Por Álvaro Bustos Barrera
Fue mi hermana Bárbara quien me habló hace un tiempo sobre este bar de nombre Taberna Malasaña, ubicado en Argomedo #60, a pocos metros de la concurrida avenida Vicuña Mackenna, en Santiago Centro. Recuerdo además como si fuese hoy, cuando mencionó que en la entrada del lugar destacaba un gran letrero del emblemático restaurant Las Lanzas de Ñuñoa, al parecer regalado por su dueño Don Manuel, además de camisetas y bufandas de clubes españoles, latones vintage con diversas frases alusivas a la noche madrileña e imágenes varias de un gato con pata de palo.

Como complemento me entregó algunas luces de su carta, donde destacan las mundialmente conocidas tapas mediterráneas, las cañas de sangría, el vermut, sidras o algunas variedades de cervezas como la popular Estrella Galicia o Alhambra, entre otras marcas, además de uno que otro cóctel de los típicos que se ofrecen por ahí con tonos anaranjados.
Con esta minuciosa descripción, no me quedó otra que aventurarme en una nueva crónica gastronómica para Sabores Ciudadanos. Ingresé al Instagram de esta taberna de barrio y vaya sorpresa la que me llevé: hace unos días el local estaba de aniversario y próximo a cumplir 10 años de vida, marcha, risas, copas y quizá cuántas historias más al borde de la barra.

Sin pensarlo demasiado, decidí visitar el Malasaña y en un abrir y cerrar de ojos, me vi sentado en una de las mesas con una vista privilegiada de la taberna y todo su teje y maneje. El lugar es tal cual me lo describieron y rápidamente se acercó una chica que esbozó un saludo de bienvenida, mientras dejaba frente a mí la carta de manera física con el dibujo de un gato con pata de palo en la primera hoja.
Realicé un escaneo rápido y vi que la cocina tiene una oferta que transita desde las populares Tapas o Tostadas con distintas opciones, Croquetas, Empanaditas, Jamón Serrano o la clásica Tortilla de Patatas con cebolla que incorpora además camarones con ajo confitado, más dos trozos de pan de masa madre con tomate.
En los fondos, dispone de platos como los Garbanzos Mediterráneos, el característico Cachopo: una escalopa de cerdo rellena de jamón serrano y queso, acompañado de papas fritas, pimiento y crema de queso azul; o los Choritos al vino blanco y papas fritas en cubo, con verduras en su caldo, más un toque de curry, entre otras sabrosas opciones.

¿Para maridar cualquiera de estas delicias? Cervezas varias de la línea Kross, algunas marcas japonesas, emblemáticas birras hispanas, la irlandesa Guinness stout y la reciente incorporación la Yuca Sour Del Puerto, además de vinos tintos o blancos por copa, sidra, sangría, navegado, vermut o el yayito, un coctel popular en base a ginebra, vermut y agua gasificada.
El olor a distintas preparaciones abrió mi apetito de manera fulminante y luego de un guiño a la garzona, ésta se apersonó a mi lado para escuchar mi pedido: “me gustaría probar algunas tostadas y la tortilla de papatas, más una caña de sangría, por favor”, solté mientras me ponía sobre la mesa un pequeño pocillo con aceitunas (de cortesía).

Al momento que esperaba mis platillos y saboreaba el vino con frutas, escuché desde los parlantes algunas canciones de la banda hispano-argentina Los Rodríguez, mientras algunos parroquianos habituales empezaban a abarrotar la barra y un poco más atrás, otros comensales primerizos.
En breves minutos llegaron mis tostadas elegidas: una de prieta con queso azul, otra de alcachofa y queso camembert y la siguiente de jamón serrano y rúcula. Las tapas a decir verdad cumplieron con mis expectativas, productos bien trabajados en sabor y aliños, además de un pan de masa madre fresco y crujiente que completó de manera perfecta la experiencia.

Luego fue el turno de la tradicional tortilla de papas con chorizo riojano, que llegó a mi mesa en un tiempo justo con un atractivo color dorado en su superficie y tan húmeda como sabrosa, gracias al aporte de la cebolla que disfruté hasta el último bocado.
En mi visita, aproveché además de probar algunas birras de la línea Kross y lo nuevo de cerveza Del Puerto, donde destaco la Yuca Sour, con yuca, frambuesa, jengibre y un toque a limón. Una opción sedosa y tropical, con una textura suave, refrescante e innovadora. Pero también disfruté de la irlandesa Guinness stout, una bebida negra de intenso sabor a cebada tostada, gruesa y cremosa espuma.

Te recomiendo sin lugar a dudas conocer la Taberna Malasaña, un local de barrio atendido por su propio dueño Américo Pesutic, un boliche acogedor, sencillo y sin mayores pretensiones más que ofrecer una comida casera, tapas estilo español, cerveza a buena temperatura, una fresca caña de sangría, música envasada y un ambiente cálido para conversar, ya sea en la barra o en algunas de las mesas disponibles.
Ojo que existe una terraza para los fumadores y un sector reservado para unas 10 a 12 personas, si está en tus planes realizar alguna celebración o disfrutar una jornada más íntima, con un servicio algo más personalizado.
El reloj ya marca las 00:20 horas y las cañas de cervezas continúan saliendo desde la barra, con la naturalidad propia de un negocio que brinda calor a sus parroquianos a esas alturas de la noche. De fondo suenan los Fabulosos Cadillacs y la Taberna Malasaña sigue prendida sin querer despedir a nadie.
Evaluación: Excelente