estos números se van  modificando producto de la dinámica de las investigaciones.

En Perú

El legislador peruano Javier Diez Canseco declaró que él y doce compatriotas suyos (Justiniano Apaza Ordóñez, Hugo Blanco Galdós, Genaro Ledesma Izquieta, Valentín Pacho, Ricardo Letts Colmenares, César Lévano, Ricardo Napurí, José Luis Alvarado Bravo, Alfonso Baella Tuesta, Guillermo Faura Gaig, José Arce Larco y Humberto Damonte), todos opositores a la dictadura de Francisco Morales Bermúdez, fueron expatriados y entregados en 1978, después de ser secuestrados en Perú, a las fuerzas armadas argentinas en la ciudad de Jujuy. También afirmó que existe documentación desclasificada de la CIA e informaciones cablegráficas difundidas por Wikileaks, que dan cuenta de los nexos del gobierno de Morales Bermúdez con la Operación Cóndor. En julio de 2019 la justicia italiana condenó a cadena perpetua a Morales Bermúdez, junto al primer ministro Pedro Richter Prada y al general Germán Ruiz Figueroa, por la desaparición de ciudadanos italianos.

El dictador Morales Bermúdez, quien gobernó entre 1975 a 1980, provocó la muerte a más de 50.000 personas y fue responsable de 30.000 desapariciones, mientras formó parte del Plan Cóndor.

En Bolivia

La dictadura de Hugo Banzer obtuvo el inmediato apoyo de Estados Unidos y de Brasil, obteniendo de ambos países grandes préstamos. Se trató, por supuesto, de uno de los gobiernos más autoritarios que hubo en Bolivia. Los organismos de derechos humanos contabilizaron un mínimo de 468 muertos, más de 14.000 personas pasaron por sus cárceles, la mayoría sin juicio previo y habiendo sufrido torturas y unos 19.000 debieron exiliarse, amén, no hay una cifra exacta de detenidos desaparecidos. Se prohibió la actividad política y sindical, se censuró la prensa y se clausuraron emisoras de radio opositoras.

Otras de sus actividades se relacionan con:

El Grupo Bilderberg

Henry Kissinger también es uno de los más conocidos miembros del Grupo Bilderberg junto a David Rockefeller, además de ostentar la posición de ser uno de su miembros fundadores originales. Ambos colaboraron de pleno con el príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld, junto con la Banca Rothschild, en los planes de nacimiento, organización y expansión del Grupo Bilderberg, entidad foco de una gran teoría conspirativa.

El Grupo Bilderberg, en sus reuniones anuales agrupa a algunos de los líderes y personajes más poderosos del planeta, para discutir acerca de todo lo que está pasando en el mundo y sus opiniones al respecto y en lo que al público concierne y, finalmente, trazar lineamientos para grandes transnacionales y gobiernos.

La Corporación RAND

Kissinger también ha sido objeto de críticas a causa de su relación con la muy polémica y criticada Corporación RAND, una poderosa empresa de desarrollo tecnológico, industrial y energético, que posee numerosas alianzas, contratos y acuerdos comerciales con el gobierno de los Estados Unidos, específicamente con las Fuerzas Armadas del mismo país y con los Departamentos de Seguridad Nacional.

Kissinger, habría fungido de asesor de esta compañía desde el año de 1951, además de mantener estrechos vínculos con ella durante todo el período de tiempo que ejerció como consejero de Seguridad Nacional y también como secretario de Estado.

Esta cercanía entre Kissinger y la Corporación RAND, le ha valido recibir las mismas críticas que se le hacen a la empresa, acusándola de ser una organización militarista y de promover los conflictos bélicos, llegando al punto de haber teorías de conspiración que vinculan a los conflictos militares que hubo durante el período de Kissinger en la Casa Blanca con la Corporación RAND, basándose en la suposición de que estos combates representaron oportunidades multimillonarias de negocios para la misma.

Finalmente, ante tamaño palmarés de criminalidad, no nos queda más que vociferar con todo vigor: ¡Infelices 100 años, genocida!

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