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La conciencia como reservorio de la energía de un pueblo

La obra del artista argentino Victor Grippo (1936-2002) se enmarca dentro de las producciones más destacadas del arte conceptual latinoamericano. La obra «Analogía I», exhibida en 1971, nos brinda algunas claves vigentes para comprender la identidad latinoamericana.

Por Lucio V. Pinedo

03/12/2015

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Hijo de inmigrantes italianos, Víctor Grippo nació en Junín, Provincia de Buenos Aires, en 1936. Cursó estudios de Química en la Universidad Nacional de La Plata y asistió a los seminarios de Héctor Cartier en la Escuela Superior de Bellas Artes. Desde 1970, integró el Grupo CAYC (Centro de Arte y Comunicación) y comenzó su serie «Analogías» con obras que trabajan oposiciones tradicionales como arte-ciencia, naturaleza-cultura y real-artificial. En 1972, en el marco de la exposición Arte e ideología, realizó su intervención pública «Construcción de un horno popular para hacer pan en la Plaza Roberto Arlt», en colaboración con Jorge Gamarra, artista, y A. Rossi, trabajador rural, poniendo en evidencia los procesos básicos de cooperación, producción y alimentación y reflexionando, a su vez, sobre la dualidad ciudad-campo. Sus obras de aquellos años se relacionan con el arte conceptual y recurren a materiales orgánicos, como la papa y el pan, y a utensilios cotidianos como mesas, sillas, platos y cubiertos.

Se lo reconoce hoy internacionalmente como uno de los creadores más originales y significativos de la historia del arte contemporáneo del siglo XX. Concibió al artista como un agente de transformación social. Victor Grippo eligió el arte no como una actividad, sino como una forma de vida. Ese estado interior le proporcionó una cosmovisión y una libertad desde donde conmover y transformar su entorno. Fue un artista apasionado por la realidad social.

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La forma y el contenido de su obra se constituyen a partir de varios campos de interés: la química, la literatura, la música, la filosofía, la alquimia —a través del valor central que le otorga a la transformación de materiales, objetos e imágenes, en la base de su pensamiento a través de textos, símbolos, materiales y procesos químicos que trabajan la transformación de la energía en la materia misma—, y el gusto por los paradigmas de la ciencia.

Las obras de este artista son abiertas y condensan significados universales que, al mismo tiempo, se anclan en el presente y adquieren una dimensión política. En el contexto de las dictaduras militares en la Argentina, Victor Grippo expone un arte ético, capaz de transformar la conciencia del espectador y, por ende, cambiar la realidad social. En su serie «Analogías» (1971-1977) utiliza la papa como metáfora que refiere a la conciencia.

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Analogía I

Como señalamos, Víctor Grippo inició en 1970 su serie de Analogías.  En Analogía I (obra perteneciente a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina) vinculó las definiciones de «papa» y «conciencia». Las unificó a partir de la conexión de 40 tubérculos a través de un voltímetro. El mecanismo mide la energía sumada por los tubérculos y constituye una demostración empírica de su capacidad energética. Incluyó en esta obra un texto, en el que define a la papa como reservorio de energía en América.

Esta obra se exhibió por primera vez en la exposición Arte de Sistemas , en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aire0, en 1971. Analogía I fue parte, en el mismo año, del frustrado envío que Jorge Glusberg promovió a la XI Bienal de San Pablo. Finalmente, suspendida ante las protestas internacionales contra la dictadura brasileña.

En los convulsionados años setenta, el artista apunta a la transformación a través de la energía de la conciencia de identidad latinoamericana.

Algunos autores, entre ellos Jorge Glusberg, señalan que la analogía entre la papa y la conciencia se sostiene en la equiparación entre el tubérculo y el cerebro (en cuanto órgano de la conciencia), lo que podría remitir a la tradición de las culturas andinas prehispánicas de ensayar en papas la operación de trepanar cráneos.

Analogía I provoca una experiencia que, a  partir de una comprobación científica, se transforma en un hecho poético y en una metáfora política. El mismo Victor Grippo señala que

a partir de la energía de la materia para desarrollar una metáfora de la conciencia; para señalar que el cerebro, la inteligencia, es energía, y que esa energía puede mover el mundo, y que en la aceptación de esa energía están los compromisos y la libertad.

En esta obra, Victor Grippo reveló una trama que une el pensamiento analógico, los fenómenos naturales y los sistemas sociales.
En agosto de 1977, con la muestra en el CAYC Conciencia de la energía, Grippo dio por concluida la serie.

Dicho trabajo cobra vigencia en la actualidad, a partir del tratamiento de temáticas universales que atraviesan nuestra cultura. Para ello, el artista elige un alimento originario de América Latina y nos habla de la energía de la conciencia de este pueblo. Es el espectador quien debe transitar de la comprobación científica a la reflexión social y política.

Escribió: Magdalena Verdejo

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