[REVIEW] Barbarian: La película más terrorífica del año también es una de las más graciosas

Cuidado con el lugar donde decides pasar la noche.

Por Axel

21/09/2022

Publicado en

Actualidad / Cultura

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Cada semana llega a las salas de cine una nueva película de terror que promete convertirse en la experiencia más terrorífica del año, pero termina por hundirse en una colección de sustos fáciles y predecibles. Semana a semana estos títulos abultan las carteleras esperando captar la atención de algún grupo de adolescentes incautos, o la curiosidad de alguna pareja en busca de una excusa para acercar sus cuerpos en la oscuridad.

Por lo mismo, cuando una cinta logra abrirse paso entre la selva de mediocridad que es la industria del cine de terror, no solo se siente como un soplo de aire fresco, sino que su nombre se difunde como la pólvora en los círculos de fanáticos del género.

Este es el caso de Barbarian, el debut del director estadounidense Zach Cregger. Con una propuesta de cruce de géneros que ya viene siendo habitual en el cine de terror, la cinta se revela como una especie de matrioshka que ofrece una sorpresa tras otra hasta dejar al espectador completamente desarmado para el siguiente giro argumental. Para decirlo de otra forma, ver Barbarian se siente como viajar en un vehículo sin frenos y sin persona al volante hacia un destino completamente desconocido.

La gran baza de Barbarian está en el carácter completamente impredecible de su trama, que comienza con una joven que viaja a Detroit para una entrevista de trabajo y descubre a un extraño alojando en la casa que ella había alquilado por internet. A partir de esta situación comienza la cuenta regresiva que amenaza con destruir cada nervio del espectador antes incluso de llegar al clímax.

Y Barbarian lo hace a través de un recurso que pocas cintas de terror logran estos días: la atmósfera. Cregger se toma el tiempo de construir una atmósfera de pura tensión solo a través del duelo actoral de sus protagonistas y de un manejo quirúrgico de la cámara. Y en el preciso momento en que la angustia y el terror alcanzan su culminación, un repentino cambio de registro da inicio a una película totalmente distinta.

Una exhalación colectiva se toma la sala de cine al inicio del segundo acto: es la liberación de todas las tensiones. Ahora inicia la comedia, el humor necesario para terminar de convertir a Barbarian en una película tan efectiva, que arriesga y lo apuesta todo sin temor a la exageración y al absurdo.

Uno de los fuertes de Barbarian radica en que es una cinta que evita tomarse muy en serio a sí misma. Consciente de estar transitando en la delgada línea que separa al horror de lo ridículo, Barbarian decide saltar de un extremo a otro sin avisar a nadie y sin dar mayores justificaciones.

Durante su poco más de hora y media de duración, uno nunca llega a sabe si ríe por los chistes de la película o si ríe por no llorar. Pero lo importante es que se ríe, y bastante. Hay casi tantas risas como saltos o apretones de mandíbula; en Barbarian no queda tecla sin tocar ni emoción sin sentir. Y cuando llega el final, uno se queda mirando la pantalla sintiendo su respiración volver poco a poco a su ritmo normal.

Barbarian es algo que escasea en la era del streaming: una verdadera experiencia cinematográfica.

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