Operación «Fraude Electoral”: la maquinaria de desinformación de la ultraderecha para erosionar la democracia chilena

En pleno balotaje presidencial, nuevamente, un enjambre de cuentas trolls y bots pro José Antonio Kast, instalan una serie de fake news sobre el sistema electoral. Expertos advierten que es una estrategia regional para movilizar bases incluso con violencia, para deslegitimar al adversario y debitar las instituciones democráticas del país.

Operación «Fraude Electoral”: la maquinaria de desinformación de la ultraderecha para erosionar la democracia chilena

Autor: El Ciudadano

Guion repetido: La maquinaria de desinformación pro-Kast que siembra «fraude»

Este domingo 14 de diciembre, Chile decide su futuro presidencial en un ambiente enrarecido, nuevamente por una campaña de desinformación orquestada. Sectores de ultraderecha, a través de una red de cuentas trolls y bots  ligadas a grupos libertarios y republicanos pro Kast, han intensificado la instalación de la narrativa de un supuesto “fraude electoral”. El objetivo es claro: sembrar desconfianza en las instituciones democráticas para invalidar políticamente un resultado potencialmente adverso, una táctica que ya tiene un preocupante historial en el país y la región.

La acusación de fraude no es espontánea, sino un “guion conocido, adaptable y emocionalmente eficaz” en América Latina, como analiza el cientista político Miguel Torres Romero (Mg. (c) en Investigación en Ciencias Sociales, UBA), publicado previamente a la primera vuelta en El Mostrador.

Este libreto no requiere pruebas fácticas; le basta con amplificar dudas y anécdotas aisladas para operar. En Chile, este marco discursivo fue ensayado previamente, y de manera más directa, por el propio José Antonio Kast, quien tras las elecciones de 2021 señaló a Radio Agricultura: “No estamos acusando un fraude masivo, decimos que pueden haber errores”, pidiendo revisar mesas ante un margen de 50 mil votos, según una entrevista recogida por EMOL, mientras miles de cuentas trolls y bots difundían “fraude electoral”. Esta retórica prepara el terreno para la actual escalada.

Paradójicamente, las denuncias de cuentas de derecha que instalaban una cortina de dudas, se hacían mientras el director de SERVEL era Andrés Tagle, histórico experto electoral de la UDI (ex partido de Kast), quien era presidente del organismo.

Los hechos concretos desmienten la narrativa del fraude, pero son usados como carnada para la desinformación. Tras la primera vuelta del 16 de noviembre, se viralizaron denuncias sobre “mesas descuadradas” en el sistema del Servel. Sin embargo, una verificación de la agencia AFP y su sección “Factual”,  determinó que se trataba de errores de digitación normales en los resultados preliminares, los cuales son corregidos de manera transparente en las etapas provisoria y definitiva por los Colegios Escrutadores y el Tricel. Observadores internacionales como Transparencia Electoral no reportaron indicios de fraude. Aun así, estas anomalías técnicas, inherentes a cualquier proceso masivo, son presentadas como “prueba” de una conspiración.

La estrategia tiene un componente emocional calculado para movilizar a la base electoral. Según el análisis de Torres Romero, la acusación de fraude moviliza indignación, miedo y un orgullo colectivo agraviado. Se presenta como la defensa de una “voluntad popular traicionada”, cohesionando a los simpatizantes alrededor de la idea de una lucha moral. Las redes sociales son el ecosistema perfecto para esto: un video borroso, un testimonio fuera de contexto o una captura de pantalla pueden volverse virales en minutos, instalando la sospecha antes de que un desmentido logre circulación.

Este discurso tiene un riesgo tangible de incitar a la violencia. Durante esta jornada de balotaje, se han reportado incidentes como el denunciado por la periodista de ContraPoder, Josefa Barraza, en la red X, presidenta de mesa en Puente Alto, donde un votante llegó a acusar falsificaciones porque “estaba saliendo en Tik Tok”.

Esta situación no es un caso aislado, sino la consecuencia esperada de una narrativa que en otros países derivó en protestas y ataques a instituciones. Como advirtió en 2022 Paulina Ibarra, directora de Fundación Multitudes, estas campañas son “puerta de entrada al autoritarismo” y recuerdan las estrategias de Trump y Bolsonaro, que culminaron en el asalto al Capitolio y en intentos de desestabilización, según destaca publicación de Página 19.

Lo que busca tapar la ultraderecha con esta estrategia es doble. Primero, transformar el escenario electoral en un “robo” perpetrado por el sistema. Torres Romero explica que esto funciona como un “control de daños” narrativo, rentable políticamente aunque no se sostenga en lo fáctico. Segundo, y más estructural, debilitar la credibilidad de las instituciones democráticas como el Servel y el Tricel.

Al erosionar la confianza en los mecanismos básicos de la democracia, se busca justificar una oposición radical y deslegitimadora que no acepta las reglas del juego, polarizando aún más a la sociedad.

Frente a esta ofensiva narrativa, como lo han señalado múltiples expertos, es crucial recordar que Chile cuenta con un sistema electoral sólido, transparente y auditado en múltiples instancias. La solidez técnica, sin embargo, no es inmune al asedio de la duda emocional sembrada desde las redes. El peligro, como señalan los expertos, es que el “fraude” ya no se define en tribunales, sino en timelines, donde la velocidad de la sospecha supera a la de la verificación. La narrativa se vuelve especialmente verosímil en momentos de silencio informativo, como conteos lentos, o con la viralización de incidentes aislados.

El escenario que pretende instalar la ultraderecha es uno de conflicto permanente e ingobernabilidad, donde el resultado electoral, si no le es favorable, carezca de validez ante sus seguidores. Esto no solo amenaza la paz social el día del balotaje, sino que proyecta una sombra de ilegitimidad sobre el próximo gobierno, dificultando cualquier gobernabilidad. Defender la democracia hoy implica no solo proteger el voto, sino desactivar activamente esta maquinaria de desinformación que, como concluye Torres Romero, busca reemplazar la voluntad popular por el relato de la conspiración.

Se recuerda, a modo de ejemplo,  un video en la primera vuelta, de la candidata a diputada por el Distrito 12, Camille Sigl, del Partido Nacional Libertario, quien no resultó electa y fue una de las difusoras de la desinformación sobre un supuesto fraude electoral en Puerto Montt, hecho que fue categóricamente desmentido por Carabineros el mismo domingo 16 de noviembre. El supuesto fraude fue un voto asistido para una persona con obesidad mórbida, que no podía ingresar al local de votación.

Sin embargo, la única situación grave de irregularidades que se han denunciado formalmente,  son los diversos antecedentes sobre presuntos mensajes enviados a clientes por parte de la empresa Lipigas que llaman explícitamente a votar por José Antonio Kast, una vez finalizado el período legal de propaganda electoral, con diversos mensajes xenófobos y de odio.

Ver también / Comando de Jara ingresa denuncia ante SERVEL contra Lipigas por “clara vulneración al proceso electoral y a la democracia”

Cabe señalar que en este ambiente, sectores de derecha han impulsado una campaña y plataforma web denominada: “SUBAMOS LAS ACTAS”, página creada para “realizar el conteo paralelo en estas elecciones presidenciales”, según han denunciado, con un fin instrumental y parcial de las elecciones.

Algunas de las publicaciones en redes sociales sobre la campaña orquestada de “Fraude electoral”, incluso con llamados violentos  para “defender votos”:


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