“Proesía” de David Aniñir Guilitraro: La mapuchicidad en el mundo urbano popular

«Proesía», un libro que fusiona prosa poética, crónica y ficción: Entrevista a David Aniñir Entrevista por Absalón Opazo M

“Proesía” de David Aniñir Guilitraro: La mapuchicidad en el mundo urbano popular

Autor: El Ciudadano

«Proesía», un libro que fusiona prosa poética, crónica y ficción: Entrevista a David Aniñir

Entrevista por Absalón Opazo M.

Publicado bajo el sello de Odiokracia Autoediciones, “Proesía: 21 relatos de amor propio y un bonus track desesperado” de David Aniñir Guilitraro (Santiago, 1971) abre en sus 135 páginas una serie de viajes emocionales, sensoriales, experiencias colectivas y cotidianas, que dan forma a un libro que cautiva, identifica, y se revela como decidoramente actual.

El volumen cuenta con un prólogo de la destacada académica mapuche Elisa Loncon, quien escribió lo siguiente sobre él: “Como lo define su autor, esta obra es un arranque de prosa poética escrita en forma de párrafos, que contiene un lenguaje poético y estilizado, son ideas, figuras metafóricas que se transforman en prosa (…) El autor usa el registro empleado por sus propios personajes que viven intensamente, pero están atravesados por la marginalidad económica y también en el despojo lingüístico, cultural y territorial producto del conflicto Estado y pueblo mapuche”.

“Una obra magnífica”, agrega Loncon, y al final uno termina estando de acuerdo con ella tras leer, por ejemplo, el poderoso (y necesario) texto sobre el Río Mapocho, o el relato sobre la estancia en el hospital, o la crónica sobre Los Prisioneros tocando a cuadras del liceo en Quinta Normal, o la emocionalidad nerviosa contenida en el episodio del incendio en Almagro, en Buenos Aires, donde el escritor vivió un tiempo.

David Aniñir ya es un nombre referente en las letras chilenas y es primera vez que publica algo en un estilo diferente a la poesía, género desde el cual en 2009, con el libro “Mapurbe” estableció hacia adelante aquel concepto que ha sido definido por él mismo como “una concepción estética y poética de identidad indígena contemporánea”, que se acuña “a los nuevos registros y voces creativas de la cultura del pueblo mapuche”. En este caso, la vivencia de aquellos nacidos lejos de la tierra, habitantes de una ciudad colmada de cemento y adversa en muchos sentidos.

“Somos mapuche de hormigón / debajo del asfalto duerme nuestra madre / explotada por un cabrón…”, dicen las primeras líneas del poema Mapurbe, esencia que permanece en “Proesía”, donde los elementos del mundo mapuche están absolutamente presentes: “Está nuestra mapuchicidad, está el mundo popular, nuestros lugares siempre cruzados por esta pobreza, parte de nuestra infancia, lo político, nuestra historia de vida, nuestra sobrevivencia laboral, el mundo de la construcción, la cotidianeidad”, señala Aniñir, con quien conversamos sobre este último libro.

¿Cómo fue el trabajo escritural que dio forma a Proesía? ¿Recopilaste textos de varios años o trabajaste mentalizado de una sola vez todos los textos?

El proceso que tuvo desarrollar esta nueva experiencia de publicación y un nuevo género, que para mi me merece un respeto y una exactitud mayor, porque es una estructura; la escritura narrativa tiene una estructura, pero también yo desordeno esa escritura, digamos, pues no obedezco a patrones de esos. Aquí hay un arrojo, un arrojo experimental entre la poesía, mis poemas, algunos sueños, como insumos escriturales. Algunas reflexiones sacadas de ese lugar poético, y retazos, bosquejos de ideas que van armando un cuerpo literario.

En este caso, empecé con poemas que se me alargaban no más, que resultaba ya una historia el poema. Tú sabes, la palabra tiene un dominio propio, un territorio, donde ella es inconmensurablemente autónoma y desarrolla una realidad paralela, a veces con ficción, que es otro elemento que incluyo ahí, y claro, va tomando otro cuerpo, ya no es el poema. Son como diez mil haykus, jajaja, no. Son poemas que se me alargan no más y forman parte de esta escritura. Como lo dice Milanca en su soberbia, la poesía se escribe para abajo y la escritura para el lado. Eso es todo. También hay otros cuerpos, otros tiempos, otros lugares, personajes, locaciones, ficciones, una intensidad del desarrollo, y un fin.

Podría ser casi una recopilación…

Es una acumulación de distintos trabajos, de distintos trazos de poemas largos, que fueron dialogando con nuevas realidades, porque son textos que quedaron ahí acumulados pero después se actualizaban, y a esa actualización correspondía también incorporar reflexión con la realidad, algunas ficciones, y sobre todo un lugar que tiene que ver con el pewma, con el sueño. Y cada vez quedaban con mayor volumen, y a veces hubo que cortar mucho, hubo que desarrollar harto y podar, omitir la reiteración y la puntuación, y todo un trabajo.

La poesía es más libre en ese sentido, pero aquí hay una estructura distinta, donde se obedece a tiempos distintos también. Eso resultó ser un desafío, acumular distintos textos, de distintos años, metidos en croqueras, meter todo a la juguera y realizar un cuerpo, fue uno de los desafíos con que me vanaglorio de poder desarrollar y experimentar hoy. Está nuestra mapuchicidad, está el mundo popular, nuestros lugares siempre cruzados por esta pobreza, parte de nuestra infancia, lo político, nuestra historia de vida, nuestra sobrevivencia laboral, el mundo de la construcción, la cotidianeidad.

Yo aquí tengo que asumir que no estoy copiando, sino que le estoy haciendo un choreo al gran Pedro Lemebel, pero voy como en el primer peldaño, jajaja. Me gustaría mucho porque eso habla de las referencias que tiene este cuerpo de Proesía, que explora también ese lugar de la memoria.  

Tenemos entendido que el libro se agotó en su primera edición, ¿viene una segunda pronto?

Proesía, prosa poética, relato, crónica, narrativa, cuento. No sé, está experimentación escritural la vengo desarrollando ya un buen tiempo, hace unos 5 años dije ‘voy a acumularlo’ y lo acumulé, lo acumulé, lo acumulé, y retomé el año pasado el sacar algunos ejemplares de este nuevo libro, de un nuevo género, y claro, resultó que lo hicimos a pulso, con distintas colaboraciones, amigones, amigonas, gente. Es una fundición de cariño y afecto, mucho poyewün, mucho amor en esto, mucha amistad.

El prólogo que tiene el libro lo hizo una mujer importante en estos últimos procesos para nosotros, que es Elisa Loncon, y Malen Luna mi hija hizo la carátula; mi hermano puso unas lucas, un amigón y una amigona importantes colocaron más lucas, y así, una cosa colaborativa comunitaria como familia y amistad, Quimantú se puso con los talleres gráficos… pulso por acá, pulso por allá, el diagramador que también tuvo buena voluntad con el precio, una amabilidad importante, para llegar a los 150 libros. Primero iba a salir con una editorial que falló, no hubo acuerdo, y entonces lo saqué con Odiocracia Autoediciones, que soy yo con mis amigones, y así sacamos estos ejemplares a la venta en enero, y ya a fines de febrero se acabaron.

Así que ahora estamos viendo con Pehuén, con quienes hice el libro Mapurbe, sacar la segunda edición con un tiraje mayor, a fin de semestre. La idea es que circulen, no solo por los sitios donde nos bancamos nosotros con nuestro paño, o en los espacios culturales donde ofrecemos nuestra obra; también existe esa posibilidad mayor que te pueden instalar en una distribución mayor.

Proesía forma parte también del concepto tuyo de Mapurbe, ¿cómo sientes que se instala este nuevo trabajo dentro de ese imaginario por decirlo de manera simple?

Sarcástica y literalmente, se me arrancó de las manos ese concepto, ese término. Toda la gente que ha contribuido me ha mencionado y ha sabido que Mapurbe está en el imaginario cultural, social, político de nuestra mapuchada a partir de la diáspora, de esta transhumancia, de este éxodo, de esta migración forzada que sufrió nuestra gente mayor. Y nosotros somos como la primera o segunda generación de mapuche, indígenas, porque esto también repercute a nivel latinoamericano, la usurpación ha generado eso, digamos que nosotros somos, con nuestros padres, abuelos y bisabuelos, las víctimas directas de lo que fue la ‘pacificación de la Araucanía’, y esta última fase ha sido la diáspora en las grandes ciudades, centros urbanos, espacios industriales y económicos de Chile, como Concepción, Temuco, Valparaíso, Antofagasta, ni hablar de Santiago donde se concentra más del 50 por ciento de la población mapuche, y si hablamos del mundo, también hay gente mapuche dispersa por ahí.

Eso es mapurbe, reflexiona desde ahí, es un concepto estético, poético de identidad y pertenencia mapuche contemporáneo. Anclado en el imaginario cultural mapuche hoy. Y se han hecho obras de teatro, videos experimentales, canciones, música, utilizado en el mundo académico, teorizado, ensayos, ocurrido en el espacio de la educación pública a través del Ministerio de Educación.

Se ha difundido harto, hace ya más de 25 años que vengo colocándome desde ese concepto, el libro va para su tercera edición agotada y esperamos que el próximo año vuelva a salir nuevamente, y claro, este es el universo mapurbe, donde han salido varias otras aristas creativas, literarias, sonoras, como la propuesta que tenemos con Pedro de Piedra en lo musical, y Proesía forma parte de este imaginario.

Pienso que los neologismos nos sirven para reafirmarnos también y buscar otras maneras de apropiarnos a través de la palabra, Mapurbe sostiene todo ese universo donde hay otros ‘mapurbitos’, otros partos creativos que forman parte de este imaginario Mapurbe, que es atesorado dentro de la cultura mapuche contemporánea, también ha traspasado fronteras y se ha instalado en otras plataformas y expresiones artísticas como la danza, el teatro, el audiovisual, entonces claro que sí, Proesía se instala dentro de ese útero, del útero Mapurbe.


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