Un corredor de bolsa le embarró la fiesta al Willy

El Willy había organizado la tremenda fiestoca

Por Wari

09/05/2010

Publicado en

Actualidad / Columnas

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El Willy había organizado la tremenda fiestoca. Durante los tres años anteriores las vio negras de verdad. Creyó que estiraba la pata, como sus colegas en Argentina. Como los jugadores que han perdido la camisa, apostó los pantalones y hasta los calzoncillos al número más riesgoso de la ruleta. Hasta ahora, parecía haber achuntado la apuesta. Había logrado recuperado buena parte de sus pérdidas. Qué importa si en la siguiente vuelta el derrumbe va a ser mucho peor. Lo que le interesa es que de ésta se había salvado jabonado.

Invitó a celebrar a todos sus amigotes de la Federación Mundial de AFP. Incluso le pagó pasaje en primera a un conocido pregonero de teorías de moda. Los juntó a todos en Viña del Mar, ciudad de casinos.

Justo en medio de la farra, un gringo, corredor de bolsa estadounidense, metió el dedo en el botón equivocado de su computadora, justo en el curso de una día de fuerte caída general… y mandó las bolsas mundiales al suelo. En pocos minutos, la bolsa de Nueva York se derrumbó en la mayor caída de toda su historia, llegó a perder casi mil puntos o un 9,2 por ciento, lo que representa más de un billón de dólares. Rebotó de inmediato, desde luego, pero igual terminó el día con grandes pérdidas y toda magullada.

Se acentuó el nerviosismo y todas las bolsas del mundo apuraron la caída que ya experimentaban por obra y gracia de los griegos. Culminaron así la peor semana desde la caída de Lehman en octubre del 2008, perdiendo todo lo que habían recuperado en el curso del presente año.

En el rato que tocó la orquesta en la fiestoca del Willy, los fondos manejados por las AFP perdieron ¡más de dos mil millones de dólares! Nunca se había visto en Chile una farra más cara.

Uno de los más compungidos fue el ex jefe de la brigada universitaria socialista de la Escuela de Economía de la Universidad de Chile hasta el 11 de septiembre de 1973. Campeón mundial del acomodo sin esfuerzo, vivaracho sin igual, ya en marzo de 1974 se había cambiado a economía de «la Católica,» donde rápidamente vio la luz del Neoliberalismo. Al cabo de pocos meses estaba haciendo la práctica en el departamento de estudios del Banco Hipotecario, madriguera de «Los Pirañas,» voraz grupo que por esos días hacía su agosto con la privatizaciones de Pinochet. Antes del derrumbe de los Pirañas en la crisis de principios de los años 1980, nuestro campeoncito había emigrado a latidudes más seguras y se dedicaba a chuparle las medias a los neoliberales estadounidenses en la Universidad de California.

Desde allí, pontifica de tanto en tanto desde las páginas del diario de la familia en Chile, acerca de lo que huele que le puede resultar más conveniente. Concertacionista «crítico,» desde la derecha por cierto, a lo largo de varios años, abandonó el barco antes que nadie y se pasó raudo al de Piñera. Ahora les hincha las pelotas a Larraín y compañía; es como para compadecerlos.

El Willy le había pagado pasaje en primera y suculentos honorarios, con cargo a los cotizantes en las AFP por cierto, para que viniera a cantar y hacer un número de danza del vientre en su fiestoca. El susodicho había preparado para el evento una frase para el bronce, de esas que acostumbra en su oficio de pregonero: «si Grecia hubiera tenido un sistema de AFP no hubiera estado en crisis.» Pergueñó la frase pensando en lo que hace mejor, que es el papel de esos quiltros chicos que ladran a los perros grandes. En efecto, hace poco nos visitó el premio Nobel Paul Krugman y declaró que menos mal que los EE.UU. no tenían sistema de AFP, puesto que ahí sí hubieran estado liquidados con la crisis.

Ahora pasó completamente desapercibido. El Mercurio le dedicó un párrafo el viernes 7 de mayo, enterrado al fondo de una página del cuerpo B que parecía rasgada por la mitad por el gráfico del derrumbe de Wall Street provocado por la embarrada del gringo, a la que dedicaba el artículo principal.

¡Que mala pata Willy! Como se dice en Chile, el gringo les «meó el asado.»

FINANCIAL TIMES: NO HAY DRAMA EN ALZA DEL COBRO A LAS MINERAS AUSTRALIANAS

A las mineras les llueve sobre mojado. El dueño de su propia casa anunció que les va a subir el impuesto específico por el uso del recurso. Ahora el principal diario financiero del Reino Unido, donde se transan sus acciones, ha afirmado que no hay ningún drama al respecto. Muy por el contrario, le parece muy justo.

El Primer Ministro de Australia, Kevin Rudd anunció el 2 de mayo del 2010,  la consolidación de los royalty que actualmente pagan (tarde mal y nunca) en las provincias y su reemplazo por una sobretasa general de impuesto a las utilidades (al estilo del llamado «royalty 2» chileno) de ¡40 por ciento! Con el nuevo cobro, la tasa de impuestos efectiva que pagan en su propia casa subirá de 43 por ciento en la actualidad a 57 por ciento.

En Chile, como se sabe, se está discutiendo cuantos beneficios adicionales se les van a otorgar a cambio que accedan «voluntariamente» a un alza del «royalty 2» de 5 a 9 por ciento, con lo cual la tasa de impuesto efectiva que pagan  no va a subir mucho del 18 por ciento que paga la que hace menos trampas con sus balances. De las otras ni hablar, el Estado le debe plata a varias.

Comentando la medida del Gobierno australiano, tomada del llamado informe Henry, emitido recientemente por el gobierno, el Financial Times del 5 de mayo del 2010 ha observado que la reacción a la misma ha sido exagerada – las acciones de las mineras bajaron un 7 por ciento en dos días, por ejemplo.
Dice el diario que el Primer Ministro debe ganar todavía un segundo mandato y para cuando las medidas entren en vigor en 2012, el lobby de las mineras habrá conseguido un trato más amable ¡En todas partes se cuecen habas!

En el fondo, dice el diario británico, la idea no es mala. El argumento de la pérdida de competitividad no va a ninguna parte («a non starter«): los recursos no renovables no se mueven – afirma el Financial Times. Lo mismo con el supuesto efecto ruinoso sobre el valor presente de proyectos de muchos años y muchos miles de millones de dólares: los impuestos son solo uno de los muchos factores que cambian a lo largo del tiempo. Más aún -continúa el diario-, estos son tiempo de austeridad y los gobiernos deben apelar a todas sus ventajas, que en caso de Australia son geológicas. Entronado en la constitución australiana (Capítulo IV, artículo 91), está el derecho del parlamento a cobrar por los metales como le parezca más adecuado.

¿Que podría ser más apropiado -concluye el Financial Times– que los ciudadanos que han completado su vida laboral en suelo australiano, obtengan de éste el financiamiento de sus pensiones?
Lectura para el fin de semana en Chile.

Por Manuel Riesco

Economista del Cenda

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