«Algoritmos, memes e IA: la ultraderecha libra una batalla cultural por reescribir la historia y captar jóvenes
Una estrategia coordinada y bien financiada, que aprovecha las herramientas digitales, busca redefinir la memoria colectiva y normalizar narrativas extremistas, advierten partidos políticos, medios y académicos.
La advertencia desde Chile
La batalla por el relato histórico y el presente político tiene en las redes sociales su campo de batalla principal. Así lo denuncia el Partido Igualdad de Chile en una publicación en Instagram, donde acusa a la ultraderecha de utilizar estas plataformas para blanquear períodos dictatoriales.
La publicación señala textualmente: «Ellos nunca dejaron de hablar de Pinochet. Lo blanquearon de tal modo que hoy hay miles de cabros chicos hablando de un ‘gobierno militar’ en el que vivíamos con seguridad, orden y una extraordinaria tranquilidad económica».
El mensaje, que culmina calificando este proceso como un «lavado de cerebros» diario, atribuye este fenómeno al dominio ideológico de las propias redes: «los dueños de estas canchas militan la misma porquería de Trump y las extremas derechas del mundo».
Ver publicación del Partido Igualdad en Instagram
El modus operandi digital: algoritmos, desinformación y burbujas
Esta preocupación encuentra eco en análisis internacionales que profundizan en los métodos. Investigaciones citadas por el medio RTVE.es revelan un sesgo algorítmico sistemático. Una auditoría con 120 cuentas «títere» en X (antiguo Twitter) demostró que las líneas de tiempo de nuevos usuarios se inclinan hacia contenido de tendencia derechista. Este fenómeno no es aislado: el estudio «Amplificación algorítmica de la política en Twitter» halló que, en 6 de cada 7 países analizados, el contenido de la derecha política recibió mayor amplificación que el de la izquierda.
La experta en discursos de odio digital Virginia Martín Jiménez explica a RTVE que los algoritmos actúan como un arma de doble filo: por un lado, fomentan contenidos virales para captar «nuevos seguidores ideológicos» y, por otro, aíslan a los individuos en cámaras de eco donde «la radicalización crece».
La Inteligencia Artificial como arma de (re)escritura histórica
El arsenal digital se ha sofisticado con la Inteligencia Artificial (IA), convertida en una herramienta clave para distorsionar hechos. RTVE documenta cómo grupos extremistas manipulan modelos de IA para, por ejemplo, generar conversaciones que exculpen a figuras nazis como Joseph Goebbels del Holocausto, según alerta la UNESCO.
En Europa, partidos como Alternativa por Alemania (AfD) o la Lega italiana emplean imágenes IA generadas para campañas antimigración o tránsfobas. El analista Marcelino Madrigal define este ecosistema para RTVE como la «industrialización del odio y la desinformación«, señalando que detrás hay también un interés económico. La estrategia incluye burlar los controles de las plataformas con tácticas como el «grandma loophole» (vacío legal de la abuela), donde se enmascaran peticiones extremistas tras peticiones aparentemente inocentes.
Los memes: el caballo de Troya de la propaganda política
Más allá de la IA, el meme se ha erigido como un formato de propaganda fundamental. Nicolás Canedo, investigador de la Universidad de Buenos Aires, explica a Canal RED América Latina que su poder reside en una cultura participativa que incita a la reelaboración y viralización colectiva.
Para la ultraderecha, son instrumentos ideales para promover un sentido de pertenencia y «naturalizar políticas de crueldad», según Canedo. Movimientos como el trumpismo o el mileísmo, apunta, recurren a una estética «fundacional» y «pochoclera» (simplificada, como de película) de un pasado idealizado, combinada con un tono metairónico que les permite eludir responsabilidades: «No se puede discernir cuánto de lo que dicen lo expresan en serio y cuánto en broma». Este escape retórico les permite deslizar ideas extremas camufladas en humor o, ante la crítica, escudarse en que «es solo un meme».
Una estrategia coordinada que depende del clima social
La eficacia de estos batallones digitales, sin embargo, no es absoluta ni depende únicamente de las herramientas. Canedo subraya que el núcleo es una red coordinada de cuentas que se retroalimentan para impulsar los mensajes en los algoritmos. No obstante, su poder está «supeditado a la organización política que los promueve» y, crucialmente, al clima de opinión pública. «Cuando estas derechas están más atadas a una experiencia de gobierno fallida con contradicciones que no pueden explicar, como la corrupción mileista […] también pierde eficacia las líneas de su mensaje. Entre ellas, la de los memes», afirma el académico. Ejemplifica que las cuentas del presidente argentino Javier Milei han perdido interacciones conforme empeoraba su imagen pública, demostrando la volatilidad de esta estrategia.
El desafío: alfabetización mediática y defensa del espacio público digital
Frente a este panorama, expertos y analistas llaman a una respuesta multifacética. Loreto Corredoira, doctora en Derecho de la Información, insiste en la necesidad de «salvaguardar la función de los medios de comunicación y los periodistas» y potenciar la alfabetización mediática.
Virginia Martín Jiménez es contundente al señalar que, sin educación crítica, el avance será «imparable, porque la historia la van a contar estas armas de desinformación». Marcelino Madrigal, por su parte, alerta sobre la inacción política frente a una «distopía» ya presente: «No es que tengamos que prepararnos para una ola o un tsunami, es que ya tenemos el agua al cuello y aquí seguimos». La batalla por el relato, evidencian estos análisis, ya no se libra solo en los libros de historia, sino en el flujo constante de algoritmos, memes e IA que moldean la percepción diaria de millones.


