En un paso decidido hacia la democratización del poder judicial, Morena, junto con sus aliados en el Senado, ha presentado una iniciativa de ley ante la Comisión Permanente para derogar el uso obligatorio de la toga y el birrete en las sesiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). La propuesta busca eliminar vestimentas que representan símbolos de lejanía y elitismo y acercar el máximo tribunal a la población.
La iniciativa, promovida por las senadoras y senadores Laura Estrada Mauro, Antonino Morales y Luis Alfonso Silva Romo (PVEM), plantea reformar el artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, vigente desde 1941, que exige a los ministros vestir toga de seda negra y puños blancos. En su lugar, proponen que los ministros adopten una indumentaria “formal o tradicional, acorde con sus orígenes, costumbres y preferencias”.
El argumento de fondo es contundente: la toga representa una justicia arcaica, elitista y distante. Como señaló el senador Morales, la nueva Corte encabezada por Hugo Aguilar —jurista indígena oaxaqueño— debe reflejar la justicia del pueblo, vistiendo con dignidad pero sin privilegios. “La justicia que inicia debe vestir la indumentaria de nuestra gente, la gente sencilla y trabajadora del campo y la ciudad”.
Una Corte cercana al pueblo
Democratización simbólica: Quitarse la toga es una señal clara de que la Corte deja atrás el elitismo heredado y se abre al pueblo.
Justicia intercultural: Al permitir a los ministros vestir acorde a sus raíces, se reconoce y legitima la diversidad cultural de México.
Reflejo de una nueva era: Con élites judiciales elegidas en urnas, como Aguilar, se abre paso a una SCJN más plural, democrática y comprometida con las demandas sociales.
Lo que sigue
La iniciativa abre un debate necesario sobre los símbolos del poder. Si es aprobada, la Corte tendría libertad para elegir su atuendo, con lo que se fortalecería su legitimidad ante los ojos de la ciudadanía. En este cambio, la imagen institucional, también, se renueva: ya no será un tribunal cerrado, sino una institución cercana y al servicio de todas y todos.