Entrevista

Marcelo Díaz (PS) y la proyección de la oposición junto al FA: «Estamos obligados a apostar por un camino de construcción de un proyecto político compartido»

"Su fuerza y vigencia va a estar dada por realizar una adecuación programática sustantiva y de una renovación de sus prácticas e institucionalidad para volver a ponerse en servicio de las prácticas sociales, y que la labor en los puestos de poder vaya de la mano de esa construcción de fuerza social", sostiene el ex vocero de gobierno y diputado electo por Valparaíso como tarea para reposicionar al PS. Por José Robredo Hormazábal / @joserobredo

Por Jose Robredo

12/01/2018

Publicado en

Actualidad / Política / Portada

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Los análisis de la derrota electoral de Alejandro Guillier y la evidente baja en la votación del Partido Socialista siguen dando vuelta en las cabezas de sus militantes. Esto, junto con la defensa del legado del gobierno de Michelle Bachelet, fueron los ejes del pasado Comité Central efectuado el reciente 5 de enero.

En este encuentro, donde se enfrentó cierta autocomplacencia por haber sido el partido al que mejor le fue entre sus pares de la casi extinta Nueva Mayoría con la crítica por la forma en la que se llevó la campaña, se determinó la realización de una conferencia nacional de organización y programa para mediados de año y congreso para fin de año.

En conversación con El Ciudadano, Marcelo Díaz, ex vocero del actual gobierno y diputado electo por el distrito 7 (compuesto por las comunas de Isla de Pascua, Juan Fernández, Valparaíso, Concón, Viña del Mar, Algarrobo, Cartagena, Casablanca, El Quisco, El Tabo, San Antonio y Santo Domingo), sostiene que para el proceso de rearme se debe «leer profundamente el país en el que estamos situados», ya que hoy existe «una clase media que siempre tiene el temor de perder esa condición y pensamos que estamos ofreciendo políticas públicas de equidad, transformadoras. Reformas que van en la perspectiva de darle mayor certidumbre a la vida de las personas pero que no hemos sido capaces de conectar con esa psicología».

Junto con eso cree que es necesaria una revisión de la actuación de los partidos políticos, que en el caso específico del PS debe «revincularse con el nuevo paisaje de organizaciones de la sociedad civil de la ciudadanía que ha emergido con mucha fuerza». Para ello recalca que es preciso «recuperar la vida interna, el derecho de los militantes a ser parte de la deliberación dentro del Partido Socialista para superar este mal endémico atrofiante y destructor de los partidos que es el militante ficha».

En relación a la posibilidad de articular un «bloque progresista» que vaya desde la DC hasta el Frente Amplio, Díaz cree que el PS debe actuar de forma protagónica y que la tarea es incitar un proceso de dialogo donde «vamos a tener que construir, paso a paso, sin ansiedad ni apresuramiento convergencias programáticas, darnos cuentas en lo que estamos y no estamos de acuerdo». Y destaca: «cuando se quiere ser gobierno hay que tener mayorías y para construirlas hay que trabajar, dialogar y consensuar».

«La primera responsabilidad que tenemos es leer profundamente el país»

La derrota fue dura, ¿cómo se levanta lo que hasta el 11 de marzo es el oficialismo?

Lo primero que tenemos que hacer tras los resultados electorales, tras la derrota sufrida, es leer muy bien esos datos. Debemos ser capaces de leer de manera adecuada al Chile que nos muestra la elección, porque aparte de los que votaron se encuentra un Chile «en los extramuros», aquella mitad de los chilenos que teniendo derecho al voto no lo hicieron. Esta sociedad cambió, como se dice redundantemente, pero los políticos todavía no somos capaces de comprender la sociedad en la que nos desenvolvemos.

¿Cómo se grafica ese escenario en el oficialismo?

Te pongo un ejemplo: todos en la Nueva Mayoría, y el que diga lo contrario miente. Teníamos la convicción de que si votaba más o menos la misma gente que en primera vuelta, o un poquito más, aumentaban exponencialmente las posibilidades del triunfo de Alejandro Guillier. Efectivamente ocurrió ese supuesto, votó más gente en segunda vuelta, pero quienes fueron a votar vienen de ese Chile «extramuros» y fueron a hacerlo por Piñera, no por Guillier. De ahí la profundidad de la derrota y la estupefacción que produjo la derrota.

A partir de eso, ¿cuáles son los pasos que deben seguir de aquí en adelante? 

La primera responsabilidad que tenemos, si queremos hacer buena política, es leer profundamente el país en el que estamos situados. E interpretar lo que el electorado nos dijo, porque interpretamos la primera vuelta en clave reforma y la segunda vuelta en clave conservadora y, sin embargo, ninguna de las dos cosas son falaces sino que ambas tienen cuotas de verdad. La gente aspira a un camino de transformación para hacer de Chile un lugar más justo, pero lo quiere hacer de un determinado modo, de una cierta manera. Por tanto, hay que comprender ese Chile y no hay que avergonzarse al decir que nos declaramos en estado de «perplejidad» para comprender y analizar del Chile que somos responsables. Porque la Nueva Mayoría -y antes la Concertación- hemos gobernado 24 de los últimos 28 años, por lo que esta sociedad es fruto, con sus luces y sus sombras, de la gestión de estos gobiernos.

¿Estos años forman a un ciudadano con aspiración de transformaciones pero conservador a la hora de las decisiones?

Hay que mirar la preocupación, que quizás a nosotros se nos fue del foco en la campaña, respecto de la mantención y expansión de su nivel de ingreso. Existe una clase media que siempre tiene el temor de perder esa condición y pensamos que estamos ofreciendo políticas públicas de equidad, transformadoras, reformas que van en la perspectiva de darle mayor certidumbre a la vida de las personas pero que no hemos sido capaces de conectar con esa psicología del ciudadano de clase media, para que comprenda que eso no es contradictorio con afirmar sus condiciones de ingreso. Muy por el contrario, nosotros aspiramos a que esas condiciones se den en un clima menos embrutecedor como sucede sucede hoy. Lo que decimos es que el bienestar material dotémoslo seguridad social, quizás no hemos sido capaces de transmitirlo con claridad. Los medios mediante, también han hecho mucho esfuerzo por demonizar las reformas de este gobierno.

¿Campaña del terror?

Aquí se instaló esto de «Chilezuela», el discurso del miedo. Recuerdo lo que me dijo un señor mientras llenaba combustible en una gasolinera del barrio alto: «yo vivo de la propina, si esta gente no está bien no me da propina y esta gente anda enojada, no da propina». Yo lo entiendo pero no quiero ese Chile, yo quiero un Chile donde ese señor no viva de la propina y que sus derechos laborales sean respetados. Pero a ese señor no hemos sido capaces de demostrarle que el camino que proponemos no nos lleva a esta realidad de un sueldo pequeño, de muchas horas extraordinarias.

¿Será que esa es otra derrota, donde el sentido común se derechizó? 

Eso aún está en juego, porque a la derecha le va a costar gobernar porque se sostienen en la inversión, en los signos de mejoría de la economía. Pero la derecha no tiene respuesta para las demandas sociales que siguen presentes. Qué le van a proponer a los chilenos, ¿más AFP? ¿esa es su fórmula?. En la agenda social, la derecha sigue con las mismas ideas que hace quince años: Las del chorreo, las del asistencialismo, del voucher y no con el reconocimiento de los derechos. Lo que yo creo, y eso tiene que ver con la  reinvención de la política y de la política socialista hacia el futuro, es que eso no se hace desde el Congreso discutiendo leyes ni desde una entrevista en un diario, se hace desde el territorio.

«Una mirada autocomplaciente sería un gran error»

¿En este proceso de cable a tierra qué rol le cabe al PS?

Debe revincularse con el nuevo paisaje de organizaciones de la sociedad civil de la ciudadanía que ha emergido con mucha fuerza. Valparaíso es un ejemplo de eso, por eso no me complica apoyar a Sharp, porque no es solo lo que él plantea sino que hay fuerza social detrás.

¿El PS se burocratizó? 

Más que burucratizarse, su vida está muy atenazada por la dinámica de los lotes. Es difícil invitar a alguien a militar en el partido cuando lo único que se le puede ofrecer es militar en una tendencia, que disputa el poder con otro. El partido está lleno de dirigentes sociales, es muy vivo en su enraizamiento social, pero hay que preguntarse si el PS está apoyando a esos cientos de líderes sociales. Y la respuesta es no.

¿Dónde está  el PS entonces?  

Está en la disputa del poder, que es también donde debe estar, que duda cabe si es un partido con vocación de gobierno. Pero su fuerza y vigencia va a estar dada por realizar una adecuación programática sustantiva, de una renovación de sus prácticas e institucionalidad para volver a ponerse en servicio de las tareas sociales y que la labor en los puestos de poder vaya de la mano de esa construcción de fuerza social. Yo creo que está todo a nuestro alcance pero requiere voluntad.

¿Quedó expresada esa voluntad en el reciente Comité Central del PS donde se evalúo la derrota y como seguir hacia adelante?

Fue un pleno de mucho debate, hay diferencias en la interpretación de las responsabilidades del PS en la derrota. Yo creo que tiene enormes responsabilidades, tomó decisiones importantes como la de elegir a Guillier y gatillar el fin de las primarias, que si bien la decisión la tomó la DC pero sabíamos la consecuencia de esa elección. El partido fue responsable fundamental de la campaña de Fuerza de Mayoría y una de nuestras debilidades fue lo territorial, el diseño comunicacional fue malísimo. Lo que establecimos, a pesar de las diferencias en las miradas en las responsabilidades, es que el partido no puede consumirse en una disputa interna respecto de este análisis, mientras se hace esa autocrítica se debe avanzar hacia el futuro. Una mirada autocomplaciente sería un gran error.

¿Dónde cree que se concentra la solución al problema del PS?

Se debe recuperar la vida interna, el derecho de los militantes a ser parte de la deliberación dentro del Partido Socialista para superar este mal endémico atrofiante y destructor de los partidos que es el militante ficha, que es el cacique que tiene las fichas guardadas y las pone para las elecciones. Eso es la destrucción de la democracia y el estado de derecho interno del partido. Se debe reconectar con la ciudadanía, que el mandato sea desplegarse en los territorios e incluso en las redes sociales, porque la política no se hace en las sedes de las organizaciones ni en las oficinas parlamentarias. El partido sabe hacerlo porque de ahí viene, debe volver a los orígenes.

«Hay buena voluntad de muchos actores del Frente Amplio de que se produzca ese dialogo»

¿Se nota la irrupción del Frente Amplio? 

La gente votaba Frente Amplio, más allá de un candidato determinado. Yo fui candidato en el bastión del FA, así que a mí no me la cuentan porque la viví. El FA ha construido una identidad: De lo nuevo,  del cambio, de la renovación, pero también de un proyecto de transformación. ¿Quién era el titular de ese proyecto de transformación?, el PS. Cuando disputamos la titularidad, buscando la sustitución de uno por otro, que es lo que en algunos casos del FA quisieran, o buscamos la colaboración en el marco de una izquierda plural, donde hay izquierdas. Yo creo en este último camino, porque si el espacio del progresismo, desde la DC al FA, se fragmenta lo único que vamos a lograr es que la derecha gobierne varios mandatos.

Suena a acuerdo por obligación

Estamos obligados a apostar por un camino de construcción de un proyecto político compartido. No va a bastar la ingeniería electoral, pero vamos a tener que construir, paso a paso, sin ansiedad ni apresuramiento, convergencias programáticas, darnos cuenta en lo que estamos y no estamos de acuerdo. A lo mejor vamos identificando más coincidencias de las que pensábamos y ese es el piso para luego hablar de alternativa de gobierno, coalición o alianzas electorales. Hoy pareciera que no hay coincidencias, pero yo creo que hay muchas más de las que son evidentes.

¿Desde la vereda de la oposición hay mayor necesidad de convergencia o búsqueda de coincidencias?

Es más simple desde la oposición, qué duda cabe. Aunque creo que el gobierno de Piñera va a marcar mucho el modo de actuar.

Esa propuesta de un gran bloque progresista con las declaradas diferencias, ¿cómo se impulsa? 

Construyendo acuerdo para hacer lo que nos toca, ser oposición. Una oposición inteligente, no una oposición que tenga sólo «noes» o «síes», sino que una oposición que se plantea ante la sociedad, que no se agota en el Congreso y que dialoga. El PS, ratificando que su domicilio político es la izquierda, debe buscar articular hacia la izquierda.

¿Ve opciones claras para esa articulación? 

Creo que hay buena voluntad de muchos actores del Frente Amplio de que se produzca ese diálogo, ¿en qué va a terminar? veremos. El PS debe ser quien transmita la necesidad de que ese dialogo no puede excluir al centro progresista, es decir a la DC. Para ser gobierno en Chile hay que tener mayoría, pero no solo electoral sino que esa mayoría sea programática, una fuerza política con un proyecto común.

¿Tomando en cuenta la experiencia de la Nueva Mayoría?

La Nueva Mayoría es resultado de la pereza, de la indolencia. En su momento dije que era necesario superar la Concertación pero que la nueva coalición debía sustentarse en un programa social y el programa lo trajo la presidenta Bachelet, no lo construyó la coalición. De hecho Ignacio Walker no se leyó. Todos sabían que santa Michelle Bachelet estaba en Nueva York y que debían peregrinar para que volviera. Los que tenían la responsabilidad de construir no solo una coalición sino que un acuerdo sustantivo de lo que debían hacer no lo hicieron.

En este escenario tan decaído para los partidos que fueron parte de la NM, ¿cómo atraen al FA que sí tiene un programa y viene con fuerza? 

El FA llega armadito porque viene desde el éxito y nosotros desde la derrota, las derrotas son duras y hay que vivirlas.

Pero más allá de las victorias o derrotas el FA tiene un programa claro 

Sí, pero son minoría. Y nosotros que sí hemos sido gobierno, y esto no tiene que ver con tratarlos de niñitos ni nada parecido sino que desde la experiencia de haber sido gobierno y oposición, entendemos que cuando se quiere ser gobierno hay que tener mayorías y para construirlas hay que trabajar, dialogar y consensuar.

¿Cree que este período político permitirá que se desarrolle ese proceso? 

Creo que van a vivir la experiencia de estar en el Congreso, ya no como una fuerza testimonial. Esto te obliga a ver la balanza de otra forma y eso va a ayudar a que empecemos a comprender de un modo distinto las conductas de cada uno, desde las diferencias de lo que cada uno piensa.

¿Cómo estima será la relación del FA con los partidos ex oficialistas? 

Yo soy optimista respecto de un dialogo bueno, franco, duro, no sin diferencias ni reveses entre el FA y las antiguas fuerzas de la NM, toda vez que hay mayor equiparidad en la interlocución. Creo que la convivencia en la oposición va a colaborar a discernir cuales son los mejores caminos para recuperar la posibilidad de conducir los destinos de Chile.

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