Por Mariana Hales
El escritor y exjuez Gonzalo Garay Burnás presenta su nueva novela, «La música de los domingos por la tarde», una obra oscura, íntima y provocadora que indaga en los márgenes de la moral, la locura y la redención.
Narrada en primera persona por Nicolás, un joven escritor chileno, la historia transcurre entre París y Concepción, y se adentra en la relación obsesiva entre el protagonista y su enigmático mentor, Bastián, un hombre tan carismático como perturbador.
Con esta novela, Garay —autor de «Cocina de autor», «Candy, Candy, Candy» y «La vida de los otros»— consolida una narrativa visceral y contemporánea que no teme exponer las zonas más incómodas del deseo, la culpa y la creación artística. Su escritura, marcada por una tensión entre lo poético y lo descarnado, propone una reflexión sobre la fragilidad humana y el impulso por encontrar sentido en medio del caos.
En esta entrevista con El Ciudadano, Gonzalo Garay Burnás conversa sobre las motivaciones detrás de su nuevo libro, la construcción de personajes tan complejos como Bastián y Nicolás, y esa “música interna” que, según él, guía todo acto de escritura.
«La música de los domingos por la tarde» explora los márgenes de la moral, la locura y la redención a través de la escritura. ¿Qué motivaciones personales o literarias te llevaron a escribir una historia oscura e íntima?
Tuve la necesidad de continuar explorando en el universo de Bastián y Nicolás, que surgió en mi novela Cocina de Autor y adquirió nuevas dimensiones en el libro siguiente: Candy, Candy, Candy. Este nuevo libro dice relación con esa música interna que funciona como una máquina de ideas, que me entrega decodificada la observación de todos los días y es alimento de lo que escribo.
No he tenido motivaciones personales en esta historia, ya hice mi recorrido autobiográfico en El Griego y La Vida de Los Otros, con eso basta. Este libro es un ejercicio literario que apunta a colocar a Bastián y Nicolás en otros escenarios y ahonda en sus horrores, en aquello que los moviliza y obsesiona. El libro no tenía más chances que ser oscuro porque ambos personajes comparten esa característica, no había caso. Aun así, creo que hay espacio para el humor, la sátira y la picardía. Es una novela de estos tiempos, algo descarnada y dura, como lo que se está viviendo. No podría escribir desde otro lugar, la realidad es así, más allá de lo que cada uno quiera o idealice.
Nicolás es un escritor, su oficio me pareció un buen vehículo para explorar ciertos dilemas morales y la cuestión de la locura, eso no es nada nuevo. Lo distinto es la forma de narrarlo, el punto de vista, los escenarios. Los escritores nos encontramos en una búsqueda permanente, de eso se trata cada nuevo libro, de los hallazgos; de intentar averiguar porque es que se escribe, del sentido del viaje literario.
Cada libro funciona como una revelación, como si una nueva capa de verdad se fuese desprendiendo, eso tiene mucho que ver con la locura, con la cosa moral. Citando a mi amigo y escritor Luis Nitrihual, creo que La música de los domingos por la tarde, intenta responder a las siguientes preguntas: ¿Quién dijo que tomar la palabra es algo bueno para la salud? ¿Quién puede creer que ser escritor es el mejor oficio del mundo? Solo aquellos que no lo son.
El personaje de Bastián, con su mezcla de carisma y psicopatía, genera una fascinación peligrosa en Nicolás. ¿Cómo construiste esta figura tan perturbadora y qué función cumple dentro del viaje interior del protagonista?
Bastián Richter es un misterio, incluso para mí. Funciona como una metáfora del arte y del éxito, de cómo esos dos conceptos pueden convivir sin problemas con el engaño disfrazado de placer. Hay un juego con cuestiones estéticas y con el circuito decadente de vidas vacías que necesitan de estímulos externos para entrar en acción, para sintonizar con la dinámica que los rodea. La cuestión de la comida va arrastrando mundo, colándose en la historia, para proteger a Bastián de la verdad, para eludirla.
Si te dijera como lo escribí, te estaría mintiendo: no lo tengo muy claro. El personaje fue muy independiente desde que escribí Cocina de Autor, jamás tuve la intención de controlarlo. Lo liberé para que hiciera un camino propio, con todo y el rechazo que a veces me producía. Bastián es un referente para Nicolás, un hombre solitario que parece saberlo todo; fuerte, exitoso, cautivador. Es el lugar al que quiere llegar, pero al que sabe que jamás va a poder acceder, de ahí las contradicciones del personaje. Bastián lo domina incluso en la ausencia, le infunde temor; desencadena en Nicolás un torrente emocional que lo lleva a adorar y rechazar a su mentor en igual medida. Incluso después de su muerte intenta descifrarlo.
El fuego aparece como un símbolo central en la novela, ligado tanto al crimen como a la redención. ¿Qué representa el fuego para ti, desde una perspectiva narrativa o incluso personal?
Cae en un error quien intenta borrar el pasado con llamas, el fuego jamás se lleva todo, siempre queda algo: una pista, una evidencia, la expresión de una intención, del ánimo del ejecutor. El fuego llegó al texto porque la realidad se me muestra encendida, más allá de lo que puedo observar acá en Temuco y sus alrededores, donde algunas creen controlarlo todo con un fosforo y algo de bencina. El protagonista de La música de los domingos por la tarde comparte ese criterio distorsionado.
El fuego es pasión, impulso vital, la chispa que puede encender la creatividad y que también puede oscurecerla si no se domina. El fuego arrastra un calor interno que obliga a transformar en palabras lo que suena dentro, esa música que quema y de la que se impone liberarse. El fuego también es memoria, como una antorcha que se traspasa de generación en generación y que mantiene algo encendido, incluso en los momentos de incertidumbre.

¿Hasta qué punto Nicolás es un alter ego tuyo o una construcción literaria completamente autónoma?
Siempre hay algo del autor en cada libro, aunque no me siento emparentado con Nicolás en lo más absoluto. Nicolás es una creación autónoma que me ha acompañado por mucho tiempo, quizá demasiado. Aún recuerdo los escenarios en que se desenvuelve, la fragancia de su casa despoblada, las vistas desde la ventana de su escritorio al Concepción de siempre, mi ciudad de referencia literaria. Convivimos mucho tiempo juntos, soñé con él, respiramos el mismo aire. Tenía que dejarlo porque me estaba consumiendo. Necesitaba tiempo para mí. Espero que no vuelva a entrometerse en mi próxima historia.
¿Cómo definirías esta novela en pocas palabras? Si tuvieras que describirla con tres adjetivos, ¿cuáles serían y por qué?
La música de los domingos por la tarde es nostalgia suave, porque se trata del final de una etapa, de una época, de un día, anunciando el regreso de lo cotidiano. Quizá un respiro entre lo vivido y lo que vendrá, una melodía que combina melancolía y tensión: la tarde del domingo trae un tono de despedida, casi musical, que no es tristeza plena, acaso una especie de sombra ligera.
¿Qué dirías que hace a La música de los domingos por la tarde distinta de tus obras anteriores? ¿En qué se diferencia o en qué se intensifica tu estilo aquí?
Hay una propuesta de metanarrativa, creo que eso ya lo distancia de mis obras anteriores. En la búsqueda constante de refrescar mi narrativa y entregarme a un juego distinto, pueden encontrar un relato que no busca suavizar los hechos, que ahonda en el orden de las familias: en el camino que sigue un hijo único tras la muerte de sus padres o la posición que adopta un farsante de extracción humilde al encontrarse en un mundo donde al fin puede sentirse triunfador. Las historias personales condicionan el futuro de los personajes, como un bastión del que no pueden huir sin resultar heridos. La búsqueda del éxito, si es que tal cosa existiese, ofrece variables increíblemente retorcidas. Algo de eso hay en este libro y también algo de sangre, de fuego. No puedo renegar del tono visceral de mis obras, se escribe como se vive.
¿Cómo esperas que esta novela impacte al lector? ¿Qué emociones o reflexiones crees que puede despertar?
Siempre espero que podamos dialogar en cada lectura, que confeccionen su propia historia a partir de las escenas del libro. El circuito de la escritura encuentra su cierre en los lectores, luego sigue un rumbo propio. Ojalá les provoque placer y se entretengan, que adopten a Nicolás y lo hagan suyo, me lo arrebaten y se queden con él. Gran favor que me harían.

Entrevista por Mariana Hales

