El tigre de Tasmania ya estaba condenado por su ADN antes de ser exterminado por los humanos

Esta historia de debilidad genética no debería excusar a los humanos de perseguir a un animal hasta la extinción, pero parece que este animal ya estaba condenado y es posible que nuestra especie haya acelerado lo inevitable.

Por Sofia Olea

19/12/2017

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Tigre de Tasmania. Imagen vía konbini.com

Un estudio encontró que el tigre de Tasmania, también conocido como tilacino, ya estaba luchando genéticamente por subsistir antes de que los hombres lo llevaran a la extinción a mediados del siglo XX.

Al observar el ADN del último tilacino conocido, los científicos informaron, en la revista Nature Ecology and Evolution, que la criatura probablemente se habría extinguido incluso sin contacto humano. El estudio fue dirigido por científicos de la Universidad de Melbourne, Australia.

«Incluso si no lo hubiéramos cazado hasta la extinción, nuestro análisis demostró que el tilacino tenía una salud [genética] muy pobre», dijo a BBC News el investigador principal, Doctor Andrew Pask.

«La población actual sería muy susceptible a las enfermedades y no sería muy saludable», agregó Pask.

Su escasa diversidad genética se remonta a 70.000 años, posiblemente como resultado de un evento climático. Su población disminuyó drásticamente hace decenas de miles de años, cuando los humanos llegaron a Australia, y luego nuevamente como resultado de los dingos (especie de perros salvajes de la región).

El animal se aisló en Tasmania hace 10.000 a 13.000 años y finalmente la caza excesiva le llevó a su extinción en 1936. Pero el nuevo análisis muestra que su debilidad genética la habría hecho más susceptible a las enfermedades, incluso si hubiera sobrevivido.

El último tilacino conocido murió el 7 de septiembre de 1936 en un zoológico en Hobart, Australia. Este es el primer estudio que examina el genoma completo de la especie, lo que nos da una visión inédita de su historia.

Si bien se desconoce mucho sobre su comportamiento, sí sabemos que fue el marsupial carnívoro conocido más grande de los tiempos modernos. Cazaba en grupos y entre sus presas pueden haber estado los canguros y wallabies.

Genéticamente, el animal parece haber tenido bastante en común con el canguro, aunque se parecía más al dingo australiano. El Dr. Pask le dijo a The Guardian que su apariencia era casi la de «un dingo con marsupio».

«Sus similitudes son absolutamente asombrosas porque no han compartido un ancestro común desde el período Jurásico, hace 160 millones de años», dijo.

Esta historia de debilidad genética no debería excusar a los humanos de perseguir a un animal hasta la extinción, pero parece que este pobre animal ya estaba condenado y es posible que nuestra especie haya acelerado lo inevitable.

El Ciudadano, vía IFLScience

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