Inti Raymi, Machaq Mara, Wüñol Txipantu: El inicio de un nuevo ciclo en el hemisferio sur

El We Tripantu (Wüñol Txipantu), Inti Raymi y Machaq Mara marcan el solsticio de invierno en el hemisferio sur, celebrando la renovación de la vida según las cosmovisiones mapuche, quechua y aymara. Con rituales ancestrales, observación de astros como las Pléyades y ceremonias de gratitud a la madre tierra, los pueblos originarios reafirman su conexión con la naturaleza y el cosmos.

Inti Raymi, Machaq Mara, Wüñol Txipantu: El inicio de un nuevo ciclo en el hemisferio sur

Autor: Seguel Alfredo

El renacer del sur: La ciencia ancestral y el inicio de un nuevo ciclo

El solsticio de invierno en el hemisferio sur (20-25 de junio) no solo es un evento astronómico, sino un símbolo de renovación para los pueblos originarios. Como explica el poeta mapuche Elicura Chihuailaf en una publicación de Minga  Ancestral, “Agradecer en We Tripantu”,  el ciclo es «la renovación de la vida, un momento para agradecer a la Madre Tierra». Este ciclo, observado mediante señales celestes como las Pléyades (Ngau en mapudungun), sincroniza la espiritualidad, así como los ciclos en la agricultura, señalado en el libro Wenu Mapu de Margarita Canío y Gabriel Pozo.

Se señala en uno de los relatos del libro: “, se señala: “A través de estas conversaciones se conocen sus detalles: aparece el día de Wetripantu, madrugada en la que destaca su gran tamaño; tiene un titilar muy notable; son varias estrellas reunidas aparentemente en un punto. Pero la mayor significación que tiene esta waŋlen es que indica el inicio del año mapuche. Se hace visible la primera quincena de junio por el levante, un poco antes de que amanezca. Esta es una vinculación derivada de la observación sistemática, que permite organizar los tiempos durante el año (…)Por otra parte, se interpretan pronósticos de acuerdo con el color y brillo que se visualizan en Ŋaw, también al inicio del invierno”.

Para los mapuche, la aparición de las Pléyades—así como los designios de la luna— anuncia el We Tripantu. El investigador mapuche, ngenpin, Armando Marileo Lefio,señalaen una publicación de Radio Aukinko: “El fogón, la puerta principal y un tronco o palo situado frente a la puerta, definirá o marcará el movimiento del día, las constelaciones, el sol, la luna y el tiempo, es decir, éstos símbolos marcarán los días e indicarán el recorrido o movimiento del sol y los ciclos naturales pukemngen (tiempo de lluvias), pewüngen (tiempo o época de brotes), walüng (tiempo de abundancia) rimü (tiempo de descanso o zambullidas) y con ello se determinará el día exacto del we-tripantu. explica el ngenpin . Este conocimiento ancestral permitió a los mapuche sincronizar su vida con los ritmos de la naturaleza”.

En la cultura ancestral de los pueblos andinos, el cúmulo estelar —llamado Qollqa (depósito de alimentos)— coincidía con el ciclo agrícola, como detalla Galindo en Arqueoastronomía en la América antigua. ”. Las Pléyades están ausentes del cielo nocturno entre inicios de mayo e inicios de junio, durante un período de 37 días, que coincide con el que media entre la cosecha y la próxima época de siembra en el altiplano.

El Inti Raymi quechua y el Machaq Mara aymara comparten esta esencia. En Cuzco, «esperamos al Tata Inti en la fría noche del 23 de junio», relata un líder indígena en una publicación de Claudia Serrano, originalmente en el portal SerIndigena, quien destaca que estas ceremonias reflejan «una economía agraria basada en la reciprocidad con la Pachamama». Los kolla, por su parte, realizan el Wayra Manta Tujsi, pidiendo «con el corazón» para la siembra.

El We Tripantu no solo marca el día más corto del año, sino el «paso de gallo del sol» (kiñe trekan alka), como describe Chihuailaf: «Fluyen las aguas para purificarnos, y el sol renueva nuestro espíritu». A pesar de la colonización, comunidades como la mapuche han revitalizado sus prácticas. Marileo Lefio subraya: «Hemos dejado el 1 de enero para rescatar nuestro We Tripantu«.

Desde el Shira kogui en Colombia hasta el Ani Nüin shipibo-conibo en la Amazonía peruana, cada pueblo nombra este ciclo según su lengua. En el altiplano, el Qoyllor Rit’i («Lucero de Nieve Resplandeciente») precede al Inti Raymi con peregrinaciones al Apu Ausangate, una ceremonia que Serrano define como «purificación en las alturas andinas».

Chihuailaf, en su reflexión Agradecer en We Tripantu, resume esta filosofía: «Somos el Sueño Azul del infinito, hermanos de las estrellas». Su poesía —como los epew (cuentos) mapuche— transmite la urgencia de proteger «los bosques sagrados» y «el agua que purifica». Para Serrano, estas tradiciones son «un antídoto contra la depredación capitalista».

Más que festividades, el We Tripantu y sus equivalentes son actos de resistencia cultural. Como señala Marileo Lefio, «el fogón y las estrellas siguen guiándonos». En un mundo enfrentado a crisis ecológicas, estas cosmovisiones ofrecen claves para reconectar con los ciclos naturales, desde el murmullo de los peces mapuche hasta el silencio de los volcanes andinos.

Ya diversas comunidades mapuche han realizado conmemoraciones y ceremonias con el indicador de la luna llena, iniciando un nuevo ciclo.

  • En la cultura del Pueblo Mapuche, se le conoce como “We Tripantu” o “Wiñoy Tripantu”
  • En la cultura del Pueblo Quechua, como “Inti Raymi”.
  • En Aymara, “Willka Kuti” o «Machaq Mara»
  • En el Pueblo Kolla, “Huata Mosoj”
  • En el pueblo Kogui de Colombia:  «Shira» o «Seynekun»
  • En el Arhuaco de Colombia: «Be’seyre» o «Aruku Siera»
  • En el Pueblo Nasa colombiano: “Sek Buy”
  • En la cultura Shipibo-Conibo (Amazonía Perú): «Ani Nüin» o «Ani Bojintei»
  • En el Yanomami (Brasil y Venezuela): «Hëëyori Pëpë»

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