La presa del zorro

Antes de irse, la soberana saliente nominó al zorro en el directorio del Gallinero Real

Por Wari

03/07/2010

Publicado en

Actualidad / Columnas

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Antes de irse, la soberana saliente nominó al zorro en el directorio del Gallinero Real. Calladito, mientras sus secuaces despotrican o emiten opiniones «expertas» por los diarios, el zorro se dedicó a identificar a su primera presa y se apresta a echarle el guante.

El Mercurio del 30 de junio del 2010 informa que Codelco y la minera de los Luksic firmarían acuerdo para explorar nuevos yacimientos en la II Región. La estatal aportaría sus pertenencias mineras y Antofagasta Minerals pagaría los gastos vinculados a búsqueda de reservas.

La información agrega que actualmente, Codelco es la empresa minera con el mayor número de hectáreas con licencia para desarrollar labores de exploración en Chile. Según los últimos datos entregados por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), la cuprera estatal cuenta con 1,5 millones de hectáreas entregadas en concesión para sondajes mineros, de un total de 13,7 millones de hectáreas a nivel país. Lo anterior representa en torno al 11,4% de la superficie concesionada para esos fines, y sólo es seguida de cerca por SQM, ligada al empresario Julio Ponce Lerou, con el 9,35% del total. Por el contrario, la minera del grupo Luksic, Antofagasta Minerals, ni siquiera aparece entre las primeras 20 firmas con el mayor número de hectáreas concesionadas para realizar exploración. Sí participan de dicho ranking compañías como BHP Billiton, Xstrata, Anglo American y Compañía Minera del Pacífico (CMP), controlada por el grupo CAP.

Consultados respecto de la opción de que Codelco inicie asociaciones con terceros, los expertos consultados por El Mercurio coincidieron en que sería muy beneficioso para la industria minera nacional, así como también para la cuprera estatal. «Para Codelco representa una opción cierta para crecer sin tener que comprometer recursos financieros, los que dispone de manera limitada, dadas sus restricciones en este sentido», dijo Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco).

Según el especialista, también la industria, en general, podría sacar cuentas alegres, ya que permitiría desarrollar proyectos mineros en áreas que actualmente no están siendo trabajadas. En la misma línea, Gustavo Lagos, director del Centro de Minería de la Universidad Católica y también socio de Cesco, señala que habría dos motivos por los que una asociación entre Antofagasta Minerals y Codelco sería positiva. «El primero -dice el experto-, porque se comparten los riesgos de exploración, que son muy altos, y en segundo lugar, porque de encontrarse algún yacimiento también se compartiría la inversión para desarrollarlo», afirma Lagos.

¿Son realmente elevados los costos de exploración? Según como se los mire. La misma noticia de El Mercurio señala que la firma del grupo Luksic ya había iniciado un intenso plan de exploraciones mineras, programa que asciende a un monto cercano a los US$33 millones. Y a la fecha, el resultado de los sondajes en los depósitos Mirador, Caracoles y Telégrafo le han permitido a Antofagasta Minerals determinar recursos -reservas probadas- suficientes para extender la vida útil de Minera El Tesoro y el proyecto Esperanza. El yacimiento donde opera Escondida, que es el mejor de toda la historia según la propia empresa, fue descubierto por un geólogo chileno en una campaña de exploración a un costo total de ¡cinco millones de dólares!
Claro, un millón de dólares es harta plata para cualquier simple mortal, pero comparado con los 76.818 millones de dólares que las mineras privadas reconocen haber obtenido en Chile entre 2005 y 2009, no parecen cantidades muy elevadas.

Por último, los analistas concuerdan con que -de llegar a buen puerto- este acuerdo podría dar un mejor uso a las pertenencias mineras de la minera estatal. «Codelco podría utilizar de mejor forma uno de sus activos más valiosos, cual es el de disponer de la mayor proporción de propiedad minera en el país», asegura Guajardo.

Como informa El Mercurio, una de las fórmulas que actualmente se utilizan para que privados puedan adquirir un mayor número de hectáreas para realizar sondajes, y que no dice relación con asociatividad alguna, son los traspasos a través de la Empresa Nacional de Minería (Enami), situación que los expertos opinan que estaría estancada.

«Para poder avanzar en esta materia sería necesario revisar el funcionamiento integral de la Ley 19.137, que regula la transferencia de propiedad minera de Codelco a Enami y posteriormente a terceros», señala el director ejecutivo del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco), Juan Carlos Guajardo.

Cabe recordar que este mecanismo, que permitió el traspaso de numerosas pertenencias mineras de Codelco a privados vía Enami, fue ideado por el entonces subsecretario de minería de Aylwin, a instancias de su colega socio fundador de Cesco, que a la sazón oficiaba de Gerente de Desarrollo de la cuprera Estatal.  Este último personaje es el mismo que fue más tarde asesor directo para minería de los presidentes Frei, Lagos, Aylwin y la presidenta Bachelet. Esta última lo nombró como miembro del directorio de Codelco, como último acto de su mandato.

Para que desgastarse en un esfuerzo sin destino por privatizar Codelco, cuando se puede echarle el guante a su «activo más valioso»: las pertenencias mineras.  Razonamiento astuto, digno de un zorro.

Este asunto es de la mayor gravedad y debe ser impedido a toda costa. El Parlamento tiene la palabra.

EL ZORRO A CARGO DEL GALLINERO

En su último decreto de gobernante y de seguro en cumplimiento de altos compromisos de Estado, la ex Soberana nominó al zorro como miembro del directorio del Gallinero Real. Para asegurarse puso a dos, pero al otro claramente no le da para zorro. Más parece que el primero lo tiene ahí para la patada y el combo.

Según El Mercurio del  23 de junio del 2010, el segundo no puede hablar de Codelco por ser uno de los directores de la estatal, pero lanza duros dardos en contra de quienes dicen que las mineras deben pagar más impuestos debido a las altas rentabilidades que han registrado y también porque no fueron afectadas por el terremoto.

«Cualquier impuesto discriminatorio a la minería no me parece adecuado. Debiera pagar los mismos impuestos y tener las mismas reglas del juego que los otros sectores. Lo último que haría es molestar esa inversión. Un sector económico tan relevante para nuestro desarrollo como la minería no merece ser tratado como el que hay que echar a toda costa -dice, enfático según El Mercurio.

Preocupado por el creciente consenso en el país que las mineras deben pagar más, critica a la élite a la que define como los empresarios, políticos y dirigentes. Según él le falta entender el inmenso aporte que este sector hace al país, puesto que si uno les pregunta cuál es la mina más grande del mundo, dicen que Chuquicamata, cuando ésta produce mucho menos que Escondida. Debería saberlo, puesto que como ex presidente de la cuprera (1996-2000) le cabe una gran responsabilidad en que la proporción de Codelco sobre la producción chilena de cobre haya bajado de más del 90 por ciento en 1989 a solo un 30 por ciento hoy.

Trata de defenderlas diciendo que no son las únicas que obtienen superganancias en Chile.

«No estoy seguro, porque no he visto un análisis, pero si uno toma los últimos 20 años y compara los niveles de resultados promedio de la banca y de las AFP -dos actividades reguladas por el Estado-, se puede encontrar con la sorpresa de que, en términos de retornos sobre el capital invertido, ambas en promedio tienen un nivel de rentabilidad equivalente a la minería».

Se equivoca, aunque por cierto, las AFP y bancos saben de super ganancias derivadas de su monopolio asegurado por el Estado. Como comprueba un reciente estudio de Cenda al respecto, las primeras, junto a las compañías de seguros relacionadas, se embolsan anualmente dos de los seis mil mil millones de dólares de los sufridos afiliados que deben cotizarles un 13 por ciento de sus salarios y ahora también de sus ingresos por cuenta propia, por mandato del Estado. Los restantes cuatro mil millones se los prestan en su mayor parte a un puñado de grandes grupos empresariales, entre ellos los dueños de las AFP.

Sin embargo, las mineras se pasaron. Como muestra un reciente estudio de Cenda, los balances de las propios mineras reconocen ganancias antes de impuestos, intereses, depreciación y amortizaciones, lo que se conoce como EBITDA, por un total de 76.818 millones de dólares entre 2005 y 2009, lo que arroja un promedio de 15.364 millones de dólares anuales.

En el mismo período, Codelco obtuvo ganancias comparables por 37.081 millones de dólares, de las cuales traspasó al Estado 31.612 millones de dólares.

Para hacerse una idea de la magnitud de las ganancias de las mineras privadas, basta con saber que el total de inversiones que realizaron entre 1974 y 2008 suman 21.174 millones de dólares, según el Comité de Inversiones Extranjeras. En otras palabras, en los últimos cinco años, las mineras privadas recuperaron cerca de cuatro veces el total invertido a lo largo de toda su historia en Chile. Está de más agregar que ya lo habían recuperado antes varios veces.

Pero el encargado de defender los intereses del Estado en el directorio de Codelco no se inmuta, quiere ponerle royalty a la reconstrucción:

«Es más, la construcción tendrá una sobredemanda impulsada por la catástrofe. Es razonable que hagan una contribución aquellos que no fueron afectados, pero ¿por qué sólo la minería? Podríamos aplicar ese mismo concepto a otras actividades que tendrán un retorno superior». Pero la rentabilidad de la minería es distinta a la de la construcción… le objeta El Mercurio. «No necesariamente  -le corrige nuestro adalid-, porque hay que verlas en función de las inversiones y del riesgo. La minería tiene un riesgo distinto, más aún cuando los precios suben y bajan. A nadie que se gana la lotería, por un par de años le ponen un sobreimpuesto.»

Precísamente, los precios del cobre suben y bajan. ¡Vaya que no! En el curso del último año, por ejemplo, han subido un 60 por ciento y luego bajado a la mitad. En junio del 2010 se transa en poco menos de 3 dólares por libra, tres meses antes rondaba los 4 dólares, un año antes de eso había caído a 1,4 dólares, luego de alcanzar un record de más de 4 dólares ocho meses antes. El 2003 se transaba a 60 centavos por libra.

Que se sepa, en el mismo período, los precios de los computadores, por ejemplo, no han fluctuado casi nada, a lo más han bajado suavemente, con la ventaja que cada vez son mejores y más potentes.

Alguna diferencia habrá entonces entre la producción de cobre y la de computadoras. Eso lo saben los economistas desde el tiempo de los fisiócratas, anteriores a Adam Smith. La diferencia la dilucidaron desde entonces y cualquiera que haya estudiado un poco la sabe de memoria, aunque algunos al parecer sufren Alzheimer selectivo en esta materia.

Ni siquiera es necesario haber estudiado economía, basta con leer el diario. El Financial Times del 1 de junio del 2010, por ejemplo, lo decía editorialmente: «La economía de las mineras es como la de los buscadores de tesoros, una vez que los sacan de la tierra, su valor no tiene nada que ver con lo que costó extraerlos.» Los computadores, en cambio, se venden siempre por su costo de producción. Éste, como se sabe, es igual a todos los insumos y servicios comprados a terceros, más el valor agregado en la producción, que incluye los salarios, intereses bancarios y la ganancia de la empresa, la que se corresponde más o menos, con la tasa de ganancia media.

Todos los economistas -a excepción de los neoliberales más recalcitrantes- concuerdan en que la diferente naturaleza de las mineras amerita que se las trate también distinto desde el punto de vista tributario. Es más, desde Ricardo a Samuelson, existe consenso en que lo más eficiente desde el punto de vista general es que el Estado capture toda la renta, que es el excedente por encima de la ganancia media que beneficia a las industrias basadas en recursos naturales. De ese modo, se restablecen condiciones iguales de competencia con las demás industrias que no cuentan con este beneficio, como los computadores, por ejemplo. Además, permiten recaudar ingentes recursos en beneficio de la población, sin impedir el desarrollo de la minería, como demuestra Noruega, que les cobra a las mineras hasta la última chaucha de renta, las tiene a todas trabajando en su territorio y ha acumulado rentas que le permiten dar a su pueblo el mejor índice de desarrollo humano del mundo, según el PNUD.

Por estos motivos, como concluye el Financial Times en el editorial antes citado:

«El valor adicional del tesoro, potencialmente enorme, debe pertenecer al país donde fue hallado. Los gobiernos están en lo correcto al aplicar mayores cobros a la extracción de recursos naturales que a las demás actividades.»

Se podría haber esperado un análisis un poquito más fino, viniendo del encargado del Centro de Minería de la Universidad Católica, cargo que al parecer mantiene tras su flamante designación en el directorio de Codelco. Eso puede representar un serio conflicto de interés, puesto que dicho centro es financiado íntegramente por las mineras privadas.

Así lo reconoció el propio ex rector de la Universidad Católica, Pedro Rosso, al Senador Jorge Lavandero y al Director de Cenda, Hugo Fazio, cuando estos últimos le visitaron el 2005, para reclamar que el referido centro había preparado un libelo que las mineras privadas estaban utilizando para presionar a UNRISD en Ginebra a no publicar una investigación de Cenda, que demostraba que las mineras vendían su producción a filiales, sistemáticamente por debajo del precio en la bolsa de metales de Londres, les pagaban un sobreprecio por refinación y reconocían hasta veinte veces menos ingresos por subproductos por tonelada de cobre, que los que obtenía Codelco. Rosso se manifestó de acuerdo que es muy distinto criticar un trabajo ya publicado, lo que siempre es bienvenido, a participar en una operación digitada por intereses privados destinados a impedir una publicación. Reconociendo que lo segundo resulta reñido con la ética académica, explicó que no podía hacer nada, por la circunstancia arriba señalada.

A ver si alguna autoridad reclama ahora.

Por Manuel Riesco

Economista del Cenda

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