Dúo VillaMillie invita al lanzamiento en vivo de su primer disco, «La Flor del Anhelo»

Cita es el próximo lunes 22 de noviembre, a las 20:00 horas, en el Centro Cultural Gabriela Mistral (Sala A1). La entrada es liberada.

Por Absalón Opazo

19/11/2021

Publicado en

Artes / Chile / Disco / Entrevistas / Música

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Por Carla León Figueroa

Con géneros musicales populares de Chile y Latinoamérica como punto de partida, VillaMillie da vida a su primer disco, un trabajo donde cada tema busca su propia forma de interpretación, variando entre una ejecución tradicional de tonadas, cuecas y vals, a búsquedas experimentales que investigan diversas posibilidades de estos estilos, probando repeticiones de frases, cambiando timbres, trasponiendo guitarras eléctricas o agregando ambientes sonoros con sintetizadores o drum machin, aparte de la guitarra y la voz como elementos centrales.

Detrás de esta propuesta están el músico Juan Pablo Villanueva, guitarrista, compositor y cantautor, quien integra las agrupaciones La Gallera, banda de culto de cueca con más de 18 años de trayectoria, y Hoppo!, grupo chileno mexicano que tiene como vocalista a Rubén Albarrán (Café Tacuba); y Marcela Millie, actriz y cantante en varios proyectos teatrales y musicales destacados de la escena escénica chilena, reconocida por su calidad vocal e interpretativa, quien forma parte de la compañía Teatro La Provincia por más de 15 años.

Ambos artistas trabajan como dúo hace 11 años componiendo canciones para obras teatrales, resultando ganadores del premio a la música de raíz folclórica Margot Loyola de la SCD en tres ocasiones (2018, 2019, 2021). Hoy, sellan este proceso creativo con la publicación de La Flor del Anhelo, su primer álbum que incluye 13 canciones; 11 originales y 2 tradicionales, que tiene a Marcela en letra, voz y percusiones, mientras que Juan Pablo está a cargo de la composición, guitarra, bajo, sintetizador, sampler y voz, además de la producción del disco. En esta creación cuenta además con músicos invitados como la banda La Nueva Imperial, y se realizó con el apoyo del fondo de la música 2020.

Encuentro con VillaMillie

Es domingo en la mañana, también en Ñuñoa, cuando llego a una especie de cité, aunque un poco más grande de los que se ven en Santiago Centro. Algo tiene de mexicano el lugar donde está la casa de Los VillaMillie. Es un patio con muchas flores, niñas y niños jugando, una mujer que riega las plantas que en nada se parece a Doña Florinda, aunque hay un niño que tiene algo del Chavo del Ocho; delgado y desenvuelto, se acerca a la reja de entrada y me pregunta a quién busco. -Hola, le respondo, vengo donde los VillaMillie. -Vienes a mi casa entonces, me dice. Es Pascal, hijo del dúo, quien sube unas escaleras llenas de plantas y baja de vuelta con su mamá, la cantante y actriz Marcela Millie.

Al entrar, me quedo pegada mirando lo inusual de este “condominio”, que nada tiene que ver con los que abundan en la ciudad. Tampoco son casas tipo ley Pereira. Me siento realmente en la vecindad del Chavo. Se lo comento a Juan Pablo después de saludarlo y me dice: -Así es. Claro que cambiamos al señor Barriga por un grupo de Monjas que nos arriendan nuestro departamento a un módico precio, y se agradece.

Le sale tan chistoso. Siento que será una buena conversación. -¡Sube!, me dicen, la de arriba es nuestra casa. Subo entonces por la escalera que es un verdadero huerto con ajíes de distintos colores, lechugas, menta, orégano, flores, plantas y más plantas. Me invitan a pasar y me sirven un té muy rico. Creo que es verbena o algo así, pero Marcela me aclara que ese olor viene de su taller de aguas de flores, jabones y champues secos de su marca @amneris_botanica_hipnótica, un emprendimiento que armó durante la pandemia, todo hecho por ella y a partir de flores.

Les pregunto quién tiene los dedos verdes en casa: -Yo po, dice Juan Pablo, y vuelve con un frasco rojo y unas rebanadas de pan. Es la salsa macha que él prepara con los ajíes que cultiva en el huerto-escalera, además de otros ingredientes. Es el emprendimiento de Juan Pablo que se llama @bendito_aji, donde propone una trilogía de salsas picantes y yo las probé todas, obvia. Me vino perfecto el picoteo para amenizar la entrevista: aprieto REC en mi teléfono.

Inicios del Dúo VillaMillie

Marcela y Juan Pablo se conocieron en los tiempos donde la cueca era la programación ineludible de bares y de distintos espacios de Santiago tales como el Ópera Catedral, El Huaso Enrique y el desaparecido Romerito, emblemático lugar capitalino, cuna de la reescritura y resignificación de la cueca chilena. Marcela era entonces su portera, y La Gallera era el plato fuerte de esas noches de cueca brava. Desde entonces se forjó la amistad, se sumó el amor y surgió un espacio de trabajo juntos desde la creación de canciones.

Corría el año 2009, Marcela Millie y La Chinganera (Fabiola González) se producían en Concepción cantando un repertorio de cuecas, cuando Juan Pablo se les une a las presentaciones en Santiago. Ambos se movían entre las tablas y la música. Juan Pablo ya había hecho algunas composiciones de canciones y bandas sonoras para directores teatrales tales como Alberto Vega del teatro de la Universidad Católica, Coke Véliz del teatro de la Universidad de Chile, Tomás González, entre otros. Mientras tanto, Marcela, a penas salida de la escuela de teatro, entra a trabajar como actriz en la compañía La Provincia dirigida por Rodrigo Pérez, a lo que sumó espontáneamente la escritura en versos y letras de canciones, algunas de las cuales formaron parte de las obras de la compañía.

El talento y trabajo de este dúo llamó la atención justamente de Rodrigo Pérez, quien encargó a Juan Pablo una primera composición musical para la obra “Oratorio de la lluvia negra” (Radrigán), colaboración que continua hasta el día de hoy. Se abrió así un espacio de complicidad creativa para este dúo donde Marcela se ocupa de las letras y Juan Pablo de la composición y la producción musical.

Fue sin querer queriendo, parafraseando al gran Chavo del 8, que la música y el canto llenaron la intimidad del hogar de los VillaMillie. Desde entonces, han sostenido un florido camino creativo, forjado primero a partir de composiciones a pedido no solo para obras teatrales, sino también haciendo canciones personalizadas para cumpleaños, bodas, entierros y rememoraciones en cementerios, incluyendo por su puesto declaraciones de amor, como la que les pidió un enamorado estudiante universitario para su profesora.

Las composiciones de VillaMillie tienen tanto de vida y de muerte, de amor y desamor, de teatro como de cueca, de barrios, de viajes, de Chile, Argentina y México, mucho México. Ambos fueron durante varios años y por varios meses a presentarse a este país. Entre estos viajes, los colores, olores y la música de este país, están latentes en este disco.

¡Viva México cabrones!

Carla (C): ¿De dónde viene esta inspiración mexicana?

Juan Pablo (JP): Los dos rayábamos con músicos y artistas mexicanos, onda Juan Gabriel, Chavela Vargas y varios más. Y así como echando la peluca empezamos a tocar repertorio mexicano, además de cuecas y tonadas.

Marcela (M): También hay un primer viaje a México que hice después de un periodo intenso de trabajo con La Provincia. Al terminar la escuela de teatro, entré a trabajar a la compañía y no paramos por mucho rato. Hicimos “La Trilogía de la Patria” (Cuerpo, Madre y Padre). Fueron procesos creativos muy ricos y también de gran exigencia. Luego vinieron las giras de las obras en Chile y Europa. Así es que después de eso, necesitaba salir, sentía la necesidad de estar en otro lugar, y me fui a México por unos 6 meses. Tenía una muy buena amiga viviendo allí. Fue un tiempo donde no hice otra cosa que estar, mirar, ser un poco público de todo. Partí también buscando referentes del arte popular y México fue muy importante para mí, sus colores, su música, el cotidiano de este lugar me fascinó. Luego, volví al año siguiente, cuando Los Mamuts, la compañía de improvisación teatral, me invitan a partir con ellos para representar a Chile en el mundial de improvisación. Y al año siguiente fui nuevamente con La Provincia a presentar la obra “Violeta al centro de la injusticia”. Fui tres años seguidos y fue hermoso. Le tengo mucho cariño y agradecimiento a ese país. Después le tocó a Juan Pablo partir a México.

JP: Ahí empecé a ir yo. Empecé el trabajo con Rubén (Rubén Albarrán, Hoppo!, Café Tacvba) y partía por temporadas de 3 a 6 meses. Iba todos los años hasta que empezó la pandemia. A mi me pasa, y creo que a muchos les pasa, que con México hay una afinidad tremenda. Somos muy distintos y quizás es por eso el enganche mutuo que hay entre chilen@s y mexican@s. Los opuestos se atraen dicen por ahí y yo he vivido eso. Sus músicos y cantantes han estado siempre presente en Chile. De hecho, el Rubén le tiene un gran cariño a Chile porque cuando lanzaron el álbum , no tuvo tan buena acogida en otros países latinoamericanos, pero en Chile llegaron a presentarlo y no pararon. Se fueron de gira por todo el país. La gente los recibió con bombos y platillos. Ese disco es una maravilla, tiene una diversidad de géneros musicales, es muy ecléctico, muchos lo comparan con el disco Blanco de los Beatles. Y bueno, retomando con México, nosotros llevábamos un par años juntos cuando la Marcela trabajó para una producción del teatro de la Universidad Católica, “Los Perros”, de la dramaturga mexicana Elena Garro.

En ese tiempo compusimos una canción, estábamos en la playa me acuerdo y a la Marcela se le ocurrió una letra, yo le puse una melodía con una onda bien mexicana que se llama “Cuando el sol sale”, que está en el disco. Cuando volvimos a Santiago, se la mostramos al Rodrigo (Pérez), quien obviamente, como buen conocedor de la capacidad vocal de la Marcela, le encantó y la sumó a la obra. Y luego, para el estreno de “Los Perros”, andaba la Carmen Romero por ahí y flipó con la canción, se acercó y nos pidió el disco, que obvio no teníamos. Elogió ene a la Marcela me acuerdo.

M: ¡Sí es verdad! Se nos acercó y nos dijo “¡qué lindo!” Yo fui a hablar con Rodrigo para saber dónde se presentan, yo quiero escuchar el disco completo”. Le dijimos que no había disco y nos dijo “tienen que hacer un disco y yo los programo en Santiago a Mil. Tienen que hacer un disco chileno mexicano. Qué lindas las canciones, impresionante tu voz”. Ella con su visión de productora casi que nos vio en escena… y ahí empezó a rondar la idea del disco.

JP: Claro, pero sin tomar ninguna decisión al respecto, nosotros seguimos componiendo música a pedido para obras y para algunas personas que nos pedían acompañarlos en algunos hitos personales o familiares, pero de apoco se fueron sumando distintas oportunidades de hacer canciones.

M: Es que claro, entre las obras y la vida, además como todo se daba de manera tan natural… cantábamos en la casa, componíamos y nada, seguimos creando canciones.

JP: Si po, seguimos con lo nuestro, pero con el bichito de ir armando algo. Y nada po, luego la Marcela trabajó en una película de Alfonso Gacitúa, “La mujer de la esclavina”. Ahí compusimos la canción final de la película, la Marce la cantaba muy en la onda de su personaje.

M: Si, claramente, esa canción la canta el personaje, de hecho, diría que es muy poco cantada, está más sentida, muy emocionada, la llora, de hecho, la desafina incluso, muy alejado de lo musical, es más bien una interpretación. Es el personaje quien canta,- aclara-, no la actriz por supuesto (risas)…

Premios Margot Loyola de raíz folclórica

C: ¿Cómo fue que llegaron al Premio Margot Loyola?

M: Pasaron algunos años después de que Juan Pablo compusiera la cueca para la obra “La Viuda de Apablaza”. Juan Pablo hizo la música de esa obra que fue una producción de GAM en el 2016, dirigida por el Rodri Pérez. Para esa obra, yo canté un pedacito a capella de la cueca, pero la canción quedó ahí en el aire por un par de años, hasta que dijimos, hagamos la canción, esta que te mostramos recién, “Por las noches del invierno” y la postulamos al premio Margot Loyola en 2018. Le hicimos un arreglo donde le pusimos un contrapunto, le dimos una vuelta a la cueca, alejándola de la interpretación tradicional, con repeticiones que no existen…

JP: Cambiamos la tonalidad a una menor…

M: Le pusimos un ambiente… suenan las ramitas de un totoral en la noche…

JP: Un poco como haciendo una alegoría de la letra que habla de las noches de invierno, habla del monte, habla del campo, de alguna manera creamos un ambiente que ayuda a entrar en ese espacio que propone la canción.

M: Y donde también está la obra de teatro ahí, porque esa cueca habla de Celinda, el personaje que yo hacía en “La Viuda de Apablaza”. Ahí está el campo, la soledad, la búsqueda del amor, está la noche, la confusión, entonces es muy teatral. Muchas de las canciones que hacemos, son bien teatrales. Los ambientes que creamos aportan un lugar, aparece el espacio.

C: ¿De esta forma trabajaron la creación y la producción del disco?

M: Sí, son varias las canciones que tienen el espacio como fuente de inspiración, donde evocamos un lugar. Deben ser al menos la mitad de las canciones del disco las que trabajamos a partir del ambiente sonoro para la composición. Por ejemplo, “La Flor del anhelo”, que es la canción con la que ganamos el Premio Margot Loyola este año, la trabajamos desde el espacio, haciendo énfasis en los ambientes que nos inspiró esta canción.

C: Han ganado tres veces el Premio Margot Loyola en 2018, 2019 y este año 2021. No debe ser nada fácil ser reconocidos con este premio compuesto por un jurado, diverso sin duda, pero de alta exigencia en relación con la tradición de las raíces de la música chilena.

M: No, no es fácil. El jurado está formado por importantes personalidades del folclor, regidos por la tradición.

JP: Claro, por ejemplo, en el jurado está el Osvaldo Cádiz, viudo de la Margot Loyola, quien vela por la tradición.

M: Porque él tiene esa misión de conservar la tradición. Es un trabajo hermoso el que hace el jurado, y tiene que ser así, son personas que se ocupan que se mantenga ese fuego encendido y lo cuidan.

C: Y desde ese punto de vista, ¿cómo toman ustedes estos reconocimientos?

M: Ha sido un empujón grande, porque una está ahí en su casa, cantando, creando cosas, haciendo sus leseras, pero cuando las fuimos mostrando a distintos públicos y les gustaba tanto lo que hacíamos, entonces sientes que lo que haces es bueno. Tu trabajo cobra sentido. Y en especial, esta instancia de los premios ha sido gratificante.

Letrista, versos y relatos

C: Marcela, cuéntanos un poco más cómo fue que soltaste la mano con la escritura de versos y letras de canciones. ¿Cuál fue tu escuela?

M: No sé si hablaría de una escuela propiamente tal, pero sí diría que he tomado oportunidades y espacios para inventar letras, armar repertorios y presentarnos no solo en las tablas como protagonistas de obras y canciones, sino que también, en el hecho de acompañar a gente con los pedidos de repertorios, pensando a los otros como protagonistas. Esto abrió una puerta hacia la escritura.

C: ¿Hablas de las canciones que hicieron para personas, familias?

M: Sí. Creo que las canciones a pedido que hicimos para acompañar momentos íntimos de personas, familias e incluso de comunidades fue súper lindo. Esto empezó con la idea de preparar un repertorio personalizado donde siempre ocurrieron improvisaciones, canciones preparadas para alguien en particular. Ahí fui soltando la mano como dices tú y, además, me transformé como en una suerte de maestra de ceremonia de esas instancias íntimas que me compartieron esas personas. Hicimos tantas cosas bajo ese formato. Yo tomaba contacto con las familias, llegábamos de sorpresa una casa donde me abrían la puerta y yo ya sabía quién era, porque conocía toda la historia de la familia, entonces era onda – ¿Tú eres Carla verdad? – Sí, pasa, pasa – y luego preguntaba – ¿Dónde está Antonio, el cumpleañero? Conocía el contexto de cada ocasión y a partir de eso construía un relato.

Para el aniversario de una comunidad, preparamos su historia a través de canciones, en otras ocasiones, fuimos a rememorar las muertes de los seres queridos de una familia, incluso llegamos con guitarra en mano y pandero a una universidad buscando a una profesora para entregarle una declaración de amor de uno de sus alumnos, ¡y sin poder decirle quién le hacía esta declaración! Fue un periodo creativo, muy ligado a lo íntimo y súper entretenido. Siento que, en esos momentos, estuve haciendo por así decirlo, una dramaturgia de la vida a través de repertorios, buscando entregar un viaje para quienes acompañábamos.

C: Tiene harto de mexicano eso también…

M: Si, pero con la diferencia que los mariachis llegan tirando balas y qué sé yo. En lugar de eso, nosotros buscamos acompañarlos casi sin hacernos notar…

El disco

C: Volviendo al disco. Al escuchar sus canciones, me siento sorprendentemente aludida. Siento que me cantaran al oído sus relatos…

M: Es que ha sido un trabajo hecho con el pasar de los años. Son creaciones hechas en el living de nuestra casa. Tiene mucho de nuestra intimidad y creo que eso puede ser lo que da esta sensación que dices de cercanía.

JP: Piensa tú que después de todos estos años, decidimos dejar salir nuestra música de nuestra casa… Queremos compartirla y llegar a las personas, acompañarlas sin ni siquiera saber quién la escuchará. Eso es relindo.

M: Así es, queremos llegar a distintos públicos, queremos abrirnos al mundo, por eso elegimos la carta el Mundo del Tarot para la portada del disco. Ella refleja para nosotros la apertura de lo íntimo a lo público.

De pronto nos quedamos callados los tres. Y no sé por qué, pero no me sentí incómoda. De hecho, le di play nuevamente a la canción “Por las noches del invierno” y me comí el último pedacito de pan con salsa macha. Así de hallada quedé, pensando en la selección de las canciones del disco. Los gallitos del dúo. La importancia que tiene para ellos no quedar encasillados en un género musical al decidir sumar en último minuto, el fox-trot “Una tal Sonia”, sellando el disco así con 13 canciones. Un final feliz para un dúo que promete diversidad dentro de las raíces musicales latinoamericanas y, sobre todo, larga vida creativa. ¡Un imperdible!

Puedes seguirlos en @villamillie y escuchar un adelanto haciendo click aquí

Fotos nota: Ana María Fuentes Serrano.-

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