Kloketen, rescate, magia y compromiso social

Con esta palabra designaban (los Onas o Selk’nam) a los novicios que se iniciaban dentro de la logia

Por berenguer

28/09/2009

Publicado en

Artes / Música

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Con esta palabra designaban (los Onas o Selk’nam) a los novicios que se iniciaban dentro de la logia. Los adolescentes eran separados del cuidado materno para transformarse en un kloketen, afrontando una serie de pruebas, muy difíciles, que le permitirían pasar a la categoría de adultos.

En la vertiginosa vida del medio chilensis; ido y atontado de tanta oferta de mall; con su buena dosis de patetismo cívico; y con conflictos sociales arrinconados y ocultados por la farándula de los noticiarios que difaman y difunden el mito del revolucionario añejo; los días transcurren. Se avanza al abismo diario de la realidad creada en la tele. Corre el río diariamente, y nos bañamos en cambios imaginarios con una ilusión de justicia político-cultural cada vez más lejana.

En medio de toda esa ensoñación hipnótica; hay algunos que sienten en el corazón esa continuación permisiva y la burla hacia los derechos del pueblo Mapuche, e indicios de racismo para muchos grupos étnicos que continúan siendo víctimas de abusos de un estado represivo. En toda esa vorágine, lejos pero cerca, resuena mágico el sonido de Kloketen, aportando su cuota de oxígeno creativo, palpitando con su trabajo día a día, y haciendo latente parte del alma de la cultura.

Bajo la iniciativa del gestor cultural Guido Jorquera, Kloketen nace a fines de 1996 armándose como un colectivo que no percibe liderazgos y en donde la tónica, a nivel creativo, parece ser la reacción espontánea; haciéndole más caso a los sueños, al instinto y a los olores de un territorio medio desaliñado, pero lleno de elementos para rescatar. Jorquera comenzó sus indagaciones culturales siguiendo la huella de la desaparecida cultura selk’nam. Esa búsqueda, a punta de talleres y exploraciones junto a su tribu musical, desembocó en una integración de parte de las cosmovisiones de los pueblos originarios.

Kloketen es una banda de etnofusión que incorpora nuevas y creativas variantes sonoras y melódicas a su repertorio. Fueron incluidos en el libro Historia de la Música Chilena del siglo XX, realizada por el Departamento de Musicología de la Universidad Católica. El sello francés Budá hizo una recopilación de música chilena de veinte creadores, dentro de los cuales aparece Kloketen, junto al fallecido Lalo Parra, entre otros.

Decididamente es un grupo que se ha formado en la independencia, no viven de la música porque cada uno está en su oficio, pero la música es su sello de vida, y si pudieran, confirman entusiasmados, dejarían todo para vivir de ella. Son trabajadores culturales, llenos de emoción y energía. Así se refleja en la conversación con Jorquera y Nelson Somodevilla (Titón).

Además de grupo musical son gestores culturales que luchan por sobrevivir para continuar realizando sus investigaciones, estar en escena y lidiar con el día a día, ¿Cómo ha sido para el grupo la experiencia de autogestionarse?
Guido: Ha sido complicado por el tiempo que disponemos y los recursos que siempre faltan. Somos una banda que siempre ha estado entre el under y en medio del camino, pero siempre mirando hacia arriba. Tenemos un trabajo muy potente; tanto en lo cultural como en lo musical. Nuestro grupo crea identidad cultural. Eso es importante para nosotros y consideramos que también lo es para el país. Hay dos cosas con las que debemos lidiar en el día a día: el pirateo y la industria cultural de la música, que mueve masas y medios y un montón de cosas; estamos luchando contra eso. Somos porfiados de carácter y de actitud. Lo cual nos ha permitido tener un trabajo que se ha mantenido en el tiempo y que además, se ha ido solidificando.

El trabajo inicial del grupo se concentró en los registros que tú habías investigado de la etnóloga franco-americana, Anne Chapman. ¿Cómo fue esa experiencia?
G: Comencé a trabajar con el tema de la cultura fueguina con tanta pasión y me compenetré tanto que llegué a soñar.

Entiendo que tu sueño fue mucho antes de la creación del grupo.
G: Sí, hice unos talleres en el Museo de Arte Precolombino donde escuché los registros de muchas culturas étnicas como la Dakota, Hopi, de Centroamérica y de todas ellas, la que más me cautivó fue el trabajo de Anne Chapman. Yo estaba en un proceso de vida familiar disfrutando la niñez de mi hija. Y se dio de manera natural.

Su trayectoria en el tiempo fue comenzar con la música selk’nam, su rescate y luego hacia otras culturas. ¿De qué manera han ido experimentando ese viaje?
Titón: Todo se ha ido gestando de manera natural, espontánea. Es la tónica. Pero de todas maneras hay método en la preocupación de investigar. Pero siempre con la naturalidad de que las cosas se vayan dando.

Ustedes han dicho que nunca se escuchará de la misma manera la interpretación de los sonidos selk’nam en la etnofusión que hace Kloketen. ¿Cómo es eso?
T: Tenemos la capacidad para producirla en el momento, dependiendo del contexto, la manera de entregar es distinta dependiendo del lugar, de muchas cosas…
G: La diferencia del tema fueguino con la andina u otra, es que los temas no están definidos como canciones comerciales. Siempre van a sonar distinto. Dependen del lugar. El canto fueguino, además, conlleva mucho más tiempo de expresión pues es más de un contexto místico o ritual.

¿Requieren educar a los públicos? ¿Nos hace falta aprender a apreciar la música de nuestra cultura?
G: Sí, hay que educar aún. Me acordé de una anécdota. Nosotros hacemos música de ritual, entonces estábamos en un pub, donde van muchos extranjeros y un argentino se paró a decirle al público: ¿qué les pasa a ustedes que no saben apreciar su cultura?

Por Valeria Gallardo K.
Onda Corta
El Ciudadano

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