Reseña: Nogales de Rodolfo Reyes Macaya por Priscilla Cajales

Nogales / Rodolfo Reyes Macaya / Hojas rudas / 48 páginas  Por Priscilla Cajales    ¿Cuántas veces la voluntad, la urgencia o el riesgo al que se somete el escritor se traduce en un buen texto? Pocas veces, Bolaño nos hablaba de los múltiples árboles que construyen el bosque de la literatura, sea lo que sea la literatura

Por Grado Cero

26/07/2018

Publicado en

Grado Cero / Letras

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Nogales / Rodolfo Reyes Macaya / Hojas rudas / 48 páginas

 Por Priscilla Cajales 

 

¿Cuántas veces la voluntad, la urgencia o el riesgo al que se somete el escritor se traduce en un buen texto? Pocas veces, Bolaño nos hablaba de los múltiples árboles que construyen el bosque de la literatura, sea lo que sea la literatura. Árboles imprescindibles, robustos, árboles que crecen a la sombra de otros árboles, árboles que crecen contra viento y marea, otros que jamás dan fruto. Y es que ser escritor es casi siempre enfrentarse al fracaso, tachar y volver a empezar, o no.  

“Nogales” de Rodolfo Reyes Macaya es un árbol, de esos que en su concepción se impusieron el cometido de borronear con el codo los límites entre lo lírico y lo narrativo, tuvo éxito. Se trata de un breve texto que nos cuenta de la manera más simple la vida de un hombre que cuida una plantación  en las cercanías de Santiago. Una historia que se narra con la pericia del que sabe construir imágenes para quedar inscritas en la memoria del lector. Tantas novelas fallan, tantos libros de poesía leemos de los que no podemos recordar una sola imagen, un solo verso.  

“Martes. Los tiuques sobrevuelan los campos. Mientras los temporeros recogen las nueces, me siento en un bosquecito de acacias”. 

“Hay momentos en los que creo que aún estoy bajo el agua con los ojos abiertos, buscando algo que traer a la superficie. Hay momentos en los que creo encontrarlo. Hace semanas salgo de mis sueños con las manos vacías”. 

La estructura del texto es la del diario de vida, pero el autor no se engolosina en el ejercicio de contar, sabemos dónde vive transitoriamente, la parcela de su tía, quiénes son sus compañeros de labor. La sospecha que le causa la cercanía de algunos y la imposibilidad de relacionarse con ellos por ser el sobrino de la dueña. Todo en breves apuntes. Sabemos también que hay una mujer, un hijo. Una escapada. A este protagonista le pasa la vida por delante, se fue a esta finca a ver caer la lluvia, a intentar leer, o en el mejor de los casos, escribir un par de buenos poemas.  

“Sábado. Me arden los párpados. Apoyo mi frente en la ventana: el tacto frío, húmedo y pegajoso del vidrio. Llueve desde anoche y las cosas tienen un aire expectante. La perra rasguña la puerta. La dejo entrar y se acuesta al lado de la estufa. Por la ventana, la piscina. Ver con la mayor demora: cómo las gotas y las hojas rojizas de los liquidámbares alteran su superficie”. 

A veces la vida se trata de nada, o de muy poco. A veces decidimos dejar de hacer y ver pasar los días, este ejercicio es el que predomina en “Nogales”, pero se yergue un contrapunto: el protagonista quiere escribir sobre Tolstoi, sobre una fotografía en la que aparece vestido de campesino. Ambos se van al campo, pero uno a ver crecer los nogales y el otro a intentar la revolución; ambos lamentan, cada uno en su grado, la injusticia de sus privilegios.   

Otro elemento que llama la atención en este relato es el tratamiento de la mujer, son dos los personajes femeninos que destacan: la abuela, quien con sus manos venosas controlaba la población de gatos del campo y Carla, de quien el protagonista se separa estando embarazada y que quiere deshacerse del hijo. Se tensa así una figura y se complementa con una laucha que ha tenido a sus crías en medio de la madera, escondida, y a quien habrá que hacer desaparecer.   

Hojas rudas, la editorial que presenta “Nogales” acoge este trabajo en una colección de libros en formatos trabajados al modo de un origami. Se trata de un objeto plegable «un cuarto de círculo» o quarter circle book, que puede tomar diferentes formas, que se lee lineal, pero que bien pudiera leerse abriendo las hojas como si fuesen pétalos. Destaco el trabajo prolijo en este libro objeto al que dan ganas de dar un lugar especial en la biblioteca.  

 

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