¿Mestizaje cultural?

El precursor del barroco mexicano

Baltasar de Echave Riojansupone un paso adelante en la incorporación de la pintura mexicana a las fórmulas del pleno barroquismo. En su obra, se destaca una presencia de elementos tenebristas, procedentes de la influencia general que marcó la pintura de Zurbarán en los mexicanos, junto con una libertad y ligereza en la factura, un dinamismo en las composiciones y un énfasis que conducen a la última etapa de la pintura barroca sexcentista.

Por Lucio V. Pinedo

02/04/2016

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Baltasar de Echave Rioja nació en México y fue hijo de Baltasar de Echave Ibía. Al parecer, su formación artística se inició en el taller de José Juárez, por lo que sería importante notar las semejanzas y diferencias que hacen de este artista uno de los mejores exponentes del arte novohispano del siglo XVII. Se han considerado como sus obras más importantes los dos lienzos de la Catedral de Puebla, en donde se representan «La Iglesia Militante» y «La Iglesia Triunfante». La fuente de estas obras son dos estampas que posiblemente son derivadas de la obra de Rubens. Destaca aquí un estilo teatral y retórico, muy del barroco que parte de un intenso colorido y una firme pincelada.

 

Baltasar_de_Echave_y_Rioja_-_The_Martyrdom_of_Saint_Peter_Arbués_-_Google_Art_Project

«El martirio de San Pedro Arbués»

 

A pesar de que nunca conoció Europa, se le puede reconocer una belleza comparable con la moda del Viejo Continente en las representaciones tenebristas. Posiblemente, Echave Rioja pudo mantener contacto con el estilo imperante europeo a través de los grabados y pinturas firmadas por Zurbarán, Murillo y algunos pintores flamencos, que arribaron a la Nueva España.

Significativa y bella es la obra «El Entierro de Cristo», conservada en la colección de la Pinacoteca Virreinal de San Diego, en la Ciudad de México. Se podría considerar uno de los lienzos más importantes de la historia de la pintura en México, debido al gran realismo que el pintor imprimió en las figuras de Cristo y de María. A su vez, la escena alude a un momento de solemnidad, silencio y dolor. Aunque la composición es circular por la disposición de los personajes alrededor de Cristo, esta se abre en José de Arimatea —uno de los dos hombres que carga el cuerpo— y el personaje que levanta la antorcha para que de esta forma el espectador forme parte del conjunto.

Baltasar_de_Echave_y_Rioja_-_El entierro de Cristo

Aún así, se trata de una apertura parcial, puesto que al mismo tiempo que la escena y la figura principal se muestran al exterior de la obra, se observan elementos que limitan la entrada, como es la pierna doblada de José de Arimatea, y el brazo del personaje de la antorcha que se antepone a la vista del espectador. Asimismo, el rostro de María nos recuerda en gran medida a las Piedades flamencas del Renacimiento, debido al levantamiento de la cabeza, el alargamiento del cuello y la expresión misma en los ojos y la nariz rojas así como la hinchazón de los párpados y las mejillas. A su vez, la influencia de los artistas flamencos como Roger Van der Weyden debe ser notada en la languidez y pesadez del cuerpo muerto de Cristo, así como el rostro afilado y los ojos cerrados que denotan más que la muerte, un sueño profundo. Por último, se encuentran aquí los instrumentos de la pasión, cargados por un niño que no aparece en el relato bíblico.

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