El arte es compartir sin competir

Expandirse, crear nuevas ramas, nexos para compartir, son unas de las razones por las que Iyyasú y Sofía se unieron para aventurarse a tener Casa Caracol, un centro cultural que, más que otorgar un espacio, le dan al que visita el regalo de la compañía.

Enfocado en las artes visuales y literarias, este centro busca ser un sitio descentralizado. Las creadoras de Casa Caracol, destacaron que es importante estar conectadas tanto con la ciudad y sus límites, además de la cercanía que se tienen con Cholula.

Iyyasú es una joven de 27 años que estudió letras, sin embargo, a partir de una materia llamada paleografía fue como se acercó al oficio de la encuadernación, cuenta, que hubo un momento que ya no entraba en su habitación, por lo que con ayuda de Sofía decidieron que ya era hora de tener un espacio propio en donde ambas no solo pudieran compartir sus creaciones, sino también ser un referente para todo aquel que tiene la curiosidad de aprender una nueva disciplina.

Sofía estudió ingeniera en diseño industrial; sin embargo, su pasión por la ilustración la llevó a tomar un camino muy diferente, y ahora es una gran exponente del muralismo en la metrópoli poblana. Ella piensa que cualquier persona tiene la capacidad de crear arte sin la necesidad de ser «un iluminado«, por lo que al igual que Iyyasú, creen en la colectividad, teniendo como estandarte, la comunidad.

Pero, no solamente a ellas se remite Casa Caracol, porque el proyecto es de todo aquel que tiene alguna propuesta artística por enseñar, al lugar han llegado talleristas de cerámica, collage, fotografía, literatura, pintura, grabados, entre otros. Sus talleristas han sido también las encargadas de darle ese dinamismo que un caracol tiene dentro del mar.

Vane, una de sus talleristas, señaló que a partir del collage uno como persona se va reconstruyendo, considera que su expresión es de igual de importante y válida, al igual que una pintura, pues es una forma de crear nuevas posibilidades a partir de dos elementos de la cotidianidad, las tijeras y el pegamento. Además, de que todos los materiales funcionan, incluso afirma que hay una delgada línea entre lo que puede ser un collage o una escultura o una obra intervenida, por lo que juega con esas dualidades y las comparte con sus alumnos.

Giulana, es un artista plástica que trae una propuesta de un principio fotográfico llamado cianotipia, ella comentó que siempre fue fanática del coleccionismo, entre los elementos que más le llamaron la atención, fue la recolección de insectos, por lo que el salto a jugar con el coleccionismo botánico fue natural, ella confía en que el arte es una forma plasmar y producir recuerdos.

Casualmente, cuentan las dueñas de Casa Caracol, que todas sus talleristas han sido mujeres, ojo, ellas mencionan que este sitio no es uno separatista, sin embargo, las mujeres han encontrado aquí un sitio seguro, pero además uno en donde el compartir no es un símbolo para competir.

Casa Caracol invita a la reflexión sobre que es la expresión colectiva, el resignificar los saberes a través de las emociones, el hecho de crear objetos únicos, en donde uno puede confiar sentimientos muy íntimos para ser metamorfoseados en arte.

Cada una de las integrantes de Casa Caracol concuerdan en dos cosas, uno el arte es colectivo y dos el sentido de los saberes es el compartir.

Cada mes Casa Caracol ofrece talleres nuevos, divertidos y diferentes para así dar una experiencia única, piensan que en la actualidad ya no es tan fácil relacionarse, el mundo parece estar sumergido en una nube de consumismo, donde la vista deja de ser periférica. Sin embargo, una de las respuestas para dejarse de sentir marchitado por el capitalismo, está en la expresión, en la creación, y de esto va este sitio.

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Foto: Betsie Bandala

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