Islas Huichas: Crónica internacional revela la lucha en la Patagonia por sobrevivir a la invasión salmonera

Islas Huichas, un maritorio bajo la amenaza salmonera, es una crónica del abogado ambientalista español, Antonio Sánchez Gomez, para Revista Nómadas, en la que narra el avance implacable de la industria salmonera en Las Islas Huichas, de la Patagonia chilena, amenazando la vida ligada al mar y a la pesca sustentable.

Islas Huichas: Crónica internacional revela la lucha en la Patagonia por sobrevivir a la invasión salmonera

Autor: Seguel Alfredo

Imagen portada: Lobos marinos sobre un centro salminero. Foto. Antonio Sánchez Gomez / Revista Nómadas

Voces desde Islas Huichas: crónica de una invasión salmonera y sus efectos en la Patagonia aysenina

Con un tono intimista, esta narración pone de manifiesto las voces de los habitantes de la Isla Huichas y de expertos en la materia, en relación las afectaciones ambientales, sociales y comunitarias que las salmoneras generan en este territorio.

A continuación, se presentan algunos apartes de este trabajo periodístico, que puede leerse completo en el siguiente enlace: Islas Huichas, un maritorio bajo la amenanaza salmonera – Revista Nómadas

Las transnacionales salmoneras fueron inicialmente impulsadas por el régimen pinochetista.  En esa época, según el sociólogo Tomás Moulian “fruto de la incesante cópula entre militares, economistas neoliberales y empresarios extranjeros” se adaptaron las leyes para transnacionalizar la matriz económica de Chile (…) esta industria ha alcanzado su máximo apogeo en las dos últimas décadas, en las que ha protagonizado multitud de escándalos ambientales y sanitarios. Recientemente el Relator de Naciones Unidas sobre derechos humanos y medio ambiente, David R. Boyd recomendó a Chile suspender “la expansión de la acuicultura del salmón a la espera de un análisis científico independiente de los impactos medioambientales adversos”. Sin embargo, las salmoneras siguen propagándose, cada vez más al Sur, amparadas por una legislación permisible y por la ausencia total de fiscalización.

Ver también / “El imperio del salmón”: Canal líder de España devela los impactos ocultos de la industria transnacional en la Patagonia chilena

Frente a ese marco legal que otorga el libre acceso al mar a las empresas y margina pueblos originarios y pescadores artesanales, en 2008 se promulgó la Ley Lafkenche que regula los Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO). Este instrumento permite a las comunidades indígenas y otros actores locales administrar los territorios marítimos donde tienen derechos consuetudinarios, asegurando la continuidad de sus tradiciones y el uso sostenible de los recursos naturales.

Nelson Millatureo, locutor de radio Brisas del Sur, expresa las salmoneras han modificado las dinámicas de la comunidad, no solo en lo laboral. En la isla han empezado a aparecer por primera vez las drogas y la prostitución. Por eso nos decidimos a solicitar una ECMPO, para resguardar las Huichas y también para preservar nuestra identidad. Como comunidades indígenas sabemos que no somos dueños del territorio, sino parte de él. Pero desde el primer momento, las salmoneras iniciaron una cruzada para desprestigiarnos, decían que no somos originarios, sino recién llegados. Quieren borrarnos de la historia ¡que no existamos!

Tras ocho años de proceso y ante el escenario de polarización y crispación logrado por esa campaña de desinformación, la comisión que debía decidir sobre la solicitud de ECMPO de las Huichas rechazó su otorgamiento.

(…) ese espacio hubiera creado vínculos entre comunidades y pescadores artesanales para trabajar por el bien del archipiélago. Las salmoneras abandonarán este lugar cuando sus rentabilidades bajen. Pero nosotros seguiremos habitándolo, expresa asimismo Millatureo.

Peter Hartmann, histórico activista medioambiental de la región, manifiesta “aquella fue una decisión arbitral, me dice, pues se cumplían todos los requisitos legales para su otorgamiento. En otras regiones donde no hay salmoneras, las ECMPOs se aprueban por unanimidad. Sencillamente, donde la industria tiene intereses no se aplica la ley LafkencheAsí funciona el Estado Salmonero”.

Por su parte, Sofía Cabero, buzo recolectora, afirma, “Esto es un centro de cultivo (…) Ahí abajo hay decenas de miles de salmones. Consumen todo el oxígeno alrededor, dando lugar a zonas muertas en las que no crece nada más. Una pareja de lobos marinos se asolea sobre la infraestructura. Cubren la jaula con mallas para que no puedan acceder a los salmones, pero muchos lobos acaban enrollados en ellas y mueren asfixiados.

(…) Todo está mecanizado, así que no crean trabajo. Pero sí lo destruyen, manifiesta Cabero.

Estamos justo sobre un centro salmonero abandonado. Cuando ya no les sirven, simplemente los hunden y ahí abajo queda toda la estructura de acero, alterando el fondo marino.

Antes éramos muchos más los que recolectábamos (..). Abundaban las almejas, cholgas y erizos. Pero hay tal sobreproducción de salmones, los tienen tan hacinados que se hacen heridas al frotarse unos contra otros. Por eso les tienen que suministrar cantidad de antibióticos. También los atiborran de antiparásitos para que puedan sobrevivir acá porque son una especie introducida. Pero esas sustancias matan a todas las autóctonas (…).

 (…) ya han llegado acá los químicos que les dan para los piojos y la sarna. Los traen las corrientes. Abajo había un bosque de algas. Ahora es un pasto color café. No hay vida, solo una contaminación tremenda. Pero que solo vemos los buzos (…)

(…) acá comienza la reserva de las Guaitecas que se supone que es un área protegida. Pero está repleta de salmoneras. Mientras no se aplique la ley Lafkenche, estamos desamparados (…)

Por su parte, un trabajador de una empresa salmonera expresa: “Desde las jaulas, recojo salmones muertos con bateas y los clasifico según la causa, si de mordiscos de lobos, si de enfermedades, si de infecciones bacterianas…

(…) nos hacen trabajar con tormentas, en altura, nos obligan a matar lobos marinosDe todas formas, nosotros somos unos privilegiados. Los que trabajan a través de empresas subcontratadas están peor. Y obligados a apoyarles políticamente.  Todos tuvieron que manifestarse en contra a la solicitud de ECMPO. A quienes no publicaba en redes contra las comunidades indígenas, se les despedía.

Otros habitantes de la Isla como Rafael, Rosa y la hija de Rosa, dejan entrever en sus voces diferentes aristas de esta problemática que viven cotidianamente:

“(…) la gente está enfermando mucho (…) y no hay lancha ambulancia.

Tienen 230 concesiones en la Huichas (…). Nos han dejado sin fuentes de trabajo.

No dan ningún beneficio a la población. Solo diez personas de la isla trabajan para ellos. Y por una miseria (…) 

También la escuela se ha vaciado (…) Los profesores que mandan se acaban yendo a los pocos meses.

¿Quién va a querer venir aquí a turistear? Si lo tienen todo lleno de basura

(…) la isla está despoblándose (…) Había pescado, fábricas de conservas… Pero con ellos todo empezó a cambiar.

Ni educación, ni salud ni pesca. Ellos no han dejado nada

Necesitan que no haya más vida acá para terminar de privatizar todo el mar. Y lo están consiguiendo”

Mira la crónica completa en el siguiente enlace de Revista Nómadas

Islas Huichas, un maritorio bajo la amenanaza salmonera


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