Estudio sugiere que la obesidad tiende a anular el sentido del gusto

En un estudio con ratones, los investigadores descubrieron que, en el plazo de ocho semanas después de convertirse en obesos, los roedores perdieron el 25% de sus papilas gustativas. Los hallazgos sugieren que el aumento de peso no solo cambia el apetito sino que también puede alterar fundamentalmente la percepción del gusto.

La obesidad tiende a anular el sentido del gusto. Así lo afirma una nueva investigación que da luces sobre las razones de que algunas personas entren en un ciclo persistente de aumento de peso.

En un estudio con ratones, los investigadores descubrieron que, en el plazo de ocho semanas después de convertirse en obesos, los roedores perdieron el 25% de sus papilas gustativas. Los hallazgos sugieren que el aumento de peso no solo cambia el apetito sino que también puede alterar fundamentalmente la percepción del gusto.

«La obesidad es por naturaleza muy compleja», dijo Robin Dando, autor principal y científico de alimentos en la Universidad de Cornell en Nueva York. «Hay muchos factores diferentes que contribuyen al estado de obesidad: creemos que un cambio en el [sentido del] gusto es uno de esos; uno que las personas no tienden a considerar», explicó.

Los hallazgos contradicen la suposición de que las personas se vuelven obesas porque aman la comida más que el común de las personas y, por lo tanto, les resulta más difícil de resistir. «Creo que el gusto extraordinario por la comida puede no ser lo que está sucediendo», dijo el investigador.

Varias evidencias convergentes están mostrando que lo cierto puede ser justamente lo opuesto. Los estudios de la actividad cerebral han encontrado que las personas con mayor índice de masa corporal parecen encontrar menos gratificantes los sabores agradables, según lo medido por su respuesta cerebral. Por lo tanto pueden necesitar comer más para obtener el mismo golpe de dopamina. Otro trabajo ha demostrado que las personas con el sentido del gusto atenuado tienden a elegir comidas más dulces y grasas.

Ahora, los últimos hallazgos sugieren que la obesidad no solo reprograma la percepción del gusto a nivel psicológico, sino también físico.

En el estudio, después de ocho semanas con una dieta alta en grasa los ratones pesaban aproximadamente un tercio más. Los científicos descubrieron que también tenían un 25% menos de papilas gustativas que los ratones delgados.

Las papilas gustativas comprenden de 50 a 100 células de tres tipos principales, con diferentes roles en la detección de los cinco sabores principales (sal, dulce, amargo, ácido y umami). Estas células tienen una rotación rápida, con un promedio de vida de solo 10 días.

Los hallazgos sugieren que las papilas gustativas y sus células progenitoras son particularmente sensibles al daño de los productos químicos inflamatorios que se elevan en la obesidad, lo que resulta en una disminución rápida del número total.

El estudio se centró en un químico inflamatorio específico que se eleva en la obesidad, llamado TNF-alfa, que actúa como mensajero entre las células del cuerpo. Los científicos descubrieron que los ratones incapaces de producir TNF-alfa no experimentaron ninguna reducción en las papilas gustativas a pesar de aumentar de peso, lo que sugiere que este compuesto podría ser la causa.

Ahora planean evaluar si en las personas ocurre el mismo proceso. «Ciertamente no somos idénticos a los ratones en nuestra fisiología, pero nuestras papilas gustativas funcionan de manera muy similar y cuando nos volvemos obesos se elevan los mismos factores, relacionados con la inflamación, que creemos que son responsables de la pérdida de sabor», dijo Dando.

, dijo que los hallazgos sugieren que la obesidad puede exagerar las diferencias subyacentes en la percepción del gusto que inclina a las personas hacia las elecciones de alimentos poco saludables en primer lugar.

«Si tuviéramos que traducir [este estudio] a los seres humanos que pueden elegir su comida, esto podría empujar a la gente a buscar aún más alimentos ricos en calorías», dijo Nicola Pirastu, genetista que trabaja en estudios sobre la preferencia de alimentos en la Universidad de Edimburgo. «Esto podría crear un ciclo de retroalimentación en que tener menos papilas gustativas aumentaría la obesidad, reduciendo a su vez el número de papilas gustativas [y así sucesivamente]».

Según los investigadores, los hallazgos podrían ayudar a idear nuevos enfoques para la pérdida de peso, con un acento en la influencia que tiene la percepción del gusto en lo que las personas elijen comer.

El Ciudadano, vía The Guardian

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