Letras

En un sueño pintado

La poesía de Buson se caracteriza por su búsqueda de la percepción en cada poema y por su plasticidad y versatilidad. El mundo, a ojos de Buson, es un lienzo lleno de belleza en movimiento, de «sueños pintados» y objetos de sensualidad impactante.

Por Lucio V. Pinedo

04/04/2016

Publicado en

Artes / Cultura / Literatura

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Yusa Buson - En un sueño pintado

Los haikus tienen mucho de ensoñación. En ellos es importante tanto lo que el poeta ve como lo que imagina, siente y sugiere. La iluminación o el sencillo entendimiento de una realidad en la que apenas se había reparado nos lleva, como lectores, a un diálogo a través del tiempo o del espacio, y nos plantea un ejercicio de varias lecturas, donde el disfrute estético es fundamental. La literatura japonesa cuenta, en este sentido, con grandísimos haijin (poetas de haiku), artistas que dedicaron su talento a la composición de estos breves poemas de tres versos de tres y siete síbalas, si bien entre ellos se ha reconocido especialmente a «cuatro grandes maestros»: Matsuo Basho (1644-1694), Yosa Buson (1714-1784), Kobayashi Issa (1763-1826) y Masaoka Shiki (1867-1902). Ellos lograron ejercer una profunda influencia en generaciones de japoneses cautivados por su talento y saber hacer poético.

En el siglo XVIII, Yosa Buson (pseudónimo de Taniguchi Buson) fue una figura clave del período Edo (también sería destacada su faceta de pintor). Alcanzó un reconocimiento mayor en el siglo XX, gracias a la recuperación que realizó el poeta Shiki. Fiel seguidor de Basho, fue un fuerte revitalizador del haiku. Llegó a componer unos 3.000 poemas.

Yosa Buson - Cuco volando hacia una hortensia

Yosa Buson: trazos y haikus

La poesía de Buson se caracteriza por su búsqueda de la percepción en cada poema y por su plasticidad y versatilidad. El mundo, a ojos de Buson, es un lienzo lleno de belleza en movimiento, de «sueños pintados» y objetos de sensualidad impactante.

A esta capacidad sensorial de sus poemas («Aroma del ciruelo / se remonta a la altura: / luna velada») se suma, además, una cierta sugerencia narrativa en la que parece congelar el instante de una historia que continúa en la imaginación del lector («Alguien que espero…,/ lejos suenan sus pasos/ por la hojarasca»). Pero, sobre todo, la poesía de Buson está cuajada de poemas de sensaciones vívidas, en los que aparecen escenas de la naturaleza y de la cotidianidad («Con el viento empujándole, / cortaba un viejecito / hierba en su huerto») o el simple detalle que recoge un encantador momento («La hoja de morera: / un nuevo marcapáginas / para la antología»). Como tantos poetas, Yosa Buson es enormemente sensible y permeable a la belleza de los ciclos y estaciones, observadas con curiosidad y deleite («Entre hojas jóvenes, / el agua es blanquecina, / el trigo amarillea»).

Sus haikus son, por tanto, una especie de juego de sinfonías cromáticas, de paisajes pictóricos en los que la Naturaleza se presenta en silencio con lirismo y sencillez. La suya es «una poesía dinámica sumergida en amplios paisajes, lírica, sensible con lo humano y llena de gracia y de romanticismo en sus historias ocultas». Un poeta que hay que disfrutar como quien contempla una obra de arte.

Koratai, fuente.

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