Textos y video de uno de los poetas más increíbles de nuestra escena literaria

Enrique Lihn (poemas, biografía, libro online y video)

Si se ha de escribir correctamente poesía… Si se ha de escribir correctamente poesía no basta con sentirse desfallecer en el jardín bajo el peso concertado del alma o lo que fuere y del célebre crepúsculo o lo que fuere

Por Arturo Ledezma

14/09/2014

Publicado en

Artes / Chile / Literatura

0 0


enrique lihn (1)

Si se ha de escribir correctamente poesía…

Si se ha de escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
El corazón es pobre de vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se llena de tango.

Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.

Si se ha de escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le vino de roerla.

Se juega al ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte, locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor paso en falso.

Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus
nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.

Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.

 

Del mar espero barcos, peces, olas…

Del mar espero barcos, peces, olas
del cielo nada más que sol y viento,
la lluvia, el arco iris y el aliento;
de la tierra no verme en ella a solas.

Espero de la tierra no hacer colas
ni así hormiguear buscando mi sustento;
quiero en todo ganar el mil por ciento
y pasármelo todo por las bolas.

No quiero nada más que lo imposible
yo que, modestia aparte, lleno el mundo:
el pez más grande y menos comestible:

hacer en paz la guerra a medio mundo
y a la otra mitad. Indestructible,
plaga del pobre, horror del vagabundo.

Contra los pensamientos negros

Pensamientos
no pensamientos negros
La relación paradigmática de éstos con la muerte es un recurso fácil
una mala metáfora
Los pensamientos no lloran
no se conduelen de sus objetos
tampoco deben ser pensados como auxiliares de la razón contra la locura
(Fourier no anunció sin razón las ciencias de la locura)
El desahuciado observa que, en la perspectiva de la muerte, las cosas
forzadas a ocupar un espacio limitado antes que a fluir en un
tiempo amorfo supuestamente ilimitado
se ordenan como en un cuadro de Mantegna
Nunca antes se había visto así, al centro del escenario
Como un santo con un león a sus pies
Nunca fui un santo ni domestiqué un león
lo importante es el centro del cuadro
como lo veo como lo ven
en el andén de la equidistancia
el de ser sin que esto sea un motivo de orgullo
(¿qué orgullo puede tener el que va a morir?)
el centro de un pequeño sistema planetario
al que, en honor a la claridad, le falta la cuarta dimensión

el tiempo que ciega en punto a la perspectiva.

 

De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor…

De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor
ella y el miedo a morir, cruz y raya
cuando ya se puede pronosticar el día y la hora
Hay una fea probabilidad de que el miedo a morir y la desesperación
de la muerte sean
normalmente inseparables como la uña y la carne
Recuerdo a un amigo de otros años él huía de noche de su casa y del hospital
sin más salvoconducto que el que se daría a un condenado en el infierno
se dejaba caer en casa de amigas que no compartían su amor por ellas,
condenadamente bellas
exigía con argumentos propios de la ciencia de la locura
que lo recibieran en esas casas como huésped estable
me parece ver cómo al final de esas conversaciones imposibles
era reconducido a su madriguera por las señoras y los esposos
en medio del gran silencio, él, el gnomo de la selva negra del amanecer
de vuelta a su anticasa
o al aeródromo de los hospitales para que no perdiera su vuelo.

Estación terminal

Esta será ya lo veo tu última imagen:
nuestra despedida en el poema en la estación terminal.
No sé por dónde empezarla para que no se me escape nada,
y las gentes las cosas apelotonadas aquí tienen algo de
agobiadoramente comparable a los restos que se enfrían
frases enteras o adjetivos de una pequeña obra maestra
sobre la cual pesara, hasta perderla, esta impaciencia,
nuestro cansancio mi inarticulación la ferocidad del egoísmo
por el cual cuando me empiezan a doler los pies
prefiero la cama a cualquier otra cosa incluyendo
a la poesía que voy a decirlo todo esta noche eres tú,
y, entretanto, no insistas en que un gordinflón de cuarenta años
duerma apoyado en tu hombro, para retenerlo otro poco.
A la estación le sobran escenas como éstas,
la cara triste de la revolución
que me sonría por la tuya
con algo de una máscara de hojas de tabaco
pequeña obra maestra de la noche te improvisas
una moral una paciencia y hasta lo que llamas tu amor,
nada podría de todo eso
brotar en esta tierra caliente removida por los huracanes
sobre la que pasa y repasa este mundo con sus pies,
y se acumulan los restos a la espera de mis adjetivos,
obscenos bultos un mar de papeles, etc.,
algo, en fin, como para renunciar a este tipo de viajes.

Me parece llegar a la edad más ingrata,
me parece recordar el momento presente:
no eres tú la muchacha que conocí hace un año
ni te marchaste en circunstancias que prefiero olvidar.
Por el contrario, ¿no hicimos el amor?
Una y mil veces, se diría, y para el caso es lo mismo:
te reemplazaron hasta en eso como una sombra borrara a otra,
y tu virginidad: el colmo del absurdo
no te defiende ahora de parecer agotada.
En realidad recuerdo que nos despedimos aquí,
pero no puedo precisar, con este sueño, cómo ocurrió la despedida,
en qué sentido tus manos me revuelven el pelo
y yo arrastro tu equipaje una caja de latón
o me insinúas que te regale un pullover.
A los ojos de la gente que no distingo de mis ojos
sino para mirarles desde una especie de ultratumba
somos una pareja un poco desafiante
y acostumbrada a esto en su Estación Terminal
un blanco y una negra
contra la que, en cualquier momento, alguien arroja una
sonrisa estúpida
el comienzo de una pedrada
La cara triste de la revolución
y yo la tomo entre mis manos de egoísta consumado
Tanto como los párpados me pesan quienes se sientan en el suelo
a esperar una guagua hasta la hora del juicio
en que el viejo carcamal logra ponerse en movimiento
y los riegue lentamente por el interior de la República.
Tu última imagen quizá con tus yollitos en el pelo,
esta falta de sentimientos profundos en que me encuentro
parecida a la pobreza por la que en cambio tú
no sientes nada o bien una despreocupada afinidad,
la risa de juntar unos medios con tus alumnos,
el espejo que se guarda debajo de la almohada para soñar con quién se quiera
y tus visitas a la abandonada
que por penas de amor se llena de hijos.
Ya no estoy en edad de soportarme en este trance
ni los bolsillos vacíos ni la efusión sentimental son cosas de mi agrado,
hasta leyendo mis propios versos más o menos románticos bostezo
y se me dormiría la mano si tuviera que escribirlos.
Cuántos años aquí, pero, en fin, tú eres joven:
«de otro, serás de otro como antes de mis besos».
Yo prefiero al lirismo la observación exacta
el problema de lengua que me planteas y que no logro resolver te escribiré.
La Estación Terminal un libro abierto perezosamente en que las frases ondulan
como si mis ojos fueran un paraje de turistas desacostumbrados a estos inconvenientes,
nada que se parezca a una mancha gloriosa,
ya lo dije, de vez en cuando, una observación estúpida:
piedrecillas que se desprenden de este yacimiento humano,
incongruentes, con el saludo de Ho Chi Min
transmitido por los altoparlantes institutrices
de esas que no dejan en paz a los niños a ninguna hora de la noche,
y sin embargo, tú duermes con tranquilidad
capaz de todas las consignas, pero con una reserva al buen humor
quizá la clave de todo esto
un primer verso que pone al poema en movimiento como por obra de magia.

 

Nocturno

Eres la primera que te me paseas por aquí
en mucho tiempo a la redonda:
«Víveme, víveme, yo soy inagotable»,
con tu absurda existencia al desnudo:
«has visto tú qué linda soy dímelo chico»
pequeños senos duros rompeolas y el juego de las nalguitas:
«me canso en todo, menos en esto»
Y apruebo lo de mulata canela que te dicen, el relajo
ése de «óyeme, enfermona, tú,
que no somos de palo ni de hierros»
Vaya, como en cada uno de tus condenadas historias
jálate también aquí una conga del carajo.

 

Enrique Lihn

 

VIdeo

BIO:

Enrique Lihn, una de las voces más lúcidas de la poesía nacional, nació en Santiago el 3 de septiembre de 1929. Pese a ser conocido principalmente por su labor poética, este miembro de la Generación Literaria de 1950 supo también desplegar su discurso ácido y escéptico en el ámbito de la crítica, la narrativa, la dramaturgia, el comic y el happening, convirtiéndose en un fecundo animador de la vida literaria y cultural del Santiago de su época.

Luego de estudiar en el Saint George College, Lihn ingresó al Colegio Alemán, lo que posteriormente recordó en el poema «Nunca salí del horroroso Chile», incluido en el poemario A partir de Manhattan(1979): «Nunca salí del habla que el Liceo Alemán/ me inflingió en sus dos patios como en un regimiento/ mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible/ Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor/ el miedo de perder con la lengua materna/ toda la realidad. Nunca salí de nada.»

Posteriormente, el año 1942, ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Santiago, en calidad de estudiante libre de dibujo y pintura, dando cuenta de una vocación que permanecería en él, pese a abandonar la formación plástica. A partir de esta experiencia, Lihn no sólo se vincularía al grupo intelectual formado en torno a la Escuela de Bellas Artes, sino que más tarde colaboró con diversos medios de prensa en el área gráfica, publicando incluso Un cómic (1992), obra realizada en colaboración con Alejandro Jodorowsky, en la cual Lihn ofició como dibujante.

En constante actividad, Enrique Lihn participó en innumerables proyectos editoriales, como la revistaCormorán (1969-1971) y la edición del collage Quebrantahuesos (1964). También colaboró con poemas, columnas y artículos de opinión en los diarios El Siglo, Las Últimas Noticias y La Época, así como enRevista de Arte, Atenea, Cauce y Apsi. Asimismo, desarrolló una intensa vida académica, vinculada fundamentalmente al Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile y a los Talleres de Poesía de la Universidad Católica.

Portador de una visión crítica y descarnada de la vida y la literatura, libros como La pieza oscura fijan hitos no sólo para su propia poesía, sino que para el panorama poético chileno en su conjunto. Por su importancia y vastedad, son múltiples los artículos y notas críticas sobre su obra, tanto en Chile como en el extranjero. Enrique Lihn vuelca en su escritura las sospechas que abriga sobre los modos de representación de la realidad en el arte, así como el constante desarraigo que atraviesa sus textos, como sucede con El Paseo Ahumada (1983), libro que también expresa otra de las líneas fundamentales de trabajo de Lihn: la poesía urbana. Otra de las características fundamentales de su obra es la constante apelación al oficio del escritor y al sentido de su hacer, línea de trabajo que desarrolla en La musiquilla de las pobres esferas (1969). De sus motivaciones y concepciones en torno a la literatura y el arte quedan lasConversaciones con Enrique Lihn, serie de entrevistas realizadas por Pedro Lastra que recorren el imaginario del poeta. Víctima del cáncer, escribió hasta el último momento de su vida, a pesar de la enfermedad, de lo que surgió el libro Diario de muerte, publicado en forma póstuma por Pedro Lastra y Adriana Valdés.

Enrique Lihn falleció en Santiago el 10 de julio de 1988.

Libro online: Paseo Ahumada

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones