Lo real, lo transitorio

  «No tengas miedo de la perfección –nunca la alcanzarás», Salvador Dalí

Por mauriciomorales

24/07/2013

Publicado en

Artes / Literatura

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«No tengas miedo de la perfección –nunca la alcanzarás», Salvador Dalí.

 

Voy en esa parte en que la mexicana está sentada en el asiento de un bus que va a partir camino a Los Ángeles. Desde su ventana ve al viajero pero disimula que se ha fijado en él. Él la ve a ella también, pero cree que ella lo ignoró. Por esocuando él sube al bus se demora tanto en dirigirle la palabra. Cuando finalmente lo hace, no me acuerdo con qué excusa, terminasentándose con ella. Se van conversando todo el viaje. Hablan de la vida, de la de ella –porque en las novelas y en las películas ellas hablan sin parar- pero sobre todo, terminan hablando de amor. Él la abraza, la consuela, menciona la piel de sus hombros, se siente tan enamorado que no sólo quiere acostarse con ella, quiere una vida con ella, quiere cuidarla.

Pero cuando llegan a Los Ángeles, ponen los pies en la ciudad, caminan buscando un hotel y él se persigue. Se siente incómodo, no entiende lo que le pasa, no confía en la mexicana, piensa que es una golfa que lo quiere engatusar. Entran a una cafetería y sospecha que el proxeneta que está en la barra la conoce. Se sientan a comer y apenas se hablan, ella no entiende –o eso supongo.

Cuando encuentran una pieza de hotel, el miedo de la llegada y del café quedan atrás. Ella se ha sacado los zapatos. Se acercan, él la abraza por la espalda y se miran juntos en el espejo del baño, se mueven como queriendo bailar.

Están enamorados–o algo así. Pero ahora es ella la paranoica que piensa que el proxeneta es él. Él trata de convencerla de lo contrario, ella no le cree, pelean, ella grita, él le dice que tome sus cosas y se vaya; agarra sus zapatos y los tira lejos. Luego se saca la ropa y se mete a la cama.

(No hay cosamás triste que la mitad de ti entrando a la cama, frío él y fría la cama, sin la promesa de tocarse, besarse, penetrarse). Ella espera, llora. Luego y por alguna razón que sólo el narrador se explica –pero que en verdad ni él ni nosotros conocemos,decide que él no es un proxeneta; se desnuda completamente y se mete a la cama junto a él. Él la vuelve a amar, la ve desnuda, la describe en la página, está lejos de ser perfecta.

Esto no es el comentario de ningún libro, aunque el libro existe yquien lo ha leído tal vez reconozca esta parte de la historia. Lo estoy leyendo, no sé qué va a pasar con estos dos, sospecho que no va a durar, pero no lo sé.

Todo eso no importa porque esto es la excusa para decir algo que quizás no sea cierto, pero bien puede serlo: todo lo que realmente ocurre, ocurre en el camino.En el camino es la explosión en el pecho. Lo de amarse para siemprees transitorio. Sus esperanzas nacen cuando deciden viajar juntos. Sus esperanzas existen mientras hay planes, mientras hay movimiento.Viajando de un lugar a otro, bailando frente al espejo, yendo del baño a la cama. Y luego en el sueño, el viaje hacia otro día.

En el camino no hay nada que temer porque, de alguna manera, en él somos todos iguales, estamos a merced de lo que pase en la ruta. No sabemos, y esto es cierto, nunca sabemos si vamos a llegar realmente a destino y, al mismo tiempo, llevamos a al destino con nosotros. Cualquier cosa puede ocurrir, somos todos pasajeros, no hay nada que temer. Al final de un viaje, la llegada deja un secreto y leve sabor amargo, la sensación de “y ahora qué”. Es en el camino-o enaltamar- donde tenemos los mapas. Cuando viajamos no lo hacemos cargando lo que dejamos atrás, sino llevando todo lo bueno que nos va a pasar cuando lleguemos a puerto. La promesa de una vida, la que cada uno imaginó. Unos quieren amar, tomar el amor entero. Unos quieren dinero, mucho dinero o jugarlo todo. Otros sueñan con el hogar perfecto, la familia perfecta.

Otra cosa curiosa ocurre aquí, algo que puede salvar al más desolado. En el camino a la perfección –la meta, la promesa, el objetivo- está lo verdadero. Lo perfecto es un ideal imposible en esta tierra, una mentira que fue contada. Quien se cree perfecto o superior, quien cree que ya llegó no está en ninguna parte. Usted que lee esto o que tal vez no, cree que alcanzó “la meta”, sonríe de su vida perfecta y mira al mundo desde la cima. Déjeme decirle que usted murió.

Es en el camino donde está el sentido y lo que vale es no detener el galope. La meta no está ni siquiera en el momento de la muerte, es absurdo detenerse y el que lo hace, deja de ser. El que llegó a destino o a cualquier cima, tiene que tomar la ruta o bajar.

Cada ciudad, cada una con su belleza y demonios, imprime algo de ella en la piel de sus habitantes. Los mismos que han sido viajeros,llevando un destino consigo, todos iguales, se visten con un sentido de ciudad que no es el mismo en cualquiera, que es impostado, sinceramente impostado. Es la ciudad la que toma al pasajero y lo adopta, lo hace parte de sí y lo viste de algo que no traía cuando era un viajero, cuando era puro y realmente sí mismo.

El viajero de aquella historia lo sabe porque al llegar teme y porque al poco tiempo, a través de las calles escucha el escándalo desesperanzado de gente tan solitaria como se puede ser en una ciudad súper pobladay con mucho dinero. Conoce en un instante el espíritu de la ciudad. Ese espíritu no demora en hacerse pensamiento.

Y lo sabe cada vez que llega a un pueblo diferente. Contacta a la gente, los amigos, se establece,se hace cargo de emborracharse para fundirse con el espíritu del lugar, consigue un trabajo para comer y luego, cuando todo se pudre por una u otra razón, no le queda otra que volver al camino.

La ciudad puede caerse ladrillo por ladrillo, hay que volver al camino. La ciudad arde, hay que volver al camino. Tu amor te engaña con otra/o, tu amor se extingue, vuelves al camino. Pierdes el trabajo y vuelves al camino. Desaparece tu gente, la familia, los animales del zoológico o invaden tu pueblo los marcianos o quedas en la ruina, te roban la casa y el auto, la turba te persigue furiosa y no tienes otro remedio que volver al camino. Hay maremoto, o tal vez más autos que personas cuerdas, o te cansas y mandas todo a la cresta. Entonces vuelves al camino y es ahí donde todo pasa. Toda tu vida y la imagen del futuro están ahí. La promesa es promesa cuando se formula. Cuando se cumple ya no es nada. Hay que inventar otras nuevas.

Entonces, el deseo ocurre camino a la cama y en el placer del bostezo está el sueño. La comida sabe más rica hasta el primer bocado y no hay motor más poderoso que la anticipación.El viajero va por la piel de su amante y en ese recorrido está todo. El sexo es el lugar y el lugar es un momento.

Ellos se aman en el camino, en la estación esperan. Se están amando entre una y otra noche, cuando inventan la forma de volver a tocarse. En el camino está la pregunta y la explicación; es donde existe todo. El camino es lo único que permanece y a él pertenecemos. Las estaciones, los lugares, las ciudades, son transitorios.

Por Carolina Chascona

 

 

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