Publicado en la edición impresa nº171 noviembre 2015, sección Cultivos Chilenos:

CINE INFANTIL [FICVIN] + VALENTINA PALMA

Entrevistar a Valentina Palma te hace imposible no remitirse a “Cien niños esperando un tren” de Ignacio Agüero, donde el autor denuncia al estado policial chileno durante la dictadura a través de la documentación del taller de cine de Alicia Vega

Por Pia

30/12/2015

Publicado en

Artes

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Entrevistar a Valentina Palma te hace imposible no remitirse a “Cien niños esperando un tren” de Ignacio Agüero, donde el autor denuncia al estado policial chileno durante la dictadura a través de la documentación del taller de cine de Alicia Vega. Porque Valentina lleva unos buenos años luchando sobre temas de derechos, tanto en infancia como de género; la ventana del Cine Infantil del FICV que lleva hace cinco años, promueve valores ligados a la equidad y el respeto, y en ello se aloja la poética de un tren cargado de verdad y contenido.

 

– ¿Cómo y cuándo nace la idea de una ventana infantil en el FICVALDIVIA?

Hace ya cinco años. Fué una idea en realidad muy práctica. Tengo una hija de ocho años, que hace cinco años atrás tenía tres. Yo soy cineasta y vivo en una ciudad donde se realiza hace 22 años uno de los festivales de cine mas importantes de America Latina, en ese entonces el FICVALDIVIA no tenía sección infantil y en la practicidad de no tener como explicarle a mi hija lo que era un festival de cine, me decidí a gestar un espacio de películas infantiles. En el fondo creo que tenía la intención de compartir con ella el placer que siempre me han producido los festivales de cine. Luego de esa primera necesidad, mi reflexión al respecto se fué tornando mas política, en el sentido de promover la creación de espacios para la infancia, donde se promuevan sus derechos y valores ligados a la equidad, el respeto, el cuidado del medio ambiente, entre otros.

– ¿Qué supone sea una experiencia cinematográfica infantil?

Para mi, si o si pasa por tener frente a tus ojos la proyección de un relato en una gran pantalla con un sonido nítido, envolvente y con buena calidad técnica. Puedes ver películas en la televisión también, pero no lo considero una “experiencia”, pues creo que lo cinematográfico tiene también que ver con planear esta cita y asistir a ella en un lugar determinado que es el cine, donde además te encuentras con otras personas para compratir el relato de una historia y por un momento, y aún sin quererlo, tendrán todos una experiencia compartida. Esta experiencia sería lo mismo replicada con niñas y niños.

– ¿Cómo ves la industria en torno al cine infantil en Chile y Latinoamérica?

En Chile es pobre, largometrajes se me vienen a la mente: Papelucho, Ogú y Mampato, 31 minutos. Existen también algunos cortometrajes animados de Tikitiklip, Vivienne Barrie, Claudia Menéndez, por mencionar algunos, pero son proyectos que han sido pensados para TV, no para cine, y me parece que ambos lenguajes son muy distintos. En latinoamérica, creo que Brasil, Argentina y México lideran la producción, lo que no significa que sea mucho. Existe una deuda pendiente con la generación de contenidos infantiles para la infancia en nuestro país.

– Si tuvieras que rodar un corto para niñas y niños ¿qué tema o argumento escogerías?

No es una pregunta que pueda contestar tan rápido, pero creo que sería una historia alejada de los estereotipos tradicionales de lo que es ser niña y niño, es decir, mis personajes podrían ser niñas que trepan árboles, que se interesan por la ciencia y la tecnología mas que por ser princesas. Urge cambiar el sexismo presente en el contenido audiovisual para la infancia.

– ¿Cómo se inserta el mundo rural en el FICVIN? En ese sentido, ¿se han creado nuevas audiencias en estos último años?

Con alegría puedo decir que sí. Ya tenemos públicos cautivos por decirlo de alguna manera. Es muy emocionante ver llegar a las funciones a niñas y niños que ya han asistido a FICVIN en años anteriores. Este año incluso hubo niños que prefirieron ir a FICVIN que ir a rendir el SIMCE. También colaboramos en la primera versión del festival de cine infantil Pichikeche, que se realizó en Lanco. Podría decir sin temor a equivocarme que esto va en crecida.

– Al salir de la sala una vez acabada la proyección ¿Cuál es la reacción de las niñas y niños?

En general contentos, agradecidos, sonrientes. Comentando lo que han visto y muy entusiastas. Es muy bonito estar ahí y sentir esa energía de felicidad infantil, es contagiosa y de gran aliento para continuar haciendo este trabajo.

– ¿Qué significa esta ventana para tí Valentina?

FICVIN es gran parte de mis últimos 5 años de vida; de mi trabajo, mi energía, mi cariño, mis contactos. Lo he realizado con mucho amor, siempre acompañada de mi hija, que me ayuda con su criterio en la programación. Levantar este espacio, establecer redes, buscar contenidos distintos para nuestra infancia y generar discurso a través de ello, ha sido muy gratificante.

 

Por Pia Sommer / El Ciudadano

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